Lo primero en el proceso de la fe es tomar conciencia de que Jesús pasa siempre a la vera del hombre como en el camino de Jericó para el ciego Bartimeo. Haciendo imposible el encuentro de Dios.
La
marcha del que ha gustado la experiencia de Dios es ya imparable.
Pero
esa experiencia hay que merecerla desde el amor y el servicio a los otros.
El
que se aísla no camina más que detrás de sí mismo.
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