¿QUÉ ES UN ACTO IMPURO? Tanto el sexto como el noveno mandamiento se refieren a los actos impuros.
El sexto mandamiento habla de
no cometer actos impuros, mientras que el noveno habla de no consentir
pensamientos o deseos impuros.
Frente a esto, es válido que
nos preguntemos: ¿qué hace que un acto, un pensamiento, un deseo o
una mirada sean impuros?
UNA NORMA ESCRITA EN EL CORAZÓN
Solemos admitir como actos o deseos
impuros comportamientos tales como tener relaciones sexuales antes del
matrimonio, recurrir a la
masturbación, ver pornografía o en general, realizar cualquier
acto contrario a la castidad.
¿Por
qué estos comportamientos son impuros? ¿Por qué hacer estas cosas está mal? Para responder estas preguntas
es muy importante recordar que, como cristianos, reconocemos que los 10
mandamientos establecen normas de orden natural.
Es decir: no crean prohibiciones establecidas arbitrariamente por
Dios, sino que nos revelan inclinaciones escritas en nuestra propia naturaleza,
las cuales podemos conocer y formular usando la razón.
UN CAMINO DE FLORECIMIENTO Y PERFECCIÓN
A partir de lo expuesto,
podemos ver que actos prohibidos por los 10 mandamientos como matar, robar o
mentir son comportamientos que estamos llamados a evitar no solo porque somos
cristianos, sino, sobre todo, porque somos humanos.
En efecto, realizar cualquiera
de estos actos nos corrompe en cuanto seres humanos, dañando nuestra
naturaleza.
Contrariamente a lo que se
podría pensar, los 10 mandamientos no violentan nuestra naturaleza, sino que nos revelan un camino de florecimiento y perfección escrito ya en nuestro
corazón.
Se trata de un camino que
responde a nuestras inclinaciones más profundas en cuanto seres humanos. En el
corazón de todos está el anhelo de que se respeten nuestra vida, libertad o
integridad. Y cualquier acto que las violente hace que nos rebelemos
interiormente.
Llevada esta idea al ámbito
del sexto y noveno mandamiento, evitar actos impuros, en última
instancia, nos perfecciona en el ámbito de la sexualidad.
Y, por el contrario,
cometerlos daña nuestra naturaleza, y evita que florezcamos en cuanto seres
humanos en este ámbito. ¿Qué hace entonces que un
acto sea impuro?
¿QUÉ HACE QUE UN ACTO SEA IMPURO?
Podemos tratar de responder a
esta pregunta a partir del pensamiento de san Juan Pablo II. Para él, es
imposible hablar de la plenitud del ser humano sin hacer referencia a la
vocación de toda persona al amor.
Todo
ser humano ha sido hecho para amar, es decir, encuentra su plenitud
entregándose, haciéndose don para los demás.
Esta consideración es de
absoluta relevancia para el ámbito de la sexualidad, nos ayuda a entender el sentido de la
pureza.
Dado que un acto impuro es un
acto que daña al ser humano en el ámbito de la sexualidad, y que esta se ordena
al amor, podemos decir que un acto puro es
un acto ordenado hacia el amor, y que un acto impuro es un acto contrario al
amor.
Es importante notar que
hablamos aquí de amor, no como un sentimiento o una pulsión, sino como una
decisión: la decisión de buscar el bien y lo mejor para la
otra persona.
Y en el ámbito de las
relaciones interpersonales, san Juan Pablo II nos recuerda que lo más opuesto a
amar es usar.
AMAR VS. USAR
¿Por qué amar se
opone a usar? Cuando se ama, se busca el bien de la otra persona. Cuando se
usa, se busca el propio bien, a costa de la otra persona.
Cuando se ama, la otra persona
es vista como un fin: se la quiere por ella misma, y no para conseguir algo
más. En cambio, cuando se usa, la otra persona es vista como un medio: se la quiere para conseguir algo adicional.
Cuando se ama, la otra persona
es para uno un sujeto, un «alguien» para
amar. Cuando se usa, la otra persona es para uno un objeto, un «algo» para usar.
A partir de lo expuesto, se
puede ver que amar y usar son actitudes absolutamente incompatibles: no se puede amar y usar a la misma persona al mismo
tiempo respecto de lo mismo.
Y, siendo que un acto es
impuro cuando se opone al amor, podemos decir que acto impuro será todo aquel
que exprese una actitud de uso respecto de otra persona.
¿QUÉ TIENEN EN COMÚN UNA RELACIÓN SEXUAL OCASIONAL,
UN PENSAMIENTO IMPURO, Y EL HECHO DE VER PORNOGRAFÍA?
Que en todos ellos prima una
actitud de uso respecto de otra persona, en la que esta se convierte para uno
en un objeto: en un objeto de placer.
Todo ser humano ha
sido hecho para amar y se plenifica en la medida que en sus relaciones con
otras personas prime una actitud de amor.
Cuando uno entiende
esto, puede tomar consciencia de cómo, al usar a otras personas —yendo en
contra de la propia inclinación natural a amarlas—, la primera persona a quien
se daña es uno mismo.
Escrito por: Daniel Torres Cox
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