450 AÑOS DESPUÉS, ALBERTO BÁRCENA DESTACA LOS «SIGNOS DE PROTECCIÓN» QUE ACOMPAÑARON A LA BATALLA
En su conferencia para el Centro Josef Pieper sobre
San Pío V, la Batalla de Lepanto y la Virgen de la Victoria, el profesor
Alberto Bárcena expuso algunos de los signos sobrenaturales que acompañaron a
la victoria.
El próximo 7 de octubre se
cumplen 450 años de la victoria católica en la batalla de
Lepanto. Desde mediados del siglo XVI, el Imperio Otomano amenazaba
con invadir Roma y la Cristiandad. Para su defensa, el Papa San Pío V convocó
una coalición, la Liga Santa, que aglutinó a España y a la mayor parte de los
estados que formaban lo que hoy es Italia.
La batalla de 1571, de
dimensiones históricas, fue definida por Cervantes como “la más alta ocasión que vieron los siglos”. A juicio de los especialistas, la
victoria católica supuso la salvación de Europa de “amputaciones tales
que la hubieran hecho inviable como proyecto de civilización”.
Como parte del su curso anual
sobre “Cristiandad e Hispanidad: su sentido y
vigencia”, el Centro de Humanidades Josef Pieper ha
invitado al doctor Alberto
Bárcena para recordar el significado
espiritual de la batalla. A lo largo de su ponencia, Bárcena ha
destacado nueve rasgos sobrenaturales de un episodio que define
como “un combate espiritual” y que explican
la victoria en una batalla desigual y en la que el Imperio Otomano tenía las de
ganar.
1º
JUAN DE AUSTRIA Y PÍO V, LÍDERES DE FE Y ORACIÓN
“San Pio V, a quien podríamos considerar el Papa del Rosario,
además de una gran inteligencia y capacidad de gestión, aportó
lo fundamental: la oración”, afirma
Bárcena. “Como dijo del Papa el embajador español en
Roma Juan de Zúñiga, `pliega a Dios darle la victoria que la Cristiandad ha de
menester, que Su Santidad trae muy buen cuidado de suplicárselo, ayuna
tres veces en semana y está cada día muchas horas en oración por
esto´”.
Bárcena destaca la fe del otro
gran líder de la batalla, Juan de Austria,
poniendo como ejemplo la carta que le envió al príncipe de Éboli antes de la
batalla. "La gana que hay en esta armada de
pelear, es mucha, y la confianza en lo de vencer no es menor, pero haga
Dios como Él más se sirva".
Antes de entrar en combate,
explica Bárcena, “don Juan oró de rodillas, y los sacerdotes
que iban a bordo bendijeron e impartieron a los soldados la absolución general, entrando en combate en estado de gracia”.
2º
TODO EL PODER DE UN IMPERIO EN DEFENSA DE LA FE
Felipe heredó de su padre, Carlos V, la defensa de la Cristiandad. “Estoy determinado de emplear mis reinos y señoríos,
mis amigos, mi cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma” en defensa de la fe católica,
declaró en Worms durante el enfrentamiento con Lutero.
Por ello, continúa Bárcena, “si algo antepone Felipe II a cualquier
cuestión de Estado es lo religioso:
puede renunciar a sus territorios, perder puestos importantes como en Flandes o
sacrificar lo material sin dolor alguno cuando se trata de defender la causa de
la religión católica”.
Así lo muestra la sentencia real
durante la empresa oriental en Japón: “Mandamos, y
cuanto podemos encargamos a los de nuestro Consejo de Indias, que pospuesto
todo provecho de interés nuestro, tengan por principal cuidado las cosas de
conversión y doctrina”.
3º
SAN PÍO V, UN HOMBRE DE ACCIÓN
“San Pío V,
de nombre secular Miguel Ghislieri, era un hombre santo, decidido, y de acción. Viendo la gravísima situación de
la Cristiandad entre la herejía y la amenaza islámica, lanzó la idea de crear
una gran alianza católica en Europa, la Liga Santa. Contaba con España y las
monarquías y ducados que quisieran unirse, y se adelantó él mismo a ponerse a la cabeza de la Liga, aportando galeras y hombres de guerra”.
Conferencia
completa de Alberto Bárcena sobre "San Pío V, la Batalla de Lepanto y la
Virgen de la Victoria".
4º
UN CAPITÁN GENERAL SURGIDO DEL EVANGELIO
“Hay una piadosa
tradición, y muy fundamentada, que dice que el Papa, dándole vueltas a quien podía
ser el líder indiscutible, fijó su vista en el Evangelio de
San Juan y leyó: `Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioannes´ (Hubo
un hombre enviado por Dios cuyo nombre era Juan). Al verlo, pensó: `Es Juan de
Austria, el gran héroe recién enaltecido por su victoria en las
Alpujarras, que además tenía como misión después de esta someter a los piratas
berberiscos del norte de África´”.
5º
LEPANTO, UNA CRUZADA CON LA BENDICIÓN DE LOS SOLDADOS DE TIERRA SANTA
“Felipe II
no se quedó atrás en
generosidad y aceptó la propuesta de Pío V. Puso tres sextas partes del dinero
necesario y de los hombres para acabar con el poderío otomano.
