La oración en familia… ¡qué importante es! Unirse en oración es un momento fuerte y valioso para padres e hijos ¡Rezar en comunidad es sumamente importante!
La Iglesia anima a los
creyentes a tener este tiempo de espiritualidad en familia, «porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en
medio de ellos».
Cómo nos explica esta meditación, la
oración y la familia son dos grandes tesoros que tenemos en la tierra.
PLEGARIA Y UNIDAD FAMILIAR
Tener la oportunidad de crecer en un
hogar donde la oración es parte del día a día es una hermosa bendición.
Su importancia radica en el ejemplo de padres a hijos.
Aprender
a orar en todas las estaciones de la vida junto con la familia fortalece la
unión y los vínculos de parentesco.
La oración en familia brota de
la escucha de Jesús, de la lectura y familiaridad con su Palabra. Nos lo
confirma el Catecismo:
«La fe alcanza
su mayor fecundidad cuando se vive en interacción con los demás, y en primer
lugar con nuestro cónyuge y nuestros hijos, quienes, de hecho, forman nuestra
primera comunidad de vida, nuestra Iglesia doméstica» (CIC, 1655).
Vivir la fe de forma concreta
en el hogar implica que existan momentos de oración familiar, momentos de vivir
los sacramentos juntos. Sobre todo en la misa del domingo,
que se puede convertir en un auténtico ritual para disfrutar unidos.
EL VALOR DEL EJEMPLO
Vale la pena que el momento de
la oración sea acogedor y que no esté demasiado reglamentado. Cada familia
encontrará su manera de rezar. Según los periodos del año, de los
acontecimientos familiares, y de la creatividad de cada uno, recordando que
podrá evolucionar.
En lo que concierne a los
hijos, la mejor manera de que los padres les transmitan la fe es vivirla ellos
mismos. No hay mejor catequesis para un niño que la
imagen de sus padres unidos en la oración, una imagen así es más edificadora,
profunda y duradera que las palabras.
Es necesario que los hijos
vean rezar a sus padres en el hogar. Nos enseña el papa Francisco que:
«Es vital que la
oración en familia sea con devoción, que no se limite a las palabras, sino que
se transforme en hechos y testimonios de fe, para que los niños aprenden a
hacer los gestos, a repetir algunas fórmulas sencillas, algún canto, a estar en
silencio hablando a Dios».
Así
los niños aprenden a colocar al Señor en la línea de los primeros y más fundamentales
afectos, dice san Josemaría:
«Aprende a
tratar a Dios como Padre y a la Virgen como Madre. Aprende a rezar, siguiendo
el ejemplo de sus padres. Cuando se comprende eso, se ve la gran tarea
apostólica que pueden realizar los padres, y cómo están obligados a ser
sinceramente piadosos, para poder transmitir, más que enseñar, esa piedad a los
hijos, que comienza por la oración en familia».
Cuéntanos en los comentarios
si la oración en familia es una de tus favoritas. ¿Cómo
lo hacen?, ¿de qué maneras les gusta hacerlo?, ¿tienen alguna oración
predilecta?
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