A pesar de los rumores actuales, no hay confirmación de que el Papa Francisco esté redactando un documento que defina el rol y las tareas de un Papa emérito. Tampoco hay señales de que Francisco pueda renunciar próximamente al ministerio petrino, como lo hizo Benedicto XVI antes que él.
Sin embargo, algunas fuentes en el Vaticano continúan creyendo que estos
escenarios son posibles, sobre todo porque parecen entrelazados: los rumores
sobre la renuncia del Papa Francisco nacen de los rumores de un posible
documento sobre el estatus del Papa emérito, lo que también provoca una
discusión sobre un eventual cónclave.
Si se está estudiando un documento sobre el rol y las funciones del Papa
emérito, es un secreto muy bien guardado. Una fuente confiable del Vaticano
dice que tal misión no puede descartarse debido a la posibilidad de que el Papa
esté redactando el documento personalmente y que lo presente a las oficinas
responsables de la publicación solo una vez que se complete el borrador.
Las presiones para definir mejor el estatus de un Papa emérito
comenzaron hace algún tiempo. En un momento, el teólogo Andrea Grillo
llegó incluso a pedir que se estableciera una “muerte
institucional” para un Papa emérito, lamentando las continuas
declaraciones de Benedicto XVI que, según él, eran una “injerencia”.
La necesidad de regular mejor la figura de un Papa emérito proviene de
círculos que se creían partidarios del Papa Francisco y estaban preocupados de
que la declaración pública de Benedicto XVI pudiera crear confusión en torno a
la autoridad de Francisco. Este grupo fue especialmente crítico cuando el
Arzobispo Georg Gaenswein, secretario privado de Benedicto XVI, calificó la
situación actual de “excepcional”, por lo
que calificó de “pontificado activo” y “contemplativo”.
Benedicto XVI decidió no legislar sobre cuál sería su papel tras su
dimisión. Pero decidió seguir vistiendo la sotana blanca y tomando como título “Papa emérito”. Esto difería de la idea
tradicional de que un Papa volvería a ser cardenal una vez que renunciara al
pontificado. Pío XII, que dejó una carta de renuncia si los nazis implementaban
el plan para secuestrarlo, así lo pensó. “Cuando
lleguen, se llevarán al Cardenal Pacelli, y no al Papa Pío XII”, se
supone que expresó.
Según el teólogo italiano Giovanni Cavalcoli,
Benedicto XVI siguió vistiendo de blanco porque consideraba al papado como una
segunda ordenación episcopal. Los obispos eméritos, al final, conservan sus
emblemas y títulos. Lo mismo ocurre con el Papa emérito, según esta
interpretación.
De esta manera, Benedicto XVI también se aseguró de no influir en el
cónclave que habría elegido un sucesor. Un cardenal, aunque ex Papa, podría
participar en las reuniones previas al cónclave de los cardenales y, por lo
tanto, dirigir la elección de un sucesor. Benedicto XVI nunca hizo eso.
Lo que hará el Papa Francisco sigue siendo un misterio. Hasta ahora, el
Papa Francisco nunca ha querido definir la figura del Papa emérito desde un
punto de vista jurídico. Sin embargo, había mantenido una relación cordial con
Benedicto XVI y siempre ha consentido cuando el Papa emérito pedía la
posibilidad de expresarse. En una de sus primeras
entrevistas con él en 2014, dijo que “el Papa Emérito no es una estatua y participa en la vida
de la Iglesia”.
¿Por qué, entonces, avanza ahora la idea de
institucionalizar la figura del Papa Emérito?
Parece haber varias razones. El primero se refiere a la salud del Papa
Francisco. Después de su operación el 4 de julio, el Papa se mostró vigoroso y
bastante activo en la audiencia general y en el Ángelus de agosto. Además, está
preparando un viaje bastante agotador a Budapest y Eslovaquia. Aun así, los
rumores de que el Papa posiblemente tenga una enfermedad “degenerativa” y “crónica”
(en palabras del sitio web, generalmente bien informado, Il Sismografo) han acelerado las
discusiones sobre la naturaleza del próximo cónclave.
El impulso para una reforma de las reglas del cónclave comenzó con
autores pro-Francisco. Primero Alberto Melloni y luego Massimo Faggioli
argumentaron a favor de un cónclave con un prolongado aislamiento de los
cardenales, desde las reuniones previas al mismo, que se realizan
semipúblicamente durante una semana antes de los procedimientos privados en la
Capilla Sixtina. Ambos también debatieron sobre el tiempo entre el anuncio del elegido
y su aceptación, para que el Papa electo pueda ser escudriñado en busca de “esqueletos en el armario” que pudieran dañar su
pontificado.
Luego hay un debate legal en curso sobre lo que algunos expertos creen
que son deficiencias críticas. La profesora italiana de Derecho Canónico de la
Universidad de Bolonia Geraldina Boni redactó un
estudio sobre este tema.
Boni, en su estudio, que ha sido discutido en los círculos vaticanos,
presenta “las razones de la necesidad y urgencia de
una intervención del legislador supremo de la Iglesia (el Papa) para llenar dos
lagunas legales”: el reglamento de la Sede Apostólica cuando el Papa no puede
ejercer, temporal o permanentemente, su cargo por “un impedimento irreversible”
y las normas de la “condición jurídica de un pontífice romano que renunció a su
cargo”.
En resumen: ¿qué hacer cuando un Papa tiene una enfermedad que afecta su intelecto y
su voluntad? ¿Y cuál es el estatus del Papa emérito?
Las crecientes conversaciones sobre el ensayo de Boni llevaron a rumores
de la renuncia del Papa Francisco. La lógica es esta: si
hemos comenzado a discutir el estatus del Papa emérito, entonces significa que
el Papa quiere renunciar.
El hecho es que nunca ha habido señales de que el Papa Francisco quiera
rendirse. Francisco le dijo a Nelson Castro, en una entrevista en el libro “La Salud de los Papas”, que se ve a sí mismo muriendo “como Papa, o en el cargo o emérito”.
Según un sacerdote argentino que conoce al Papa Francisco desde sus días
en Buenos Aires, “solo hay una razón por la que el
Papa Francisco renunciaría: para que pueda influir en el proceso de elección de
su sucesor”.
Es una lectura un tanto dura de la personalidad del Papa Francisco. Sin
embargo, si las reglas supuestamente nuevas establecen que el Papa emérito cae
en las filas de los cardenales, su presencia en las congregaciones generales
precónclave ciertamente podría influir en la elección de sus compañeros
cardenales.
¿Cuánto de todo esto es chisme y cuánto es verdad? Primero, es cierto que la salud del Papa ha sufrido un duro golpe y que
el propio Papa Francisco ha comenzado a acelerar algunas decisiones por si pasa
algo.
Fuentes del Vaticano dijeron a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– que
ahora esperan un cierre muy rápido del proceso aparentemente interminable de la
reforma de la Curia, que podría ocurrir entre finales de septiembre y
principios de octubre; un nuevo consistorio para la creación de cinco o seis
nuevos cardenales a principios de octubre; y luego una “serie
de decisiones con tono duro”, similar a la publicación de Traditionis
Custodes.
Según una fuente, “nadie espera que el Papa
muera o renuncie pronto. Pero todos se están preparando para no ser tomados por
sorpresa cuando suceda”.
Traducido y adaptado por Diego López
Marina. Publicado originalmente en CNA.
POR ANDREA
GAGLIARDUCCI | ACI Prensa
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