Otras dos partes las pondría Venecia, y el Papa aportó sus hombres y
subvenciones como parte restante de los gastos de la liga”, resume el profesor. “Debido a la
superioridad numérica aportada por España, Felipe pidió al Papa que concediese la
bula de cruzada”.
San Pío V se apresuró en enviar
al nuncio pontifico, el obispo monseñor Odescalco. "Al
llegar a Mesina, concedió barco por barco las indulgencias
plenarias que recibían los cruzados de Tierra Santa, la bendición apostólica y jubileo extraordinario a toda
la armada”. Cuentan las crónicas, además, que el nuncio llevó un relicario con las astillas de la Vera Cruz (la cruz de
Cristo) que distribuyó entre los capitanes de la armada. La
insignia que recibió fue un estandarte azul decorado con
Cristo crucificado, la Virgen de Guadalupe y los escudos de España,
el papado y Venecia.
6º
UN DÍA VERANIEGO, ERRORES TURCOS Y OTROS “SIGNOS DE PROTECCIÓN ESPECIAL”
Bárcena cuenta que, cuando don
Juan se dispuso a comenzar la batalla el 7 de octubre de 1571, “se presentaron señales de protección especial. Amaneció
como un día de verano, la mar en calma, y con tan poco viento
que las galeras turcas tuvieron que utilizar los remos. Cuando los
turcos abrieron fuego de artillería contra `La real´ de don Juan, los tres
erraron. Pero cuando devolvió el fuego de artillería, acertó en la nave
capitana de los turcos, causando un daño enorme”. Otro signo:
“A las 12, hora del Ángelus, comenzó esta terrible
batalla que Cervantes calificó como `la más alta ocasión que vieron los
siglos´”.
7º
LAS CIFRAS DE UNA VICTORIA APLASTANTE
La victoria
cristiana en la batalla fue aplastante. “El almirante turco murió en combate, sus hijos fueron hechos
prisioneros y el Canciller de la Sublime Puerta, equivalente a un Primer
Ministro, fue hecho prisionero. De 300 galeras turcas, solo 40 quedaron
intactas, y las demás fueron hundidas o apresadas. Los cristianos
sufrieron 10.000 bajas entre muertos y heridos graves, y 13 galeras perdidas.
Por su parte, las bajas turcas se estima que
fueron unas 40.000, a los que habría que añadir los 12.000
cautivos cristianos que quedaron libres”.
8º
LA VISIÓN DE LA VICTORIA
Sin embargo, la noticia de la gran victoria tardó en llegar a Roma cerca de dos semanas. “Antes, el Papa, que estaba reunido
con su tesorero, Donato Cesis, de pronto cortó la conversación, abrió una
ventana y se puso a mirar al cielo. Entonces le dijo al tesorero: ` Id con
Dios. No es ésta hora de negocios, sino de dar gracias a Jesucristo, pues
nuestra escuadra acaba de vencer´”.
El profesor Bárcena se refiere a
una visión que el Papa tuvo en aquel momento en la que un ángel le hizo ver fugazmente cómo quedó el mar en el Golfo de Lepanto y los estandartes triunfantes de la Cristiandad”.
Don Juan de
Austria, hijo natural de Carlos V, comandó las tropas en Lepanto y neutralizó
la amenaza islámica en España.
9º
UN PAPA MARIANO Y DEVOTO DEL ROSARIO QUE INCLUYÓ UNA NUEVA LETANÍA
“El papa, muy
mariano, como buen dominico que reza el rosario con frecuencia, sabía que había
sido la Virgen la intercesora nuestra en aquella ocasión”. A tal efecto había convocado en la basílica de Santa María la
Mayor un rosario público para pedir por el éxito de
la empresa.
"En 1571, San
Pío V impulsó esa oración mariana por excelencia: lo rezó largamente en los
meses previos a la batalla; ordenó que se rezara -los propios soldados lo
rezaron en Lepanto justo antes de entrar en acción- y lo rezó incesantemente
mientras el combate tenía lugar", relata
Bárcena en su primera parte de La Pérdida de España (San
Román).
“Por
eso, incluyó en las letanías lauretanas una invocación nueva, Auxilium Christianorum (Auxilio
de los Cristianos) para honrarla y pedir su protección como el auxilio de los
cristianos que siempre ha sido. El 7 de octubre, además estableció
la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, que años más tarde se
convertiría en la fiesta de la Virgen del Rosario”, concluye.
AÑO
JUBILAR MARIANO EN LA DIÓCESIS DE ALCALÁ
Entre el 28 de noviembre de 2020
y el 20 de noviembre de 2021, Juan Antonio Reig Plá, obispo de la diócesis de Alcalá, ha
convocado un Año Jubilar en recuerdo de la victoria de
Lepanto,
para “promover el rezo del santo rosario como hizo entonces toda la
Cristiandad y poder lucrarse con la indulgencia plenaria”.
Para ello, el obispo destaca el
convento de Villarejo de Salvanés como uno de los destinos principales de las
peregrinaciones del año jubilar, que tendrán como objeto la visita de la Virgen
de la Victoria de Lepanto, cedida por el Papa al convento de Madrid.
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