El P. Eduardo Hayen Cuarón, director del semanario Presencia de la Diócesis de Ciudad Juárez (México), respondió recientemente a la inquietud de qué pasa con el alma en las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer.
En un artículo titulado “En los umbrales
del Más allá”, el P.
Hayen Cuarón señaló que “duele ver que uno de
nuestros seres queridos empieza a perder los rasgos de su personalidad que
tanto hemos amado, como son su simpatía, servicio, buen humor, amabilidad,
conocimientos, diálogo y muchos otros que la hacen ser una persona única en el
mundo”.
“Podemos, incluso, llegar a creer que ya no se
trata de la misma persona y que es otro ser diferente; ‘ya no es él’, suelen decir los
familiares”, continuó.
El sacerdote mexicano subrayó que “encontrar
personas disminuidas seriamente sus facultades físicas y mentales debe
inspirarnos, como cristianos, un profundo respeto por la obra de Dios en
ellas”.
“Mientras que para el mundo superficial la persona
únicamente vale por su productividad o belleza, los cristianos que saben ver
más allá de las apariencias, descubren en los enfermos terminales a
hijos amadísimos de Dios con quienes el Señor quiere compartir su misma vida
divina. Sus vidas son un bien precioso a las cuales el amor del Padre les da
sentido y valor”.
¿QUÉ ES LA ENFERMEDAD
DE ALZHEIMER?
MedlinePlus, servicio informativo en línea de
la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, explica que “la enfermedad de Alzheimer es la forma más común de
demencia entre las personas mayores”.
“La demencia es un trastorno cerebral que afecta gravemente la
capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividades diarias”, añade.
Tras indicar que “el Alzheimer comienza
lentamente. Primero afecta las partes del cerebro que controlan el pensamiento,
la memoria y el lenguaje”, MedlinePlus señala que “con el tiempo, los síntomas del Alzheimer empeoran” y
“las personas pueden no reconocer a sus
familiares”.
La enfermedad de Alzheimer, añade, “suele
comenzar después de los 60 años. El riesgo aumenta a medida que la persona
envejece”.
“Ningún tratamiento puede detener la
enfermedad. Sin embargo,
algunos fármacos pueden ayudar a impedir por un tiempo limitado que los
síntomas empeoren”, explica.
“LA PERSONA SIGUE
SIENDO LA MISMA”
El P. Hayen Cuarón indicó en su artículo que “la
persona humana es un ser físico y espiritual al mismo tiempo. Cuando aparece
una enfermedad que afecta al cerebro, la parte espiritual de la persona, es
decir, su inteligencia, puede verse afectada para expresarse”.
“Sabemos que el cerebro y la inteligencia no se
identifican, no son la misma cosa. El espíritu es superior a la
materia y no puede provenir de ella”, precisó.
“Por ser inmaterial y por ser capaz de producir
pensamientos abstractos, la inteligencia o el alma espiritual del hombre es
superior a su cerebro, aunque actúa en colaboración con este”, añadió.
El sacerdote remarcó que “si el cerebro
enferma por un proceso natural o por un fuerte golpe, la persona sigue siendo
la misma, –el alma espiritual
continúa manteniendo vivas las funciones del cuerpo– aunque no pueda desplegar
sus facultades mentales”.
El P. Hayen Cuarón señaló luego que “llegará
el día, quizás, en que a nosotros nos lleven a donde no queramos, nos extiendan
los brazos y nos vistan, según las palabras de Jesús a Pedro”.
“El tiempo habrá hecho su desgaste y entraremos a
formar parte de ese grupo de ciegos, cojos, leprosos, sordos o tullidos que necesitarán
silla de ruedas y oxígeno complementario”, dijo.
“En esas circunstancias nuestra vida
conservará todo su valor, y en esa existencia disminuida también habremos de alegrarnos porque
para esas personas vino el Mesías”, destacó.
Al finalizar su artículo, el sacerdote mexicano alentó a mantener “la fe firme en Jesucristo y cuando veamos nuestras vidas
parecer abandonadas en la oscuridad de la noche, sepamos que Él vela
amorosamente junto a nosotros”.
“Así esperaremos expectantes el día que se anuncia y
que no tendrá fin”, concluyó.
POR DAVID RAMOS
| ACI Prensa
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