Quédate conmigo Jesús, porque el día termina y la vida pasa; se acercan la muerte, el juicio y la eternidad. Es necesario que renueve mis fuerzas para no detenerme en el camino, y para eso Te necesito solo a Ti.
Se hace
tarde y yo tengo miedo a la oscuridad. Temo a las tentaciones, la sequedad, la
cruz, los sufrimientos. ¡Oh, cuánto Te necesito, Jesús
mío, en esta noche!
Quédate
conmigo Jesús; te necesito en todos los peligros de esta vida. Permíteme
reconocerte al partir el pan, para que la Comunión sea luz que disperse las
tinieblas, la fuerza que me sostenga y el gozo de mi corazón.
Quédate
conmigo Jesús; no Te pido consuelo divino, pues no lo merezco, pero la gracia
de Tu Presencia, oh, esa sí Te la pido.
Quédate
conmigo, Jesús, porque solo a Ti te busco. Tu Amor, Tu Gracia, Tu Espíritu.
Porque Te amo y no pido más que amarte más y más mientras viva y seguir
amándote por toda la Eternidad.
¡Jesús,
en Ti confío!
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