LOS RELIGIOSOS CATÓLICOS QUE OFRECEN SERVICIOS SANITARIOS EN ESPAÑA NO ESTÁN DISPUESTOS A APLICAR LA EUTANASIA
Las órdenes
religiosas católicas que regentan unos 75 centros sanitarios en España han
difundido ayer un manifiesto contra la ley de Eutanasia, que entra en vigor
mañana. Al texto se han adherido los Camilos, la Orden de San Juan de Dios,
Hospitales Católicos de Madrid, la Federación Lares y CONFER
(InfoCatólica) Las instituciones religiosas
católicas que prestan servicios sanitarios critican la ley de eutanasia, constatan
que se puede prestar ayuda eficaz a las personas que quieren suicidarse por
padecer una enfermedad terminal o discapacitante, y advierten que nadie está legitimado para provocar la muerte de un semejante y por tanto no
están dispuestos a cooperar para poner fin a la vida de nadie.
TEXTO DEL MANIFIESTO
Instituciones religiosas
dedicadas a la asistencia sanitaria que ofrecemos a la sociedad un compromiso
constante y fehaciente, desde siempre, con el cuidado de las personas en el
periodo final de su vida o de aquellas personas con graves discapacidades y
limitaciones funcionales, ante la promulgación de una Ley de Eutanasia en
España,
CONSTATAMOS:
§ Que la vida es un bien y un
valor fundamental sobre el que se sustenta la persona, por lo que su respeto es
imprescindible para hacer posible una convivencia social en paz. Nadie está
legitimado moralmente a suprimir o provocar la muerte de un semejante.
§ Que la vida humana tiene sus
límites, tanto temporal como en cuanto a las condiciones concretas en las que
se desarrolla.
§ Que la sociedad, a
través de la solidaridad, puede hacer posible que personas con vidas frágiles o
muy limitadas se encuentren integradas y acogidas en el entorno social y
familiar cercano, logrando una experiencia de confort vital adecuado para
vivirla con esperanza. Para esto son necesarias actitudes de compromiso
interpersonal solidario con los enfermos y personas discapacitadas, y recursos
suficientes sanitarios y sociales que hagan posible el afrontamiento efectivo
de estas situaciones.
§ Que, si no se da un soporte
social, y también sanitario, efectivos, el dolor y el sufrimiento que a veces
se presenta en situaciones de final de la vida o de situaciones de dependencia
graves y muy limitantes, pueden generar desesperanza y deseos de no vivir en
unas condiciones que a veces pueden llegar a ser muy penosas. Es posible que,
sin ayuda, -y, en parte, por el abandono social- se origine un desequilibrio
entre las fuerzas interiores de la persona y las cargas que la enfermedad o
discapacidad le imponen.
§ Que el dolor y la muerte, de
hecho, no pueden ser los criterios últimos que midan la dignidad humana, ya que
esta dignidad es propia de cada persona, por el solo hecho de ser un “ser humano” y no debería estar sujeta a
condiciones subjetivas atribuidas por la propia persona ni por su entorno.
§ Que el respeto a la dignidad
humana, exige no dañar la vida ni la integridad personal y, por el contrario,
exige promover y cuidar la vida, actuando para aliviar el sufrimiento y para
conseguir la aspiración de que cualquier vida humana se desarrolle plenamente,
hasta donde sea posible, aunque las condiciones que se presenten lo hagan un
logro difícil o complejo.
§ Que acelerar la muerte, ya sea
por acción o por omisión de tratamientos y cuidados debidos a cualquier persona
al final de su vida o en situación de grave discapacidad, nos parece un daño
irreparable que no estamos dispuestos a infringir a nadie.
§ Que facilitar una acción
suicida o una actuación homicida, aunque esta actuación sea solicitada y
aceptada por el propio interesado, es un error, porque supone un desprecio por
la dignidad humana, ya que suprime a la persona a manos de otras personas.
§ Que es necesario ayudar de un
modo proactivo, efectivo y comprometido a los enfermos a afrontar el impacto
que la enfermedad incurable o la discapacidad insuperable, produce, para que su
vida humana y la capacidad de vivirla felizmente, predomine y no quede anulada
por su estado de salud. Para ello, en la realidad del final de la vida o ante
enfermedades incurables, se debe prestar gran atención al respeto de la
voluntad del paciente (voluntades anticipadas de tratamiento), al respeto a la
vida del paciente y al acompañamiento al final de la existencia, a través de
programas como los cuidados paliativos o similares.
OFRECEMOS:
§ Nuestra hospitalidad, nuestra
capacidad de acompañamiento y cuidado de la persona enferma en las fases
terminales de la vida de manera que se le ayude respetando y promoviendo
siempre su inalienable dignidad humana, su llamada a la trascendencia y, por
tanto, el valor supremo de su misma existencia.
§ Nuestro compromiso con la
humanización del cuidado de la vida de las personas sin pretender alargarla,
cuando ya llega la inevitable hora de la muerte, y sin provocarla o acortarla
irresponsablemente.
§ Nuestro acompañamiento
integral, que ayude a vivir el propio proceso de morir intentando aliviar el
sufrimiento desde todas las dimensiones del ser humano. En este contexto, la
sedación paliativa correctamente indicada, cuando no son efectivas otras
medidas, y administrada previo consentimiento del paciente, respeta y humaniza
el proceso del final de la vida mitigando el sufrimiento intenso e incoercible.
§ Nuestro firme compromiso
profesional y espiritual para aliviar y superar el sufrimiento y la
desesperanza que podamos encontrar en las personas que atendemos, a fin de que
encuentren la paz y la esperanza, para que hallen el alivio y un motivo para
seguir adelante, aunque sea cuando el vivir se hace más difícil.
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