Su fundador es nada más y nada menos que san Ignacio de Loyola, un guerrero español que se convirtió después de haber sido herido en batalla por una bala de cañón que impactó en sus piernas.
Pasó un año en cama mientras
se recuperaba de la herida y de las cirugías que le habían hecho. Durante ese
tiempo pasó el rato leyendo la historia de algunos santos y el Evangelio de
Jesús.
Poco a poco empezó a ser
seducido por la vida de estas personas y se sintió invitado a dedicar su vida a
Cristo.
SAN IGNACIO, UN SANTO INCREÍBLE
Es
reconocido por ser el fundador de esta gran orden religiosa, por sus ejercicios espirituales y las reglas de discernimiento que contienen.
Hay un excelente artículo que
habla más sobre este tema y que te puede ayudar mucho: 2 preguntas que te ayudarán a
discernir más fácil (la vida te cambiará).
Entonces, ¿qué pensarías si
te digo que se puede encontrar a Dios en todas las cosas sin caer en panteísmo? Veamos el video y reflexionemos en algunos
puntos.
SAN IGNACIO Y EL DESEO DE SEGUIR A DIOS
Ahí acostado, reflexionando
sobre su antigua vida y las lecturas que tenía a la mano, san Ignacio empezó a
notar cómo el deseo de seguir a Dios crecía en su corazón.
SU VIDA YA HABÍA EMPEZADO EL PROCESO DE
TRANSFORMACIÓN Y JESÚS LE LLAMABA CON MÁS FUERZA CADA VEZ.
Impulsado por sus ganas de
conocerlo, decidió partir a tierra santa para estar donde Jesús había estado.
Estaba buscando a Jesús y deseaba estar con Él.
Como tenía pasado de caballero
no le importó llevar al extremo el ejemplo de otros santos, en una ocasión se arrodilló por ocho horas y ayunó durante una semana.
Pero en lugar de acercarle a
Dios, esto lo hizo sentir infeliz. Estaba tan desesperado que incluso consideró
terminar con su vida. El llamado de Dios era a buscarlo a su propia manera y
fue entonces cuando comenzó a prestar atención a sus sentimientos más
profundos.
Meditando la vida de Jesús y
mirando en su interior, san Ignacio comenzó a desarrollar el discernimiento, pero más importante, a practicarlo para
acercarse más a Jesús.
NUESTRA BÚSQUEDA
Te invito a pensar y
reflexionar en tus heridas y en aquello que has perdido sin más remedio. Quizá
sea una gran oportunidad para empezar una nueva vida en Dios.
«En
la economía de Dios nada se desperdicia».
San Ignacio
se aferraba a su vida de caballero, sabía que no sería lo mismo y fue ahí
cuando Dios aprovechó esa oportunidad para encaminarlo a una vida nueva y
mejor.
Cuando nos encontramos con
algo cautivante queremos saber más y más, lo queremos saber todo. Esto le pasó
a san Ignacio cuando empezó a conocer a Jesús, ¿Quién
puede ser más cautivante que Él?
En el evangelio de Juan
capítulo 1, 38-39 los discípulos de Juan el Bautista le preguntaron a Jesús: «Maestro ¿dónde vives?».
Esa pregunta expresa
curiosidad y deseo de saber. La única forma de averiguarlo es aceptar la
invitación universal con la que responde Jesús: «Vengan
y lo verán», así lo hicieron los discípulos y san Ignacio. Esa es
nuestra búsqueda.
EL ENCUENTRO PERSONAL CON DIOS
La única forma de conocer a
Dios es en el encuentro personal. Y es en ese encuentro profundo que nos
daremos cuenta de que Jesús es el sustento de nuestra
realidad, es el centro de todo. Así todo lo que existe sirve
en medida que nos acerca a Él.
Cuando san Ignacio llegó a
París, empezó a estudiar porque hay que usar tanto el corazón como la cabeza
para llegar a Dios. En ese lugar se encontró con seis amigos que más tarde le
ayudarían a fundar la orden de los Jesuitas.
Con
ellos descubrió que a Dios se le encuentra en los necesitados y en todas las
cosas.
Esta gran hazaña nos ayuda a
ver el mundo desde una perspectiva más completa, en donde trabajando y
dedicando la vida a los demás podemos reconocer la huella de Dios en donde
quiera que estemos.
¿CUÁL ES LA INVITACIÓN QUE DIOS NOS HACE PARA
ENCONTRARLO?
Especialmente Dios nos invita
a reconocerlo en:
— Los jóvenes
que miran con esperanza el futuro
— La tierra que
gime y reclama su curación
— Los pobres,
los refugiados y los excluidos que piden justicia
TÚ Y YO TAMBIÉN PODEMOS APRENDER A DISCERNIR LA VOZ
DE DIOS EN LOS SENTIMIENTOS Y DESEOS DE NUESTRAS VIDAS.
De esta manera Dios nos invita
a vivir con alegría y con amor para quienes nos rodean. Tenemos el rumbo de
nuestras vidas en las manos, de nosotros depende hacerlas una oblación al
Padre.
Dios nos invita a buscarlo y
encontrarlo en todas las cosas. ¿A qué conversión?,
¿a qué cambio de dirección te está llamado?
Artículo
elaborado por Joel Calderón.
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