Hace aproximadamente 84 años el Papa Pío XI se preguntaba sobre el comunismo algo que muchos de nosotros nos preguntamos el día de hoy. Dice el Papa en la encíclica Divini Redemptoris (1937): "¿A qué se debe que un sistema semejante, científicamente superado desde hace mucho tiempo y refutado por la realidad práctica, se difunda tan rápidamente por todas las partes del mundo?".
Efectivamente, después de ver en la historia del s. XX cómo el comunismo destruyó a los pueblos por donde pasó, con millones de muertos (no miles, millones), y cómo ahora donde todavía perdura, sus países están sumidos en la pobreza y la injusticia, nos preguntamos cómo es que todavía pueden las personas dejarse engañar por sus promesas. Estas promesas no son nuevas, son antiguas, que ya han demostrado su fracaso, sin embargo vuelven a ser creídas.
Continúa el Papa: "Son muy pocos los que han podido penetrar la verdadera naturaleza y los fines reales del comunismo; y son mayoría, en cambio, los que ceden fácilmente a una tentación hábilmente presentada bajo el velo de promesas deslumbradoras".
Esto es cierto, como sacerdote
converso con muchas personas, y algunas que incluso son católicas muestran una
dificultad en descubrir estos errores intrínsecos del comunismo. Siguen
creyendo que sólo se trata de justicia social y de reivindicación de derechos
olvidados, de la defensa de los pobres.
Como el ser humano por naturaleza
desea la justicia y defender al débil, es un discurso atractivo para
cualquiera, más aún cuando efectivamente se vive la corrupción y el desengaño
actualmente en nuestra sociedad. Todos estamos hartos de esto. Pero esto es
aprovechado por la doctrina comunista para atraer adeptos.
Dice el Papa: "Los pregoneros del comunismo saben aprovecharse también de los antagonismos de raza, de las divisiones y oposiciones de los diversos sistemas políticos y hasta de la desorientación del campo del ciencia sin Dios para infiltrarse en las universidades".
Esto siempre ha sido así con esta doctrina, y es así ahora. ¿No les suena la típica oposición que ellos resaltan,
exaltan y exageran?: Pobres vs ricos, blancos vs cholos, limeños vs
provincianos, oprimidos vs opresores. Claro que sí, lo estamos
escuchando todos los días. El rico es malo, abusivo y opresor; el pobre es lo
contrario, y así con lo demás. Y se nos ofrece la salvación, la liberación, la
redención, personificada por el caudillo comunista. Pero como dice el Papa,
esto es un "misticismo falso" y
una "aparente redención". ¿Cómo acaba el
comunismo donde ya se había implantado? Con los pobres siendo todavía
más pobres, con muertos, injusticia, corrupción, y sí, con la riqueza quitada a
los ricos, pero ¿dada a los pobres? ¡No! Cogida
hábilmente por la cúpula comunista y su círculo de poder. Lenguaje violento,
amenazas, supresión de libertades, esto se vivió en la URSS, China, Cuba y
donde hayan estado. Sólo hay que repasar la historia y saber interpretar el
tiempo presente, como dice el Papa.
El comunismo es per se un materialismo ateo, que
considera la religión "opio del pueblo", una
especie de droga que embrutece a la población. Vaya, y yo que pensé que en mis
homilías les hablaba a la gente de esperanza y del amor de Dios. Que me ensucio
los zapatos todos los días para atender a la gente pobre, por amor al Señor.
Mi fe no embrutece a nadie, más bien le dice a la
persona, rica o pobre, que tiene un Dios que la ama, y que murió en la cruz por
ella, para que esa persona pueda ser como Dios. El comunismo prescinde de Dios
y por ello ataca a la Iglesia, siempre lo ha hecho. No caigamos en las
mentiras. Todos los Papas de la Iglesia nos han advertido de sus peligros y
errores. Es verdad que queremos la justicia y la paz, pero no las procuremos por
caminos que ya sabemos dónde terminan. Si viviéramos todos el amor que Dios nos
manda otra sería la realidad, más justica, más paz, más generosidad.
No necesitamos falsos Mesías que nos
vengan a rescatar, porque no lo harán. Sólo tenemos un Mesías, Jesucristo el
Señor, el humilde hijo del carpintero. Todos los demás sólo somos seres
humanos. Razonemos como buenos cristianos, no nos dejemos llevar por las
emociones, el resentimiento o la indignación. Usemos la razón a la luz de Dios.
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