DARIUS LEE PLANTEA LAS IMPLICACIONES JURÍDICAS SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS
La prohibición de las llamadas «terapias de conversión» basadas en la conversación contrasta con el apoyo a las intervenciones quirúrgicas y hormonales agresivas en el caso de la «identidad de género». Como fondo, una concepción distorsionada sobre la naturaleza del ser humano.
Numerosas personas que se sienten a disgusto con su orientación homosexual y buscan ayuda están en riesgo de quedarse sin
ella. La prohibición legal de las denominadas "terapias de conversión" o "terapias
reparativas", cada vez más extendida, veta a estas personas
el acceso a profesionales y amenaza a éstos con graves sanciones si les
atienden.
Darius Lee, experto en derecho internacional
y derecho constitucional, analiza en Public
Discourse cómo repercuten estas prohibiciones sobre
los derechos humanos, en la medida en que implican una imposición
ideológica coactiva.
La prohibición de las terapias de
conversión fuerza una falsa antropología sobre el sexo y el género
ESTÁ SUCEDIENDO EN TODO EL MUNDO.
En Estados Unidos, la Ley de Igualdad
[Equality Act] aprobada en la Cámara de Representantes por 224 contra 216 en
febrero de este año prohíbe las terapias de conversión, a las que llama "una forma de discriminación que daña a las personas
LGBTQ al socavar el sentimiento de autoestima de estas personas, aumentando las
ideas de suicidio y el consumo de sustancias, exacerbando los conflictos
familiares y contribuyendo a situarlas en un estatus de personas de segunda
clase".
En Canadá, el Parlamento está
estudiando una ley (ley
C-6) que criminalice las terapias de conversión. El
gobierno del Reino Unido se ha comprometido a acabar con esta práctica,
mientras que en Nueva Zelanda la primera ministra, Jacinda Ardern, espera presentar
en el Parlamento, antes de finales de año, una ley que prohíba estas terapias.
En una carta enviada el 9 de marzo,
el primer ministro de Australia occidental, Mark McGowan, prometió
prohibir las terapias de conversión, a las que llama "prácticas
desinformadas y crueles". Otros estados australianos -Queensland,
el territorio de la capital australiana y Victoria- ya han manifestado que
aprobarán leyes que prohíban las terapias de conversión.
Si bien la preocupación por las
conductas violentas, coercitivas, fraudulentas y manipuladoras es legítima,
éstas ya están prohibidas en las leyes vigentes en todas las democracias. En
cambio, al imponer la "afirmación" como el único enfoque aceptable en la orientación sexual y la identidad de
género, prohibir las terapias de conversión va más allá de la simple
prohibición de conductas dañinas, y consagran y refuerzan un nuevo -y
profundamente perjudicial- dogma moral sobre el sexo y el género.
¿QUÉ ES LA TERAPIA DE CONVERSIÓN? ¿ES PERJUDICIAL?
Veamos: ¿qué
son las "terapias de conversión"? ¿Y por qué hay un movimiento a
nivel mundial que quiere prohibirlas?
Víctor Madrigal-Borloz, el experto independiente nombrado por el Consejo de Derechos Humanos
de las Naciones Unidas, definió en
su informe de mayo de 2020 "la terapia de
conversión" como un "término
paraguas" bajo el que se incluyen "intervenciones
de diversa naturaleza", cuya premisa es la creencia de que la
orientación sexual y la identidad de género de una persona "pueden y deben cambiarse, o suprimirse, cuando no
entran dentro de lo que otros actores, en una determinada ubicación y tiempo,
consideran como una norma deseable". La definición es lo
suficientemente amplia como para cubrir tanto actos de violencia física o
sexual e intervenciones coercitivas, fraudulentas o manipuladoras -que todos
concuerdan que deben ser penalizadas-, como la terapia
voluntaria en forma de conversación u oración. Algunas leyes prohíben
de manera específica la "oración", la
"liberación" o el "exorcismo".
Los defensores de la prohibición
de las terapias de conversión afirman que estas intervenciones son
perjudiciales e ineficaces. Sin embargo, la American Psychological Association
Task Force [Comité de Expertos del Colegio de Psicólogos de Estados Unidos] ha
alegado que algunas personas han referido que han sentido "alivio, felicidad y una mejoría
en su relación con Dios y, también, en su estado mental" después de
participar en terapias de cambio de orientación sexual. El Comité de Expertos
ha observado que hay "una falta de estudios
exhaustivos" sobre la
seguridad de estas terapias, y añade: "Dada la
falta de un número suficiente de investigaciones metodológicamente exhaustivas,
no podemos llegar a una conclusión sobre si las formas recientes de terapia son
efectivas o no". Un amicus [informe externo] de la Asociación ante el
Tribunal de Apelaciones del Decimoprimer Circuito de Estados Unidos en 2019 fue
similarmente equívoco.
