jueves, 5 de agosto de 2021

CARTA DE UN PESCADOR A SU ESPOSA

 Amor mío, me voy de pesca nuevamente y veo en tus ojos el reproche callado de dejarte sola...

No me juzgues, no es que no quiero estar contigo, sino que necesito estar conmigo mismo, pero sé, que por más que insistas en tratar de comprender el afán que me embarca al ir de pesca, jamás podrás comprenderlo...

Es que siento en el alma ese amor por los espacios abiertos, por el pique del pez, la fogata y la aventura.

Necesito un lugar alejado, con agua, viento. Quiero ensuciarme, descuidar mi aspecto, sentir el cansancio, que queme el sol mi cara, me congele la helada y pasar frió.

Quiero ver un rió o un mar, plantas, animales salvajes, flores silvestres, nieve, hielo, barro, piedras...

Quiero sentarme y reírme con mi compañero de pesca de pavadas, quiero extrañarte e imaginarte esperando mi regreso.

Me miento y digo que esta será la mejor pesca que vaya a realizar en mi vida... aunque sé que en la próxima, volveré a decirme lo mismo... y ya en el agua... estoy feliz… caña en mano y a mirar la puntera que me hipnotiza... es una paz única.

A veces siento que he nacido en épocas equivocadas, donde el triunfo del hombre se mide en plásticos de tarjetas de crédito, donde el frió se regula con un termostato y el calor del verano no existe al prender un aire acondicionado.

He nacido en una época de traiciones y luchas por una cuenta de bancos, donde todo se compra y se vende.

Pero cuando pesco, amor mío, me alejo de este mundo de bocinas, de escapes venenosos, me alejo del confort, del lujo y la televisión que idiotiza.

Yo puedo aceptar las reglas del juego, soy lo suficientemente civilizado como para convivir en este espacio de locos, pero déjame que me escape cada tanto.

Amo a mis cañas y redes porque son el juguete que me transporta a este gran juego que es la pesca, y te pido que no veas en ellas un instrumento de muerte, porque lo son de vida... jamás me siento más vivo que cuando las empuño tras la presa.

Y veras que cuando ya no pueda más hacerlo, estaré por ahí sentado al sol, donde me pongan las cariñosas manos de nuestros hijos o las tuyas, y una sonrisa lejana se dibujara en mis labios resecos. No pienses que es la vejes inevitable, sino que estaré recordando alguna pesca.

Y si me vieras abatido y solo, aburrido en mi sillón, pon en mis manos mi red gastada, al tocarla y rozar sus formas de acero, me transportare en el tiempo... veras entonces que mis manos apretaran al viejo compañero tratando de recuperar esos momentos ya idos..

Quizás sea, mi amor, que hoy me voy de Pesca, para poder atesorar esos momentos... y así poder vivir feliz... en el mañana...

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