Sé que estás muy ocupado, sé que tienes muchas cosas que hacer. Tan sólo dame un minuto de tu tiempo.
Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
A ti, que puedes dármela. En nombre de miles de
jóvenes, que no han sido tan afortunados como tú; en nombre de cientos de
muchachos y niños entre los 12 y 20 años, que intentaron suicidarse, y en
nombre de los cientos de chicos y chicas que no sólo lo intentaron, sino que se
quitaron la vida. Dame una limosna de esperanza para los cientos de jóvenes
entre los 12 y 25 años, que un día me han dicho llorando de desesperación: "No encuentro sentido a mi vida".
Un niño de 14 años me dijo un día: "Me quiero
morir". Una limosnita de caridad para los miles de gentes que no
creen en Dios, que no creen en nada, que viven sin ilusión, gente sin
esperanza, que camina por ahí sin rumbo. Una limosnita por amor de Dios. No te
pido que me des todo lo que tienes, dame un poquito de lo que te sobra, las
migajas de tu fe, de tu esperanza, de tu ideal.
Te pido una limosna en memoria de los que han muerto en pecado mortal, y se han
condenado para siempre. No te la pido para ellos, ya que les llegaría demasiado
tarde, te pido una limosna de oración para los que están en la fila. Una
limosna para los que, hartos de todo, se arrancaron la vida violentamente,
porque nadie les tendió la mano a tiempo.
Sé que estás muy ocupado, sé que tienes muchas cosas que hacer. Tan sólo dame
un minuto de tu tiempo, una sonrisa, una palabra de aliento. Tú que pareces
feliz, dime: ¿crees que puedo ser feliz en este
mundo?
Tú que te sientes tan sereno, ¿cómo le haces? Tú
que hablas de un Dios que te alegra la vida, ¿podrá
alegrar también la mía? Tú que pareces tener un por qué vivir, ¿no quieres dármelo a mí? Date prisa, porque ya me
estoy hartando de seguir viviendo, de seguir pudriéndome en esta vida sin
sentido. Y, posiblemente, si tardas, ya me habré ido al otro lado.
Una limosna pequeña. Mira esta mano extendida, es mi mano, pero esta mano
representa muchas manos; por ejemplo, la de aquél que dijo: "Y sigo pensando en mi Cristo Místico, compuesto por
cada uno de mis hermanos. Y escucho su voz que clama: Tengo hambre y no me das
de comer: hambre de Dios; tengo sed y no me das de beber: sed de vida eterna;
estoy desnudo y no me vistes, no me defiendes de mis enemigos. Y me convenzo de
que esta hambre de Dios puede convertirse en desesperación, esta sed puede
convertirse en rabioso frenesí, esta desnudez puede llegar a ser muerte".
Y, si das esa limosna, en nombre de Dios y en nombre de
todos esos infelices, ¡gracias!, ¡muchas gracias!
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