FORZAR UN NUEVO DOGMA
Más allá del supuesto "daño" o la supuesta "inefectividad", quienes defienden
prohibir las terapias de conversión -y los gobiernos que adoptan dichas
prohibiciones- han presentado un argumento normativo fundamental para apoyar
dichas prohibiciones, a saber: que la orientación sexual y la identidad de
género son aspectos inmutables o inviolables de la identidad humana y, por
consiguiente, cualquier forma de terapia de conversión
equivale a discriminación sobre la base de la orientación sexual o la
identidad de género.
En Australia, por ejemplo,
la Ley del estado de Victoria declara
de manera explícita que "la orientación sexual
o la identidad de género de una persona no está rota ni necesita ser
reconducida" y que "ningún tipo de
orientación sexual o identidad de género constituye un desorden, una
enfermedad, un defecto o una carencia". La ley sanciona penalmente
los actos de terapia de conversión (denominados "prácticas
de cambio o supresión") que causen lesiones o daños graves, el
hecho de llevar a una persona fuera de Victoria para realizar dichas prácticas
y la publicidad de las mismas. Prohibiciones como estas implican un mensaje
según el cual la "afirmación" de
la orientación sexual y la identidad de género de una persona -ya sea en forma
de identidad, deseos o comportamiento- es la única respuesta
aceptable, imponiendo así un dogma de evidente
individualismo en relación con el
sexo y el género.
Es un dogma arraigado en una visión filosóficamente dualista
del cuerpo y del yo, en la que se considera al "yo" o la "persona"
subjetiva como un espíritu, una mente o una psique inviolable, mientras
que el cuerpo solo es un vehículo material y, por ende, irrelevante para la "verdadera" identidad, conducta o
relaciones de una persona.
Los defensores de estas
prohibiciones son plenamente conscientes de la gran cantidad de implicaciones
que tiene el mensaje que se transmite. Como escribió Marie-Amélie
George, las prohibiciones tienen
un "efecto expresivo"
que enfatiza el papel del Estado en la protección de la juventud LGBT, "con implicaciones para los debates sobre las leyes
antidiscriminación, las leyes sobre los jóvenes de minorías sexuales y los derechos
de adopción y acogida por parte de personas LGBT".
LA INCORRECTA ANTROPOLOGÍA DE LA ORIENTACIÓN SEXUAL
Y LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO
Esta visión de la naturaleza
humana está lejos de ser irrefutable. Citando una frase de Ryan T.
Anderson, refleja una "antropología
incorrecta".
Ryan T. Anderson es
autor del bestseller, y libro imprescindible sobre la
ofensiva mundial transgénero, Cuando Harry se convirtió en Sally.
La censura LGBTI persigue implacablemente la difusión de esta obra.
En realidad, los seres humanos
son ambos, mente (o "alma") y cuerpo.
El "yo" es un ser corporal, de tal
modo que el cuerpo no es meramente un instrumento. Las diferencias
biológicas y fisiológicas objetivas del hombre y la mujer son fundamentales
para la identidad humana y las relaciones. Por consiguiente, no todas las formas de
comportamiento sexual son iguales. El matrimonio, como unión conyugal completa
entre un hombre y una mujer que es a la vez unitiva y procreadora, está
intrínsecamente ordenado a la vida familiar y la crianza de los hijos. Al
ser los pilares básicos para la construcción de la sociedad, el matrimonio y la
familia merecen tener el apoyo del Estado y la sociedad.
En comparación con los hechos
objetivos inherentes en el sexo biológico y la reproducción, el concepto de
orientación sexual e identidad de género es vago y confuso. El término "orientación
sexual" ha sido utilizado diversamente en la literatura para
referirse a la atracción sexual a corto o largo plazo, a los encuentros
sexuales causales o las relaciones duraderas, a inclinaciones o conductas; la
propia orientación sexual puede ser clasificada diversamente bajo cada una de
estas definiciones. Por otro lado, la "identidad de género", es totalmente
subjetiva puesto que se basa exclusivamente en el concepto que tiene el individuo sobre su propio género.
Aunque a menudo se las asocia, en
realidad la "orientación sexual" y la
"identidad de género" tienen bases distintas, incluso opuestas. Mientras
que la "orientación sexual" se
fundamenta en la existencia del sexo biológico binario (es decir, atracción o
relación sexual con el mismo sexo o el sexo opuesto) y es, según algunos
defensores, inmutable, la "identidad de
género" enfatiza el carácter fluido y el amplio espectro del
género independientemente del sexo biológico. Así, algunos defensores de
la prohibición de las terapias de conversión se han opuesto, al mismo tiempo, a
la inclusión de la identidad de género en dicha prohibición. La Coalition of Activist Lesbians
(Australia) [Coalición de Lesbianas Activistas] observó la
contradicción que implica "el que se hayan
prohibido los tratamientos médicos agresivos para las terapias de conversión
mientras se permiten, al mismo tiempo, la cirugía radical y la utilización de
hormonas peligrosas en niños en el caso de la identidad de
género".
