Un día un niño de cinco años entró en una farmacia corriendo y le dijo al farmacéutico: ''Señor, aquí está todo el dinero que tengo. Por favor deme un milagro".
El
farmacéutico, sorprendido, le preguntó, ¿qué
milagro quería y para qué?
El
pequeño respondió: - El doctor dijo que mi mamá
necesita un milagro para sanar.
Aquí
está todo el dinero que ahorré para comprar una bicicleta, pero amo más
a
mi mamá y quiero que esté bien.
Por
favor ayúdeme ¿Ese dinero es suficiente?
El
farmacéutico, muy conmovido, le respondió que no tenía ese "milagro''.
Luego
agregó que sólo Jesús, el Hijo de Dios tiene ese
remedio especial y lo invitó a ir
a la iglesia a pedírselo.
El niño
corrió como un rayo hasta la iglesia. Llegó frente a la cruz cerca del altar y
muy apurado y con gritos dijo: ¡Jesús tú tienes el
milagro! Sé que estás en esa cruz, que te duele y que no tiene mucho tiempo
para mí, pero el señor de la farmacia me dijo que el milagro para curar a mi
mami lo tienes tú. Aquí está todo el dinero que ahorré para una bicicleta. Te
lo doy todo pero por favor ayúdame.
Desafortunadamente
Jesús no respondió ni una palabra, por eso el niño gritó: ¡Jesús! si no me ayudas, te acusare con tu con tu mamá y le
diré que no me quieres ayudar. Ándale Jesús, por favor yo sé que tú también
amas a tu mamá como yo amo la mía, ayúdame, dame el milagro que mi mamá
necesita. Prometo volver lo más rápido posible para ayudarte a bajar de la
cruz.
El cura,
que había oído la conversación del niño, se acercó y lo invitó a hablar en voz
baja con Jesús. Le explicó que Cristo lo escucha aunque no responda
directamente.
Y el niño
cerró sus ojos y junto sus manitas y entre lágrimas con voz bajita le repitió
la misma súplica a Jesús.
Conmovido
por el niño, el Padre lo acompañó a casa. A lo largo del tramo de la calle de
la iglesia allí, el niño le explicó al sacerdote cuánto quería a su madre, le
dijo que era todo lo que él tenía y que le habían dicho que sólo Jesús tenía el
milagro que podía curarla.
Una vez
en casa, el niño corrió hasta la recamara de su madre y encontró la cama vacía.
Con angustia salió y la vio salir de la cocina y el niño le dice a su mamá: ¡mamita te levantaste!
Y la
mamá, le dijo: si hijo, El doctor que llamaste vino
a visitarme me curó, por cierto me dijo que te saludara y me pidió decirte que
él también ama mucho a su madre. ¿Hijo, cómo conociste a este doctor? ¡Qué gran
médico!
El
Sacerdote que contemplaba aquel milagro con lágrimas en los ojos le dijo al
niño:
Jesús respondió a lo que pediste, y llegó antes que nosotros.
Recuerda que Nuestra
oración siempre es escuchada por nuestro Dios.
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