La vida de fe no ofrece a nadie zonas de seguridad con garantías definitivas.
La
fe es un riesgo que tenemos que correr todos buscando en el amor su mejor garantía
y la convicción de que su presencia nos identifica como verdaderos discípulos de
Jesús.
Hemos
padecido una espiritualidad con inflación de «prendas
seguras de salvación»
La
única «prenda segura» es el amor. Por eso, también,
el único pecado es no amar.
«Seca, Dios mío, de una fe sin amor la turbia fuente» (Antonio Machado)
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