Además, las afirmaciones sobre la
supuesta "inmutabilidad" de la
orientación sexual y la identidad de género carecen de una base científica
sólida. Las investigaciones no han
demostrado la existencia de un "gen gay". El
Colegio de Psicólogos de Estados Unidos ha afirmado que
"la mayoría de las personas experimentan poca
o ninguna sensación de elección en su orientación sexual", lo que
deja abierta la puerta a la posibilidad de
que algunas personas experimenten un sentimiento de elección sobre estas cuestiones. Asimismo, en la
investigación los orígenes y el desarrollo de la identidad de género no se entienden muy bien.
Los datos suelen mostrar un grado
significativo de fluidez en la orientación sexual y la
identidad de género entre niños y adolescentes.
EL DAÑO QUE SUPONE LA PROHIBICIÓN DE LAS TERAPIAS
DE CONVERSIÓN
Todo lo que atañe a la sexualidad
y el género, como también a sus valores y creencias, es altamente personal,
sensible e íntimo y tiene que ver con la protección de derechos como la
privacidad y la libertad de opinión, expresión, pensamiento, conciencia y
religión.
Estos derechos incluyen dimensiones comunitarias, la protección de la
libertad de individuos y grupos a establecer y desarrollar relaciones, a
manifestar su religión o a comprometerse en el libre intercambio de ideas sin
interferencias gubernamentales. Sin embargo, debido a su
amplitud, la prohibición de la mayoría de las terapias de conversión fracasan en trazar las distinciones legales básicas entre
las diferentes formas de conducta asociadas con la terapia de conversión, o
entre los grados de daño físico y psicológico (si lo hay), o en la
consideración del elemento del consentimiento.
Los gobiernos se entrometen de
manera injustificable en cuestiones
totalmente privadas relacionadas
con el sexo y el género al prohibir las terapias de conversión y establecer
leyes que "afirman" la orientación
sexual y la identidad de género, que no concuerdan con los puntos de vista
clásicos que enfatizan el valor de la biología en relación a la naturaleza
humana y socavan, por tanto, los aspectos de la autonomía personal y de grupo.
Al hacerlo, no solo violan la privacidad de esas personas que, individualmente, buscan
ayuda en estas cuestiones íntimas, sino también la
libertad de expresión y religión de
los terapeutas, los líderes religiosos y los consejeros que proporcionan dicha
ayuda. Y cuando este tema atañe a los niños, estas prohibiciones limitan los derechos parentales.
Además, prohibir las terapias de
conversión afecta negativamente al orden público, a la salud y a las
consideraciones morales. Dado que la "orientación
sexual" a menudo es definida para que pueda extenderse más allá de
las identidades y las atracciones a fin de incluir el comportamiento, la
prohibición de las terapias de conversión puede disuadir a los terapeutas
o a otras personas de confianza de dar consejo en relación a comportamientos sexuales ilegales,
inmorales o perjudiciales por miedo a ser acusados de estar involucrados en "terapias de conversión".
El sesgo inherente en la
prohibición de tratamientos "afirmativos de
género" en relación a la orientación sexual y la identidad de
género disuade a los profesionales de adoptar un enfoque más prudente de "esperar y ver" cuando tratan la
disforia de género, o de aconsejar sobre los riesgos que tienen para la salud
tratamientos como el uso de hormonas cruzadas y las cirugías de asignación de
género, que tienen consecuencias irreversibles a largo plazo. El riesgo de daño aumenta cuando hablamos de niños y adolescentes debido a su limitada capacidad de dar un
consentimiento informado.
UN CHOQUE DE ORTODOXIAS
En el pasado, se libraron
batallas sobre la naturaleza de Dios (en las guerras religiosas, por ejemplo),
pero actualmente se libran sobre la naturaleza del hombre (o la naturaleza
humana). Lo que hay fundamentalmente en el centro de la disputa sobre las
terapias de conversión es un "choque de ortodoxias"
sobre la naturaleza humana, la relación entre cuerpo y mente
(o espíritu, alma o psique), el sexo y el género, y el papel de instituciones
como la familia, las comunidades religiosas o el Estado.
Es un punto de vista erróneo
sobre la naturaleza humana basado en una autodefinición subjetiva, a pesar de
que las prohibiciones imponen consecuencias públicas objetivas que incluyen
leyes que obligan a que los tratamientos "afirmativos
de género" solo se lleven a cabo en niños y adolescentes que siguen
navegando en las complejidades de la formación identitaria, el desarrollo
sexual y el crecimiento moral. El daño causado por esta
prohibición puede ser igual de duradero e irreversible.
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