Pide rezar por los frutos de su viaje a Budapest y Eslovaquia
El papa
Francisco ha presidido la audiencia general de hoy 23 de septiembre. En su
catequesis ha hablado de la fe que «siempre nos purifica y nos aleja de la
mundanidad que nos arruina, a todos: es una carcoma que nos arruina por dentro»
(SIC/InfoCatólica) En la audiencia general del
cuarto miércoles de septiembre, el papa
Francisco ilustró a los fieles su Viaje
Apostólico a Budapest y Eslovaquia. Recordando su encuentro con las diversas iglesias cristianas, los
judíos, los jóvenes, los más vulnerables, los creyentes de otras religiones,
indicó el camino de la fraternidad: construir juntos el futuro con esperanza.
Una peregrinación de oración,
una peregrinación a las raíces, una peregrinación de esperanza: así definió el Papa Francisco su reciente viaje
apostólico a Budapest y Eslovaquia, terminado hace exactamente una semana, al
que dedicó su catequesis de la audiencia general de este cuarto miércoles de
septiembre.
Dirigiéndose a los fieles
presentes en el Aula Pablo VI, el Santo Padre explicó los diversos aspectos de
su peregrinación, que comenzó con la primera etapa en Budapest para la
celebración de la Santa Misa conclusiva del Congreso Eucarístico Internacional,
aplazada exactamente un año debido a la pandemia.
«La oración
comenzó en Budapest, en la Misa de clausura del Congreso Eucarístico
Internacional, con la
adoración a Jesús Sacramentado, y se concluyó con la Fiesta de la Virgen Dolorosa en
Šaštin», dijo el Papa en nuestro idioma.
Explayándose en su catequesis
en italiano, recordó la gran participación del pueblo santo de Dios, en el día
del Señor, reunido ante el misterio de la Eucaristía en la Misa de Clausura del
Congreso Eucarístico Internacional:
«Era abrazado
por la Cruz que sobresalía sobre el altar, mostrando la misma dirección
indicada por la Eucaristía, es decir la vía del amor humilde y desinteresado,
del amor generoso y respetuoso hacia todos, de la vía de la fe que purifica de
la mundanidad y conduce a la esencialidad. Esta fe siempre nos purifica y nos
aleja de la mundanidad que nos arruina, a todos: es una carcoma que nos arruina
por dentro».
UNA PEREGRINACIÓN DE
ORACIÓN EN EL CORAZÓN DE EUROPA
Fue una «peregrinación fue de oración en el corazón de Europa,
iniciado con la adoración y concluido con la piedad popular», añadió el
pontífice, al recordar que su peregrinación de «escucha» concluyó en Eslovaquia
en la Fiesta de María Dolorosa» en Šaštín. E indicó:
«Rezar porque a
esto es a lo que sobre todo está llamado el Pueblo de Dios: adorar, rezar,
caminar, peregrinar, hacer penitencia, y en todo esto sentir la paz y la
alegría que nos da el Señor. Nuestra vida debe ser así: adorar, rezar, caminar,
peregrinar y hacer penitencia. Y esto tiene una particular importancia en el
continente europeo, donde la presencia de Dios se diluye en el consumismo y en
los «vapores» de un pensamiento único – algo extraño pero real- fruto de la
mezcla de viejas y nuevas ideologías. Y esto nos aleja de la familiaridad con
el Señor, de la familiaridad con Dios. También en tal contexto, la respuesta
que sana viene de la oración, del testimonio y del amor humilde. Del amor
humilde que sirve. Retomemos esta idea: es cristiano está para servir».
LA IMPORTANCIA DE LA
MEMORIA
«No hay oración
sin memoria», afirmó a continuación el Santo Padre, recordando el encuentro con
«un pueblo fiel, que sufrió la persecución ateísta. Lo vi también en los
rostros de nuestros hermanos y hermanas judíos con los cuales recordamos la
Shoah».
