martes, 13 de julio de 2021

LOS VIEJOS ROCKEROS NUNCA MUEREN...

 Conversión de Alice Cooper.

Por: Antonio Aldrette | Fuente: Buenas Noticias

El escenario inmerso en una espesa nube de humo. El público enfebrecido corea hasta el desgañite. Bajo, batería, teclados y guitarra -vestidos estrictamente de negro- están en sus puestos y en expectativa. En el ambiente cargado se percibe gran exaltación. Estamos ante el así llamado “fenómeno masa” en pleno apogeo.

Del centro del escenario -montado en una plataforma móvil- surge un individuo con las melenas sueltas. La cara maquillada con un negro-profundo que le chorrea hasta la boca y le confiere un aspecto satánico. En ese instante el público revienta coreando «¡Cooper!, ¡Cooper!, ¡Cooper!»

Efectivamente, se trata de Alice Cooper, uno de los mayores exponentes del rock así llamado Heavy Metal o satánico en los años 70-80’s. Sus conciertos no eran precisamente un recital de delicadeza y buen gusto. Cooper los solía terminar destrozando a golpes de hacha muñecos que guardaban un gran parecido con bebés. La multitud escuchaba sus pseudo-consejos como venidos del gran gurú espiritual del heavy metal.

“Los viejos rockeros nunca mueren”. Pero con el tiempo algunos se convierten, y este es el caso de Cooper que ahora se ha convertido al cristianismo para magna sorpresa de muchos. En sus antiguos conciertos las letras de las canciones hablaban de necrofilia, violencia, sexo, alcohol y drogas. Pero ahora toda esta parafernalia ha quedado en el olvido. Ahora quiere dedicar su vida «a seguir a Jesucristo».

La razón del este cambio tan radical la explica él mismo. Cuando el alcohol estaba haciendo zozobrar definitivamente su vida y su matrimonio, su esposa Sheryl le llevó a un templo en el que el pastor «lanzó un sermón incendiario sobre el infierno». El predicador despertó en el controvertido músico «las ganas de no querer ir al infierno», y las olvidadas oraciones y creencias de su infancia recuperaron protagonismo en su vida.

Ahora Cooper sigue dando consejos a sus fans, pero muy diversos a los de su vida pasada. En una entrevista en “Hard Music Magazine” declaró: «No quiero convertirme en una celebridad cristiana», porque «es muy fácil centrarse en Alice Cooper y no en Cristo. Yo soy un cantante de rock. No soy nada más que eso. Me considero muy abajo en la escala de cristianos conocedores».

Y apostilla: «Yo era una cosa antes. Ahora soy algo completamente nuevo. No juzguen a Alice por lo que solía ser. Alaben a Dios por lo que soy ahora», sentencia el rockero en la entrevista. Su conversión le ha hecho cambiar también su punto de vista sobre el diablo. «Yo quiero decir: ¡tengan cuidado! Satanás no es un mito; no vayan por ahí creyendo que Satán es una broma», advierte.

El cantante sigue en activo haciendo realidad el refrán que propugna la inmortalidad de los viejos roqueros. Sólo que ahora ya no deja serpientes sobre el escenario ni promueve música satánica, y es fácil verle cada semana rezando apaciblemente en una iglesia.

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