La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien.
Por: Humberto Del Castillo
Drago | Fuente: Psicología y virtud
En griego significa areté. Es una palabra
cargada de sentido y de distintos sinónimos, porque el término original griego
no tiene una traducción exacta al castellano; es un término “equívoco”, debido
a que posee muchos significados. Sin embargo, Keneth Pierce en su obra, La
Escalera Espiritual de San Pedro, nos recuerda que areté se traduce a veces
como maestría, excelencia, energía, rectitud o fortaleza (p. 113).
En este contexto nos parece fundamental el
sentido de Areté para Luis Fernando Figari: «El concepto de señorío de sí y
armonía humana, de reconciliación de las facultades del ser humano en el
sentido del dominio de sí, juntamente con este trasfondo, me parece que
sindican maravillosamente el sentido de virtud, que transciende claramente el
aspecto moral para convertirse en una novedosa categoría integral del ser
humano, que la tradición chaminadeana ha ligado con el primer nivel del Sistema
de Virtudes” (Huellas, Añadir a vuestra fe, virtud I, ob. Cit., p. 3.)
De acuerdo con lo anteriormente expresado, nos
parece importante destacar el significado de Areté como
maestría o excelencia y señorío de sí mismo y relacionada con un horizonte
caballeresco y noble de alguien que en pleno dominio de sus facultades, tanto
espirituales como psíquicas y físicas, es capaz de vivir coherentemente según
un ideal. Se trata de la unificación de la persona y de su capacidad para
orientarse en la vida cotidiana hacia una determinada meta, superando las
adversidades. Areté vendría a ser la realización
de algo o de alguien según su naturaleza (Pierce, p. 115).
La noción de excelencia está muy ligada a la reconciliación
personal, debido a que la areté involucra la
recuperación de la unidad personal que implica la reconciliación integral y nos
lleva a realizarnos como personas según nuestra naturaleza, para alcanzar el
señorío de sí mismo y vivir una existencia buena en la tierra, con la vista
fijada en la felicidad eterna. También el concepto Areté aplicado a términos
cristianos “es la virtuosidad”. El ser humano que se dispone a lograr el señorío sobre sí
mismo cooperando con la gracia divina que el Espíritu derrama en los corazones
(ver: Rom 5,5), para abrirse plenamente al encuentro de Aquel que infatigable
toca a la puerta del corazón esperando a ver quién le abrirá (ver: Ap 3,20). Los silencios son una de nuestras maneras —medio y
expresión— de hacer concreta la virtud» . (Huellas, Añadir a la fe,
virtud II, ob. Cit., p. 1.)
Piper en su libro Las virtudes fundamentales
afirma que “la
virtud significa que el hombre es verdadero, tanto en el sentido natural como
el sobrenatural. Afirma que la virtud es la elevación del ser en la persona
humana, es lo máximo a que puede aspirar el hombre, o sea, la realización de
las posibilidades humanas en el aspecto natural y sobrenatural (p. 15). De esta
manera, el hombre virtuoso es tal que realiza el bien obedeciendo a sus
inclinaciones más íntimas”.
Para
seguir profundizando en el concepto de virtud veamos la definición del
Catecismo de la Iglesia Católica:
«La virtud es una
disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo
realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas
sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y
lo elige a través de acciones concretas. El objetivo de una vida virtuosa
consiste en llegar a ser semejante a Dios»
(Catecismo de la Iglesia Católica, 1803).
Se trata entonces de avanzar y crecer en virtud,
de llevar una vida virtuosa. Santo Tomás dice que la virtud es un “habito que perfecciona al hombre en obrar bien”. En
latín virtud significa virtus: fuerza, poder y capacidad. Aristóteles dice sobre ella
que “es lo que hace bueno a quien la posee, y hace
que sus obras sean buenas”. La virtud hace que sea bueno quien la
posee, y lo que perfecciona en la verdad como persona libre. (Formación de las
virtudes humanas y sociales, p. 31. P. Luis Alfonso Orozco, LC).
La virtud es una cualidad, un hábito operativo
bueno de la persona, pero también tiene un opuesto en el vicio. Revisando
alguna de las definiciones de la REA; encontramos que vicio es: “Hábito de obrar mal”. O “Defecto
o exceso que como propiedad o costumbre tienen algunas personas, o que es común
a una colectividad”.
La virtud es además la respuesta de cooperación
con la gracia que realiza el hombre para madurar en el camino de la fe. Así que
el ser humano va madurando por este camino de la fe hasta la plenitud del amor,
núcleo interior de la virtud, para conquistar una calidad humana, abriendo las
facultades y potencias a los impulsos de la gracia, para permitir que el Señor
Jesús viva en nosotros.
ALGUNOS RASGOS QUE
CUALIFICAN LA VIRTUD, SON LOS SIGUIENTES:
-Un dinamismo reconciliador
que unifica todas las potencias y facultades del ser humano, otorgándole
armonía e integración.
-El señorío de sí, el cual
habla de autodominio y autocontrol, para mantener una recta jerarquía y orden
de las fuerzas interiores.
-Una grandeza de espíritu
referida a la magnanimidad y generosidad del hombre que rige su conducta por
ideales y valores elevados.
-El sentido del deber
entendido como una conciencia de responsabilidad frente a las metas e ideales
que lo lleva más allá de sus propios caprichos y gustos.
-La libertad que lo hace
disponible, pues el virtuoso no se ve atado por ideales rastreros y mezquinos;
se descubre libre de lo contingente, de lo circunstancial.
-La virtud implica también
una lucha heroica en la que se prueba la capacidad de sacrificio, de entrega y
de abnegación.
-Nos conduce a la semejanza
divina, pues lleva al ser humano a transcender el plano meramente natural y
contingente para situarlo, al responder a la gracia, en un horizonte de
plenitud sobrenatural.
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