Hijo mío que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado, yo conozco perfectamente tu nombre y lo pronuncio como santificándolo, porque te amo.
No, no
estás solo, sino habitado por Mí y juntos construimos este Reino del que tú vas
a ser el heredero.
Me gusta
que hagas mi voluntad porque mi voluntad es que tú seas feliz ya que la gloria
de Dios es el hombre viviente.
Cuenta
siempre conmigo y tendrás el pan para hoy, no te preocupes, sólo te pido que
sepas compartirlo con tus hermanos.
Sabe que
perdono todas tus ofensas antes incluso de que las cometas, por eso te pido que
hagas lo mismo con los que a ti te ofenden.
Para que
nunca caigas en la tentación tómate fuerte de mi mano y yo te libraré del mal, pobre
y querido hijo mío.
José Luís Martín
Descalzo
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