1- En el proceso de la fe.
La
llamada de Dios no es una estrella que apareció una vez en el cielo de la vida
y después…, se apagó para siempre en tu camino.
Las
estrellas de Dios, como las del firmamento, se ocultan a la vista, pero no se
apagan.
Lo
urgente es mantener un clima habitual de silencio y recogimiento para que la
estrella de Dios resplandezca en el firmamento del alma.
Que
al fin y a la postre, las estrellas del medio día solo se hacen visibles en el
marco recogido de las noches.
Las
noches como los desiertos predisponen, desde el silencio, para las mejores
cosechas de los campos y de los espíritus.
Luis de Barandiarán Irizar
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