viernes, 27 de agosto de 2021

EL MILAGRO EUCARÍSTICO DE O CEBREIRO: CUANDO EL CAMPESINO DIO UNA LECCIÓN DE FE AL MONJE BENEDICTINO

EL MILAGRO SE PRODUJO CUANDO EL MONJE SE BURLÓ DE LA FE DEL CAMPESINO

En el corazón del Camino de Santiago, en la primera localidad que hay entrando en Galicia, El Cebrero (O Cebreiro, en gallego), la ruta Jacobea ofrece un especial regalo a los peregrinos y a los devotos de la Eucaristía de todo el mundo. Allí, en torno al año 1300 se produjo un milagro eucarístico que se difundió por toda Europa gracias a los peregrinos y en el que intervino la fe auténtica de un campesino ante el misterio de la Eucaristía y las dudas de un monje benedictino. La conocida como “Iglesia del milagro Eucarístico” es un templo prerrománico del siglo IX, quizá contemporánea al descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago en Compostela, puesto que parece que fue erigida por los benedictinos el año 836, y lamentablemente venida a menos desde que los monjes fueron expulsados por la desamortización de Mendizábal. El milagro, en gran medida desconocido en la actualidad, está presente en el escudo de Galicia, y su influencia es palpable en las leyendas de la búsqueda del Santo Grial e, incluso, sirvió para inspirar a Wagner su opera Parsifal.

Tenemos varias fuentes para conocer el milagro, pero quizá la más acreditada data de los primeros años del siglo XVII siendo redactada por el P. Yepes, un cronista benedictino que narra los hechos de la siguiente manera:

» Cerca de los años de mil y trescientos había un vecino vasallo de la casa del Zebrero en un pueblo que dista a media legua llamado Barja Mayor, el cual tenía tanta devoción con el santo sacrificio de la misa que por ninguna ocupación ni inclemencia de los tiempos recios faltaba de oír misa. Es aquella tierra combatida de todos los aires, y suele cargar tanta nieve que no sólo se toman los caminos, pero se cubren las casas y el mismo monasterio, la iglesia, y hospital suelen quedar sepultados, y allá dentro viven con fuegos y luces de candelas, porque la del cielo en muchos días no se suele ver, y si la caridad (a quien no pueden matar ríos ni cielos) no tuviese allí entretenidos a los monjes para servir a los pobres, parece imposible apetecer aquella vivienda. Un día, pues, muy recio y tempestuoso lidió y peleó el buen hombre y forcejeó contra los vientos, nieve y tempestades; rompió por las nieves y como pudo llegó a la iglesia.

» Estaba un clérigo de los capellanes diciendo misa, bien descuidado de que en aquel tiempo trabajoso pudiese nadie subir a oír misas. Había ya consagrado la hostia y el cáliz cuando el hombre llegó, y espantándose cuando le vio, menespreciole entre sí mismo, diciendo: “¡Cuál viene este otro con una tan grande tempestad y tan fatigado ver un poco de pan y de vino! El Señor, que en las concavidades de la tierra y en partes escondidas obra sus maravillas, la hizo tan grande en aquella iglesia, a esta sazón, que luego la hostia se convirtió en carne y el vino en sangre, que viendo Su Majestad abrir los ojos de aquel miserable ministro que había dudado y pagar tan gran devoción como mostró aquel buen hombre, viniendo a oír misa con tantas incomodidades”.

LOS RELICARIOS

La Iglesia del Milagro Eucarístico, o Santa María la Real, que es su auténtico nombre, custodia las pruebas del milagro, así como los mausoleos del monje y del campesino, que se llamaba Juan Santín. En la capilla del milagro hay una vitrina en donde se encuentran el cáliz y la patena donde se produjo el milagro, ambas son joyas de orfebrería románicas del siglo XII, y el relicario que custodia la carne y la sangre de Cristo.

Junto al altar se encuentra la imagen de Santa María la Real. Se trata de una talla románica, y aunque el P. Yepes no lo señala en su narración, la tradición afirma que la Virgen inclinó su cabeza para poder observar el Santo Milagro y se quedó en la posición en la que se encuentra actualmente. Es interesante observar que a la izquierda del altar se encuentra el sepulcro del que quizá haya sido el párroco más famoso de este templo, don Elías Valiña Sampedro, fallecido en 1989, que emprendió las restauraciones de esta iglesia y pasará a la historia por ser el gran impulsor del Camino de Santiago en la segunda mitad del siglo XX.

LOS REYES CATÓLICOS Y EL MILAGRO EUCARÍSTICO.

Los Reyes católicos en su peregrinación a Compostela, en el año 1486, se hospedaron con los benedictinos y pudieron contemplar el milagro. Durante casi doscientos años, la Hostia convertida en Carne permaneció sobre la patena, por lo que la Reina Isabel encargó un relicario de cristal para poder custodiar el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El cronista benedictino, el P. Yepes, hacía referencia al milagro en estos términos: “Yo, aunque indigno, he visto y adorado este santo misterio, he visto las dos ampollas en una de ellas está la sangre, que parece apenas coagulada, roja como la de un cabrito recién sacrificado, he visto también la carne, que es roja y seca”.

En la actualidad es posible venerar las reliquias en la fiesta del Corpus Domini, el 15 de agosto y el 8 de septiembre, pues son sacadas en procesión junto con la imagen de la Virgen que inclinó su cabeza.

WAGNER Y EL MILAGRO EUCARÍSTICO

No hay duda que la influencia y el conocimiento que ha habido de este milagro en toda Europa ha podido influir en numerosos poemas vinculados con la búsqueda del Santo Grial. De hecho, don Elías Valiña, quien fuera el párroco de O Cebreiro y estudioso del tema, señaló en una ocasión que “para muchos autores, el Cebrero con su milagro ha proporcionado el tema a Wagner para la composición del Parsifal. Así, el famoso país de Parsifal es Galicia; el templo indestructible sito en la montaña, el santuario del Cebrero; y el Grial misterioso, el cáliz del Cebrero”.

Fernando de Navascués / ReL

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