Cada 24 de enero, el mundo celebra el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes, que fue adoptada por la UNESCO en 2019 y recuerda la importancia de la cultura negra para la humanidad.
En
la Iglesia destacan algunas personas de procedencia afrodescendiente que, en su
lucha por alcanzar la vocación a la santidad, llegaron a los altares. Te
presentamos la historia de algunos santos y beatos que muestran que la santidad
no tiene color de piel ni nacionalidad.
1. SAN MARTÍN
DE PORRES
San Martín de Porres nació en Lima (Perú) en 1579, fue
hijo de un noble español de origen burgalés, Juan de Porres, y una negra
liberta, Ana Velázquez, natural de Panamá. Desde niño, se preocupaba por el
sufrimiento de la gente, especialmente por los enfermos y los pobres.
Aprendió
el oficio de barbero y adquirió algunos conocimientos de medicina. A los quince
años pidió ser admitido como “donado”, es
decir, como terciario, en el convento de los Dominicos de la Ciudad de Lima.
Ya
en el convento, trabajó como enfermero, donde atendía a cualquiera que se
presentase a la enfermería, e intercedió ante Dios para que se realizaran
numerosos milagros, especialmente curaciones.
San
Martín de Porres murió en 1639, fue canonizado por San Juan XXIII en 1962 y ha
sido siempre representado con la escoba en la mano, símbolo de su humilde
servicio. Fue nombrado “Santo Patrono de la
Justicia Social” y “Patrón Universal de la
Paz” y su fiesta se celebra cada 3 de noviembre.
2. SANTA
JOSEFINA BAKHITA
Santa Josefina Bakhita nació en Sudán (África), de muy
pequeña fue capturada en el bosque y vendida como esclava, donde pasó por la
propiedad de cinco amos, siendo el cuarto con el que más sufrió de
humillaciones y torturas.
Josefina
ingresó al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia,
junto con Minnina, su amiga e hija de su nuevo amo, Augusto Michieli. Es ahí
que conoce a Dios, quién siempre “había permanecido
en su corazón” y le había dado fuerzas para poder soportar la
esclavitud, “pero recién en ese momento sabía quién
era”.
El
9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación.
Desde ese momento tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada, y
el 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad, se convirtió en una de las
hermanas de la orden.
Bakhita
falleció en 1947 en Schio (Italia), San Juan Pablo II la beatificó en 1992 y
declaró su día de culto el 8 de febrero. Finalmente, el mismo pontífice la
canonizó en el año 2000.
“Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y
torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido
esto, ahora no sería cristiana y religiosa”, son
las recordadas palabras de la santa que se convirtió en un ícono de la historia
de África.
3. SAN BENITO
DE PALERMO
San Benito Manassari nació en San Fratello en Messina
(Italia) en 1526, fue hijo de descendientes de esclavos africanos y por su
color de piel es conocido como el Moro.
A
los 21 años ingresó en una comunidad de ermitaños y vivió en el Monte
Pellegrino en Palermo. Sin embargo, cuando el Papa Pío IV disolvió la comunidad
pasó a ser parte de los Frailes Menores.
Por
24 años su hogar fue el convento de Santa Maria di Gesù, donde ejerció la labor
de cocinero, superior y maestro de novicios, fue conocido por su humildad y por
vivir lleno de fe en la divina providencia,
Murió
en 1589, fue beatificado por el Papa Benedicto XIV en 1743 y el Papa Pío VII lo
canonizó el 24 de mayo de 1807. Su festividad se celebra el 4 de abril y es
copatrón de Palermo junto con Santa Rosalía.
4. SAN CARLOS
LWANGA Y COMPAÑEROS MÁRTIRES DE UGANDA
Carlos Lwanga, José Mkasa, junto
a 20 compañeros, fueron martirizados entre 1885 y 1887 en Uganda por
haber formado parte de la sociedad de los Misioneros de África, conocida como
los Padres Blancos, que se encargó de la evangelización de ese continente
durante el siglo XIX.
El
líder de la comunidad católica, que para entonces tenía unos 200 miembros, era
un joven de 25 años llamado José Mkasa (Mukasa) que trabajaba como mayordomo de
la corte del rey Muanga.
José
fue quemado el 15 de noviembre de 1885 por confrontar una decisión del
soberano. Antes de fallecer, el joven dijo a sus verdugos: “un cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo
de morir”.
En
mayo del año siguiente, los cristianos, ahora a cargo de Carlos Lwanga fueron
capturados y llevados ante el rey, que les preguntó si tenían la intención de
seguir profesando su fe, a lo que respondieron “¡Hasta
la muerte!”.
El
3 de junio de 1886 doce de ellos fueron quemados vivos y otros 10 cristianos
fueron descuartizados. Los 22 mártires fueron beatificados el 6 de junio de
1920 por el Papa Benito XV. Posteriormente fueron canonizados por Pablo VI el
18 de octubre de 1964.
5. BEATO
CYPRIAN MICHAEL IWENE TANSI
Cyprian Michael Iwene Tansi nació en 1903 en Igboezunu al sur
de Nigeria. A pesar de la desaprobación de sus padres, ingresó al seminario de
Igbarian en 1925 y se consagró sacerdote en 1956.
El
P. Tansi fue una persona cercana al pueblo, estuvo principalmente atento a la
pastoral de la familia, donde trabajó para asegurarse que las parejas llegaran
bien preparadas al Matrimonio y promovió la castidad.
El
sacerdote también luchó por el acceso a la educación de las mujeres jóvenes,
animó a las personas a recibir el Sacramento de la Reconciliación y nutrir sus
vidas por la Palabra de Dios y la Sagrada Comunión.
Fue
enviado a la abadía cisterciense de Mount Saint Bernard (Inglaterra) para
seguir la vocación monástica y así devolver la vida contemplativa a África. En
1964, cerca de regresar a Camerún para formar la nueva comunidad, falleció de
un aneurisma aórtico.
Fue
beatificado por San Juan Pablo II el 22 de marzo de 1998 y es el primer beato
de Nigeria.
6. BEATO
TSHIMANGADZO SAMUEL BENEDICT DASWA
Tshimangadzo Samuel Daswa nació el 16 de junio de 1946 en la
tribu Lemba en la diócesis de Tzaneen, fue bautizado el 21 de abril de 1963, a
los 16 años de edad con el nombre de Benedict.
Daswa
fue director de la escuela primaria del pueblo de Nweli, catequista, promotor
de obras de caridad y reconocido por su vida de oración, su generosidad y
bondad; rasgos que también demostró con su esposa, Shadi Eveline Monyai, una
luterana que se convirtió al catolicismo, y sus ocho hijos.
El
2 de febrero de 1990, fue emboscado cuando viajaba en su automóvil, como
represalia por negarse a pagar dinero al consejo de ancianos que pensaba acudir
a un brujo por una serie de fuertes temporales en la aldea.
Daswa
escapó, pero ante la amenaza de matar a la mujer que lo escondía, se entregó a
sus asesinos diciendo: “Padre recibe mi espíritu”.
Fue asesinado cruelmente, momento en que él oró de rodillas.
Daswa
fue beatificado por el Papa Francisco el 13 de septiembre de 2015 y es el
primer beato de Sudáfrica.
Redacción ACI
Prensa
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