Docilidad al Espíritu
«Si no os hiciereis como niños…» (Mt
18,3)
Para
el que ha vivido la experiencia de las caminatas interminables sin rumbo, de
las ascensiones penosas perdidos en la noche de las nieblas densas…, sabe y
entiende lo que es vivir la alegría de las cimas terminables.
Se
trata, ni más ni menos, de acertar con la ruta segura que corone la última y definitiva
marcha.
Y
es en esa pista del hombre autosuficiente y bravucón en donde Dios le ofrece,
como guía para su andadura, la fragilidad y la inexperiencia de un niño.
¡Qué contraste!
«Ser niño es ser creyente» (Karl
Rahner)
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