Uno de los milagros eucarísticos más recientes, y oficialmente aprobado por el Vaticano, ocurrió en la Navidad del año 2013 en Polonia y contiene tejido de un corazón sufriente, en agonía.
La Eucaristía es el sacramento de la Iglesia Católica en el que está
realmente presente Jesucristo. Un milagro eucarístico, como el de Polonia, es
un signo sobrenatural que resalta de manera singular la presencia de Dios.
En 2020, el P.
Andrzej Ziombra, párroco de la iglesia de San Jacinto en Legnica (Polonia), cerca de la
frontera con Alemania y República Checa, relató a EWTN Polonia la historia del
milagro eucarístico ocurrido en esa parroquia.
“En la Navidad de 2013 la hostia consagrada cayó al
suelo durante la distribución de la Santa Comunión y después esta hostia fue
colocada en agua. Luego de 10 días se descubrió que había una mancha roja en
ella”, explicó el sacerdote polaco.
“Por este motivo, el obispo solicitó una
investigación científica y se descubrió que, primero que nada, los científicos
no lograban explicar el motivo de la mancha roja”, agregó.
Sin embargo, “en una investigación
histopatológica detallada, se encontró un fragmento del músculo cardíaco en
agonía bajo el microscopio”, indicó el P. Ziombra.
Mons. Stefan Cichy, entonces Obispo de Legnica, creó una comisión para
supervisar la hostia. En febrero de 2014, un pequeño fragmento fue colocado
sobre un corporal y pasó por varias pruebas.
El comunicado médico final del Departamento de Medicina Forense encontró
que “en la imagen histopatológica, se encontró que
los fragmentos contienen partes fragmentadas del músculo estriado transversal.
Es más similar al músculo del corazón”.
Las pruebas también determinaron que el tejido era de origen humano, y
hallaron que presentaba señales de sufrimiento.
Dos años después, el 17 de abril de 2016, el siguiente Obispo de
Legnica, Mons. Zbigniew Kiernikowski, aprobó la
veneración de la hostia sangrante que “tiene las características distintivas de un milagro
eucarístico”.
De acuerdo a las recomendaciones del Vaticano, que mediante la
Congregación para la Doctrina de la Fe dio su aprobación, el Obispo pidió al P.
Ziombra “preparar un lugar adecuado para las
Reliquias, de tal forma que los fieles puedan venerarlas”.
El P. Ziombra dijo a EWTN Polonia que en estos años ha reunido diversas
historias de personas que han llegado a la parroquia desde distintas partes del
mundo y que han experimentado “conversiones
inesperadas en sus vidas”.
Incluso personas hostiles a la fe han “cambiado
radicalmente su vida, su actitud hacia Dios y se ha convertido en creyentes muy
apasionados”, agregó.
El sacerdote comentó además que “este es un
signo dirigido principalmente a cada uno y debe ser recibido en modo muy
personal. Es decir, cada persona que en cualquier forma está vinculada a este
signo, a este milagro eucarístico, podría preguntarse qué quiere decirme Dios
con este signo”, aseguró el P. Ziombra.
En segundo lugar, el sacerdote polaco destacó que “en la hostia consagrada haya sido encontrado un corazón
moribundo, que subraya sin duda el carácter del sacrificio de Jesús”.
“El hecho que el Señor Jesús haya dado su vida por
cada uno de nosotros, por mí, es decir, que tuvo que ver con su pasión cruel,
su sufrimiento, que a su vez me llama, como católico, a hacer mi vida un
sacrificio, en forma que mi sacerdocio sea de verdad incorporado a este
sacrificio con total dedicación; de modo que la vida de toda familia católica
sea incorporada en este sacrificio”, dijo el
P. Ziombra.
El filósofo y teólogo, Philip Kosloski, autor del libro “Sobre las huellas de un Santo: La visita de Juan Pablo
II a Wisconsin”, escribió en 2016 un artículo
sobre el mensaje del milagro eucarístico de Legnica.
“Parece que una causa del milagro fue el poco
cuidado del Santísimo Sacramento” que se
cayó durante la Comunión, escribió.
“Los accidentes suceden y no busco señalar a alguna
persona o algún sacerdote que dejó caer la hostia. Sin embargo, eso nos
recuerda un tema importante: el uso de las patenas”, resaltó.
La patena es el pequeño plato dorado que usa el acólito y que coloca
debajo de la boca o las manos de la persona que recibe la Comunión. De esta
manera, si la hostia o alguna partícula cae, la patena evita que llegue al suelo.
“La práctica ha sido abandonada por muchos en la
Iglesia en las últimas décadas” pese a que el documento del año
2004, Redemptionis Sacramentum, de la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, exige su uso.
El Misal Romano también requiere el uso de la patena y que esta esté
sobre la credencia o mesa, en la que se ponen los ornamentos litúrgicos antes
de ser llevados al altar.
POR WALTER SÁNCHEZ
SILVA | ACI Prensa
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