sábado, 3 de julio de 2021

HACER LA COMPRA PUEDE SER PELIGROSO

Hoy hace 27 años que fui ordenado como presbítero. En esa época, no ejercía en el campo de la liberación de los malos espíritus, ni se me pasó por la cabeza dedicarme a escribir novelas ni tratados de mi especialidad, ni daba conferencias. Solo me dedicaba a mi trabajo pastoral y solo a eso. Y no había en mi cabeza ni en mis ilusiones ninguna otra cosa: confesonario, visitar enfermos, catequesis, cosas así; ese era mi horizonte. No tenía ninguna ilusión que la de ser un buen párroco en algún pueblecito. Qué sencillez la de ese joven. Me contemplo a mí mismo y me enternezco viendo la pureza de ese corazón.

Pero tuve que hacer mi servicio militar porque era obligatorio. Así que pasé un año como capellán castrense. Y allí fue donde las cosas comenzaron a derivar hacia aquello en lo que me he convertido. En el cuartel militar, por las mañanas, no tenía nada de trabajo, absolutamente nada. Todos los reclutas estaban ocupados en sus quehaceres. Por la tarde, muchos descansaban, estaban en la cantina, en los dormitorios comunes, en muchos lugares; pero por la mañana, no.

Y ahí fue donde se me ocurrió la idea de hacer la licenciatura en teología para ocupar mi tiempo. Estaba yo en Madrid, tenía tiempo y una persona me lo aconsejó. Así que pedí permiso a mi obispo diocesano y al vicario territorial castrense, también a mi coronel; y comencé mi licenciatura.

Sin esas mañanas completamente libres y estando en Madrid, no sé si hubiera estudiado la licenciatura. Una vez metido en la licenciatura, vino el tema del exorcismo y la pasión por escribir. 27 años después... soy lo que soy, para bien o para mal. Una vida dedicada a un campo que jamás se me pasó por la cabeza en todo mi tiempo en el seminario.

P. FORTEA

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