LOS CONSEJOS DE STEPHAN KAPPLER, SACERDOTE PSICÓLOGO EXPERTO EN ATENCIÓN A CLÉRIGOS
STEPHAN KAPPLER ES
PSICÓLOGO Y SACERDOTE, ESPECIALISTA EN AYUDAR A OTROS SACERDOTES CON PROBLEMAS
DE SALUD MENTAL Y EMOCIONAL
Stephan Kappler es un sacerdote canadiense y
psicólogo al frente de Southdown, una organización de apoyo psicológico para
clérigos y religiosos, con terapia, acompañamiento, consejos... Habla de los
retos emocionales de la pandemia para el sacerdocio católico.
Entrevistado en The BC Catholic, constata que la pandemia, que ha supuesto una gran
presión psicológica sobre muchas personas, también ha presionado de
manera especial sobre los sacerdotes.
Muchos sacerdotes
de edad avanzada han muerto, otros han extremado las precauciones -y el aislamiento-, muchos han visto fallecer a
feligreses y amigos... o, peor aún, no lo han visto porque las restricciones han dificultado las visitas para
despedirse, funerales, duelo...
La pandemia es diferente a un
trauma típico, como puede ser la muerte de un amigo, o un accidente, o una mala
noticia. Es diferente porque no se limita a
un golpe duro del que recuperarse, sino que se alarga desde hace más de un año,
tiene altibajos e impide planificar la vida.
Eso le pasa a todo el mundo, pero
los sacerdotes y religiosos lo viven de forma peculiar, porque su
vocación es tratar con la gente, crear comunidad, comunicarse, y esta pandemia lo dificulta.
Muchos han predicado ante bancos
vacíos (a una cámara, si tenían esa capacidad), no han podido
visitar a los enfermos aislados, participar en las mil actividades habituales de
cada año... Muchos, ha descubierto Kappler, encuentran especialmente duro el no
tener al coro o la congregación cantando.
EL CURA, POLICÍA
SANITARIO... Y LE REGAÑAN LAXOS Y RIGUROSOS
Otra cosa que ha agobiado mucho a
los sacerdotes, detalla Kappler, es que
de repente se
convirtieron en "policías sanitarios". Tienen que regañar a los feligreses que incumplen
normas, tienen que prohibir la entrada cuando se incumplen aforos, tienen que pedir que aplique tal o cual restricción...
Muchos sacerdotes sufren
especialmente el ser criticados por los temas sanitarios: unos
les critican por ser estrictos y
aplicar las restricciones contra el virus, mientras que otros
les critican por todo lo contrario.
En marzo de 2020 muchos
sacerdotes dieron pasos importantes para mejorar en el uso de las nuevas
tecnologías (Zoom, redes, etc...). Eso
les ayudó a contactar con más feligreses, pero también tiene un precio en forma
de cansancio.
ALGUNOS PASOS PARA
PROTEGERSE
Kappler impartió una charla
online para el clero de la arquidiócesis de Vancouver el 13 de mayo, dando algunas pistas para proteger la salud mental y
emocional de sacerdotes y religiosos en este contexto tan
especial.
Lo que funciona bien, dice, es que el sacerdote sea "intencional", es decir, que haga un esfuerzo deliberado y planificado,
para "salir y conectar".
Puede ser salir y conectar
con un terapeuta.
O simplemente con su familia: quedar con los parientes para
hablar.
O quedar con amigos a divertirse un rato.
O poder hablar en profundidad de sus frustraciones y cansancios. Puede hacerse online o en persona.
Pero ha de
planificarse en la agenda, hay que dedicarle un tiempo a la semana,
hay que decidirse a ello: las charlas informales,
breves e intrascendentes a ratos con feligreses o compañeros, en la sacristía o
los pasillos, no bastarán para protegerse de la acumulación de fatiga
pandémica y frustraciones.
En el aislamiento, el sacerdote
se verá a menudo tentado de intentar embotar su malestar con alcohol u otras
actividades que le aturdan. Es un peligro real para muchos.
Frente a eso, el clérigo debe
anclarse en Cristo, tener "tiempo de calidad para
conversaciones buenas con gente en la que confíe, enfrentar la vida día a día y buscar ayuda si la necesita".
LOS SACERDOTES TAMBIÉN
PUEDEN PEDIR AYUDA
Kappler señala que un alto porcentaje de sacerdotes son perfeccionistas: intentan ser eficientes, responsables, cumplir los
horarios, cuidar el culto y el servicio... pero ese perfeccionismo a menudo
implica poca tolerancia ante la propia debilidad.
Kappler, como psicólogo, ha
tratado personas de todo tipo, y su experiencia es que "con
los sacerdotes es exponencialmente más difícil que digan 'necesito ayuda'. A veces ponen a los sacerdotes en un pedestal y aún se
estigmatiza el tener problemas de salud mental".
Lo que Kappler dice a sus
hermanos sacerdotes es: "no tenemos que ser
perfectos, está bien ser simplemente humano, no pasa nada por decir 'tengo
dificultades, necesitaría ayuda'".
¿Y qué pueden hacer
los laicos y parroquianos por sus sacerdotes en esta época de agobio acumulado
e incertezas?
Los parroquianos que no conocen
mucho a su sacerdote, pero le desean bien, le
puedes escribir una sencilla postal o carta, con un mensaje breve de ánimo, asegurándole que rezarán por él y quizá
ofreciéndole ayuda si así lo requiere. Kappler asegura que al sacerdote, saber así que no está solo, ya le ayuda
mucho.
CONECTAR CON OTROS,
ENCUENTROS Y AMISTAD
Los parroquianos que conozcan más
de cerca a su sacerdote le pueden traer comida o invitarle a comer
en casa, invitarle a un grupo de oración, aunque sea online, o simplemente
invitarle a un picnic o un paseo o reunión al aire libre o en la naturaleza.
En un encuentro así, informal y
amistoso, está bien el reconocer que se está cansado, que uno también es débil
y que agradece ver que no está solo.
Por otra parte, incluso recurrir a llamadas de teléfono o por Zoom puede
ayudar al sacerdote y a
otras personas, si pueden hablar con libertad y cercanía con amigos y personas
de confianza.
Lo importante, insiste, es ser
intencional: establecer que cada semana habrá unas horas de encuentro amistoso,
de conectar con otros en una actividad saludable y animosa.
Por supuesto, el católico sabe lo
que enseña Jesús: "venid
a mí los cansados y agobiados". Él es la roca fuerte a la que abrazarse ante los vaivenes de la
vida. Sabiendo que Él siempre permanece con
nosotros, es más fácil tomarse la vida como viene. A cada día, dice
Jesús, le basta su afán.
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