«No
hay oración sin memoria. ¿Qué significa esto? Significa que cuando rezamos,
debemos recordar nuestra propia vida, la vida de nuestro pueblo, la vida de
tantas personas que nos acompañan en la ciudad, en el pueblo, cual ha sido la
historia…»
UNA PEREGRINACIÓN A
LAS RAÍCES
El segundo aspecto subrayado
por Francisco es el «recuerdo agradecido de estas
raíces de fe y de vida cristiana, vívido en el ejemplo luminoso de testigos de
la fe, como los cardenales Mindszenty y Korec, como el beato obispo Pavel
Peter Gojdič. Raíces que descienden en profundidad hasta el siglo
IX, hasta la obra evangelizadora de los santos hermanos Cirilo y Metodio, que
han acompañado este viaje como una presencia constante».
«En más de una
ocasión insistí en el hecho de que estas raíces están siempre vivas, llenas de
la savia vital que es el Espíritu Santo, y que como tales deben ser
custodiadas: no como exposiciones de museo, no ideologizadas e
instrumentalizadas por intereses de prestigio y de poder, para consolidar una
identidad cerrada. No. ¡Esto significaría traicionarlas y
esterilizarlas! Cirilo y Metodio no son para nosotros personajes para
conmemorar, sino modelos a imitar, maestros de los que aprender siempre el
espíritu y el método de la evangelización, como también el compromiso civil –
durante este viaje en el corazón de Europa pensé a menudo en los padres de la
Unión Europea, como la soñaron: no como una agencia para distribuir las
colonizaciones ideológicas de la moda, no. Como la soñaron ellos. Así
entendidas y vividas, las raíces son garantía de futuro: de ellas brotan
gruesas ramas de esperanza».
LA ESPERANZA DE LOS
JÓVENES Y DE QUIENES SE OCUPAN DEL PRÓJIMO
La esperanza es el tercer
aspecto de este viaje, afirma el Papa. Esperanza que ha visto «en los ojos de los jóvenes, en el inolvidable encuentro
en el estadio de Košice». «Un signo fuerte y alentador, también gracias a la
presencia de numerosas parejas jóvenes, con sus hijos», en este tiempo
de pandemia.
«Como fuerte y
profético es el testimonio de la beata Anna Kolesárová, joven eslovaca que a
costa de su vida defendió la propia virginidad contra la violencia: un
testimonio más actual que nunca, lamentablemente, porque la violencia sobre las
mujeres es una llaga abierta».
Esperanza que el Santo Padre
ha visto también en tantas personas que «silenciosamente,
se ocupan y se preocupan del prójimo»:
«Pienso en
las Hermanas Misioneras de la Caridad del Centro Belén en Bratislava,
que acoge a personas sin hogar. Pienso en la comunidad gitana y en los que se
comprometen con ellos por un camino de fraternidad y de inclusión. Fue
conmovedor compartir la fiesta de la comunidad gitana: una fiesta sencilla, que
sabía a Evangelio».
Una «esperanza»
que se hace concreta «solo si se declina con
otra palabra: juntos», precisa el Obispo de Roma:
«En Budapest y
en Eslovaquia nos hemos encontrado juntos con los diferentes ritos de la
Iglesia católica, juntos con los hermanos de otras confesiones cristianas,
juntos con los hermanos judíos, juntos con los creyentes de otras religiones,
juntos con los más débiles. Este es el camino, porque el futuro será de
esperanza si será juntos».
EL CORAZÓN COLMO DE
AGRADECIMIENTO DEL PAPA
Después de este viaje, en mi
corazón hay un gran «gracias», concluye
el Pontífice.
Un gracias que Francisco extiende «a los obispos y
a las autoridades civiles; gracias al presidente de Hungría y a la Presidenta
de Eslovaquia, gracias a todos los colaboradores en la organización; gracias a
los muchos voluntarios; gracias a cada uno de los que han rezado». Con
una petición final:
«Por favor, añadan
aún una oración, para que las semillas esparcidas durante el viaje den buenos
frutos».
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