“Me miró con dos ojos limpios y penetrantes”.
Luego me
preguntó: "¿Cuántas horas rezas todos los
días?"
Me
sorprendió esa pregunta y traté de defenderme diciendo: «Madre, esperaba de ti una llamada a la caridad, una invitación a amar
más a los pobres. ¿Por qué me preguntas cuántas horas rezo?».
La Madre
Teresa tomó mis manos y las apretó entre las suyas como para transmitirme lo
que tenía en su corazón; luego me confió: «Hijo mío,
sin Dios somos demasiado pobres para poder ayudar a los pobres. Recuerda: solo
soy una pobre mujer que reza. Al orar, Dios pone Su Amor en mi corazón y así
puedo amar a los pobres. ¡Orando! "
-Cardenal Angelo Comastri.
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