«La vida humana, entre alegrías y adversidades: un don para agradecer»
El principal
objetivo de dicho documento, según explica la CEC, consiste en «motivar la
comprensión de la vida como un regalo del Creador y acompañar a las familias en
el discernimiento del dolor como parte de la existencia.
(ACIPrensa/InfoCatólica) En enero del presente año, en
el país de Colombia, dos enfermos no terminales tuvieron la oportunidad de
acabar con su vida a través de la práctica de la eutanasia gracias al reciente
fallo de la Corte Constitucional que legaliza estas acciones en el país. Frente
a esto, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) compartió un documento
llamado «La vida humana, entre alegrías y
adversidades: un don para agradecer».
El principal objetivo de dicho
documento, según explica la CEC, consiste en «motivar
la comprensión de la vida como un regalo del Creador y acompañar a las familias
en el discernimiento del dolor como parte de la existencia, ocasión para
practicar el cuidado amoroso y oportunidad para predicar el valor salvífico del
sufrimiento».
El documento consiste en un
texto de naturaleza pedagógica elaborado por las comisiones episcopales de
doctrina y de promoción y defensa de la vida y es una continuación de una serie
que lleva por nombre «Para que tengamos vida en
abundancia».
El documento fue publicado
durante la Jornada Mundial del Enfermo celebrada por la iglesia, fecha que
coincide con la víspera de la fiesta de la Virgen de Lourdes.
Los pacientes no terminales
que recibieron eutanasia fueron dos colombianos medianamente mayores. Uno de
ellos tenía 60 años, un hombre llamado Víctor Escobar que padecía de enfermedad
pulmonar obstructiva y falleció el 8 de enero de 2022; el otro paciente era una
mujer de 51 años llamada Martha Sepúlveda, quien sufría de Esclerosis Lateral
Amiotrófica (ELA).
El documento en cuestión
cuenta con una carta destinada a los enfermos, otra a sus familias, una para
los voluntarios y el personal médico y sanitario, un epílogo, entre otros. De
este modo, está dividido en 6 partes, las cuales son: «1.
¿Qué sentido tiene vivir? 2. ¿Por qué el
sufrimiento? 3. ¿Tiene
límites mi libertad y autonomía? 4. ¿Hay enfermedades incurables? 5. ¿No hay nada qué hacer?
6. ¿Qué es,
en verdad, morir dignamente?».
Los obispos de Colombia
denuncian «el subjetivismo y el relativismo moral
imperantes», y afirman que «el país se ha
abierto paso la equivocada idea de que el sufrimiento del enfermo es una
«amenaza insoportable, de la que es preciso librarse a toda costa» y,
por ello, diversas sentencias de la Corte
Constitucional junto a resoluciones del Ministerio de Salud y Protección Social
no dejan de promover la cultura de la muerte y la mentalidad eficientista a
través de la eutanasia».
En la carta de los obispos a
los enfermos, les recuerdan que «el dolor es
ocasión para madurar, para concentrarse en lo verdaderamente esencial, para
reconocer que somos seres limitados y que, por ello, hemos de ver en cada
circunstancia una oportunidad para ser más humanos».
«Asumir el dolor
físico o moral, en lugar de renegar por él, nos hace ‘‘otros Cristos’’ predicando
el ‘‘Evangelio del sufrimiento’’ que es una llamada al valor y a la fortaleza,
a la madurez interior y a la grandeza espiritual que es una digna cátedra para
esta humanidad cada vez más superficial», agregan.
«En nombre de
Cristo, el Buen Samaritano, les agradecemos por su generosidad, por su servicio
incondicional, por hacer vivo y actual el mandato del amor. Todos sus esfuerzos
se verán recompensados y cuando sea el momento oportuno podrán ofrecer sus
manos llenas de frutos de bondad que son los que hacen la diferencia».
A los voluntarios y personal
sanitario, los obispos alientan a «que sigan siendo
instrumentos de servicio para que, a través suyo, las personas que sufren
sientan cercano el amor de Dios y el consuelo de sentirse, no una carga, sino
personas con dignidad».
Al final del texto se
encuentra disponible un modelo para todos aquellos que deseen exponer
firmemente su oposición a la eutanasia en caso de sufrir alguna enfermedad
grave o terminal.
El texto en cuestión trata la
necesidad de administrar «los cuidados básicos y
los tratamientos adecuados para paliar el dolor y el sufrimiento; que no se me
aplique la prestación de ayuda a morir en ninguna de sus formas, sea la
eutanasia o el ‘suicidio médicamente asistido’, ni que se me prolongue abusiva
e irracionalmente mi proceso de muerte».
Y agrega: «Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y
humanamente mi propia muerte y para ello solicito la presencia de un sacerdote
católico y que se me administren los sacramentos pertinentes».
No hay comentarios:
Publicar un comentario