Jesús, no solo conoce tu dolor, sino que, además de acercarse a tu dolor con misericordia, se compadece a tal punto que sufre con tu dolor, entiende tu dolor, vive tu dolor... Y en la medida que eres capaz de entregarle a ÉL ese dolor, estarás preparándote para recibir la sanación que Él quiere entregarte.
"Ellos dijeron: Señor, que se abran nuestros ojos. Jesús sintió
compasión y les tocó los ojos. Y al momento recobraron la vista y lo
siguieron." (Mateo 20,33-34)
Permite
que Jesús toque tu dolor, que sienta tu dolor, abre tu corazón de tal manera
que no solo dejes que ÉL entre a tu vida, sino que venga con todas sus riquezas
y delicias del Cielo para llenarte de tantas cosas maravillosas que Él ha
guardado para cada uno de los que aman a Dios.
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