Un día (cuando yo tenía 12 años) mi papa pasó por mí para llevarme a pasear y le mostré con mucho miedo y pena mis calificaciones (había reprobado matemáticas)…
“Mi mamá está furiosa y no quiso firmarlas, dice que me las firmes tú y
si no las firma alguien no puedo entrar a la escuela mañana”. le dije.
“Ah
ok” contestó mi papá firmando. “listo,
ten”.
“¿Pero… no me vas a regañar?” pregunté.
“¿Para
qué?”
“Pues reprobé…”
“Pues estudia más para la próxima y ya” dijo.
Yo me le quede viendo muy confundida.
“Pero mi mamá quería que que me regañaras y me castigaras”
“A
ver, llámale a tu mamá y pásame el teléfono”.
Y le llamé…
Cuando
ella contestó, mi papá empezó a gritar fúrico:
“¡¡¡No
puede ser Aislinn!!! ¡de verdad estás canija! Íbamos a ir al parque por un
helado pero olvídate de eso! Matemáticas reprobadas, carajo! ¡Qué vergüenza, te
pasas!”
Y colgó.
Me le quede viendo a mi papá algo asustada sin entender bien lo que había pasado.
En eso el
suelta la carcajada y me dice con una sonrisa: “Listo!
ya te regañe! vamos por un helado!”.
No sé qué tan “bien o mal” estuvo eso pero esa y muchas más anécdotas de este estilo nunca se me olvidaron…
Gracias
por enseñarme a no tomarme la vida tan en serio papá… te amo con todo mi
corazón.
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