Mi preciosa niña interior.
¡Qué
bonita eres!
¡Te
adoro!
Quiero
abrazarte tan fuerte y hacerte sentir todo ese amor, y aprobación que tal vez
nunca recibiste.
Gracias
por ser tan maravillosa.
Te amo
con todo mi corazón.
No me
hubiera gustado que pasaras por tantas cosas tan dolorosas, pero eres tan fuerte
que nada puede detenerte. No lo dudes nunca.
No
guardes dolor en tu corazón, te estorbará mucho en tu vida adulta.
Sana ese
corazoncito sensible y bondadoso.
Sánalo
porque si no se llenará de ira y amargura.
Llora,
por favor llora, llora todo lo que quieras hasta que sientas que las penas se
han ido.
Aquí
estoy para abrazarte.
Te
arrullo y te lleno de besos.
Te amo
con todo mi corazón.
Yo te
cuido. Yo te protejo.
Te veo y
te comprendo.
Te
consuelo y te doy lo mejor de mí.
Aprendo a
amarme al verte tan hermosa y dulce, tan inocente.
Recuerdo
tu pureza, tu dulzura, tu conexión con la divinidad, y aprendo a escucharte
nuevamente a través mi voz interior.
Te sano y
me sano.
Somos
libres y felices, armoniosas, realizadas y exitosas.
A ti mi
niña maravillosa te prometo que voy a hacer lo mejor de mí para dártelo.
Te
prometo que vas a lograr ser eso que soñabas ser cuando eras pequeñita.
Te
prometo que te vas a sentir inmensamente orgullosa de ver la mujer en la que te
has convertido.
Pero
sobre todo te prometo que te voy a hacer feliz.
Nunca
olvides todo lo que vales.
Cree en
ti mi niña.
Quiérete
mucho.
No dejes
que las ranas envidiosas del pantano apaguen tu luz.
Tú
puedes.
Te
amo bonita.
Aquí
estoy para ti.
Gracias
por ser tan maravillosa.
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