miércoles, 15 de diciembre de 2021

MUÑECAS DE CARNE Y HUESO

¿Qué os parecen este tipo de casos y que parte de culpa tiene la sociedad en ello?

Por: Cosmo Noticias | Fuente: cosmopolitantv.es

Hay gente cuya obsesión por el físico va un paso más allá

Que hay gente obsesionada con la cirugía todos lo sabemos, pero que su obsesión sea el parecer salidos de una película de dibujos o parecerse a la muñeca más famosa del mundo es ya "too much".

El caso más reciente es el de Penny Brown, una chica de 25 años cuya mayor obsesión es parecerse a Jessica Rabbit, la dibujada protagonista de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Para conseguirlo se ha operado el pecho en dos ocasiones y ha disminuido el tamaño de su cintura ¡de 96 a 56 centímetros! Esto lo hace usando un corsé opresor de acero 23 horas al día que constriñe los órganos. A pesar de las consecuencias orgánicas que esto puede suponerle, la joven admite no preocuparse por ello.

Nosotros no entendemos como alguien puede poner su salud en peligro para parecerse a un personaje de ficción, pero no es la única. Desde Ucrania nos llega otra joven, más conocida por todos, Valeria Lukyanova, que con 28 años quiere parecerse a la famosa muñeca Barbie. Para ello se ha sometido a innumerables cirugías, reduciendo su cintura, aumentando sus senos y cambiando su cara prácticamente en su totalidad.

Lo peor de este caso es que Valeria afirma haberse pasado al respiracionismo, o lo que es lo mismo, ha dejado de consumir comida y agua. La rubia dice alimentarse sólo de luz y aire. No nos gusta meternos con nadie pero, ¿ha pensado esta chica ir a otra clase de médico que no sea un cirujano plástico? Y, sobre todo, ¿no sabe que Barbie siempre ha cocinado?

Por supuesto, en Japón no podían ser menos y la última moda entre las adolescentes es hacerse pasar por las llamadas "living dolls". Maquillar su rostro en tonos pastel y destacar lo dulce y aniñado de sus rasgos para parecer muñecas vivientes.

A través de sus canales de YouTube, este grupo de chicas comparten con todos su obsesión por ese físico con aire a plástico. Está claro que estas niñas han bebido desde bien pequeñas la cultura del manga y el anime, así como ese gusto por el cosplay, por lo que podemos llegar a entender un poco más que se transformen en seres de ficción.

Lo que más nos asusta es que, a pesar de no haber cirugía de por medio, estas chicas no actúan de manera natural una vez entran en su personaje, gesticulando de manera infantil e inanimada. Que sea una moda y pase de largo a la vez que cambian de color de pelo nos parece bien, pero deben tener cuidado porque este tipo de obsesiones puede derivar en un graves trastorno de personalidad.

¿Qué os parecen este tipo de casos y que parte de culpa tiene la sociedad en ello?
¡Abrimos debate!

 

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