El Papa Francisco impartió la tradicional Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo) con motivo de la celebración de la Navidad este 25 de diciembre.
En su mensaje pronunciado desde el balcón central de la fachada de la
Basílica Vaticana, el Santo Padre reconoció que “son
muchas las dificultades de nuestro tiempo, pero más fuerte es la esperanza, porque ‘un niño nos ha nacido’: Él es la Palabra de
Dios y se ha hecho un infante, solo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha
querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar
a Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos
y hermanas”.
A CONTINUACIÓN, EL MENSAJE PRONUNCIADO POR EL PAPA
FRANCISCO:
Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!
La Palabra de Dios, que ha creado el mundo y da sentido a la historia y
al camino del hombre, se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. Apareció
como un susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro
el corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio.
El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener
un monólogo, sino un diálogo. Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida.
Dios nos mostró el camino del encuentro y del
diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en
sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con
confianza y esperanza.
Hermanas, hermanos, «qué sería el mundo
sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas
a familias y a comunidades» (Carta enc. Fratelli tutti, 198). En
este tiempo de pandemia nos damos cuenta de esto todavía más. Se pone a
prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a
cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a
colaborar. También en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar,
el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de
los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos
que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y
duraderos.
En efecto, mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente
de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo entero,
vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no
terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal manera
que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar
los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas.
Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un decenio vive una
guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de
refugiados. Miremos a Irak, que después
de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el
grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos,
se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada
día.
Recordemos las continuas tensiones entre israelíes y
palestinos que se prolongan sin
solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores. No nos
olvidemos de Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos
difíciles, también a causa de las dificultades económicas provocadas por la
pandemia, que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos
negativos en la vida de la población. Pensemos en el Líbano, que sufre una crisis sin precedentes con
condiciones económicas y sociales muy preocupantes.
Pero he aquí, en medio de la noche, el signo de esperanza. Hoy «el amor que mueve el sol y las otras estrellas» (Paraíso,
XXXIII, 145), como dice Dante, se hizo carne. Vino en forma humana, compartió
nuestros dramas y rompió el muro de nuestra indiferencia. En el frío de la
noche extiende sus pequeños brazos hacia nosotros, está necesitado de todo,
pero viene a darnos todo. A Él pidámosle la fuerza de abrirnos al diálogo.
En este día de fiesta le imploramos que suscite en
nuestros corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad. A Él dirijamos nuestra súplica.
Niño Jesús, concede paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero. Sostén a todos los que están
comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven
forzadas a huir de su patria; consuela al pueblo afgano, que
desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que
obligan a muchos a dejar el país.
Rey de las naciones, ayuda a las autoridades políticas a pacificar las
sociedades devastadas por tensiones y conflictos. Sostén al pueblo de Myanmar, donde la intolerancia y la violencia también golpean
frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el
rostro pacífico de sus gentes.
Sé luz y sostén para quienes creen y trabajan en favor del encuentro y
del diálogo, yendo incluso contra corriente, y no permitas que se propaguen en
Ucrania las metástasis de un
conflicto gangrenoso.
Príncipe de la Paz, asiste a Etiopía para que vuelva a
encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate
sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar. Escucha el
grito de los pueblos de la región del Sáhel,
que padecen la violencia del terrorismo internacional. Dirige tu mirada a los
pueblos de los países del Norte de África que sufren a causa de las divisiones, el
desempleo y la desigualdad económica, y alivia los sufrimientos de muchos
hermanos y hermanas que sufren por los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur.
Haz que en los corazones de los pueblos del continente
americano prevalezcan los valores
de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del
diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los
valores culturales de todos los seres humanos.
Hijo de Dios, conforta a las víctimas de la violencia contra las
mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia. Ofrece esperanza a los
niños y a los adolescentes víctimas de intimidación y de abusos. Da consuelo
y afecto a los ancianos, sobre todo a los que se encuentran más solos. Concede
serenidad y unidad a las familias, lugar primordial para la educación y base
del tejido social.
Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las
personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas
que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los
corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria,
especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres. Recompensa a todos los que demuestran
responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y
de los más débiles.
Niño de Belén, permite que los prisioneros de guerra, civiles y
militares, de los conflictos recientes, y quienes están encarcelados por
razones políticas puedan volver pronto a sus hogares. No nos dejes
indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los
refugiados. «Sus ojos nos piden que no miremos a
otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras
sus historias y no olvidemos sus dramas». [1]
Verbo eterno que te has hecho carne, haznos diligentes hacia nuestra
casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la
tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces
para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para
la vida.
Queridos hermanos y
hermanas:
Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, pero
más fuerte es la esperanza, porque «un niño nos
ha nacido» (Is 9,5). Él es la Palabra de Dios y se ha hecho un
infante, solo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha querido aprender a
hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a Dios, nuestro
Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas. Oh
Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de
la paz.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!
[1] Discurso en el Centro de acogida e identificación
de Mitilene (5 diciembre 2021).
Redacción ACI Prensa
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