Un día como hoy hace 40 años, San Juan Pablo II se salvó de morir en el día en que la Iglesia habitualmente festeja a la Virgen de Fátima.
El 13 de mayo de 1981, cuando el Santo Padre recorría la Plaza de San
Pedro en el papamóvil saludando a los peregrinos, fue herido gravemente de bala
por los disparos del turco Mehmet Alí Agca. Herido, el Santo Padre fue
conducido al Hospital Gemelli, donde permaneció durante varios meses.
Como recordara años atrás el ex secretario de San Juan Pablo II y ahora
Arzobispo Emérito de Cracovia (Polonia), Cardenal Stanislaw Dziwisz, luego del
atentado el Papa Wojtyla se acercó más a la devoción por la Virgen de Fátima
convencido de que Santa María lo protegió.
En mayo de 2006 durante un ángelus dominical, Benedicto XVI comentó que
el Papa Wojtyla “sintió haber sido milagrosamente
salvado de la muerte gracias a la intervención de ‘una mano maternal’”.
San Juan Pablo II señaló en una oportunidad que cuando fue alcanzado por
la bala, no se dio cuenta en un primer momento que era el "aniversario del día en que la Virgen se apareció a
tres niños en Fátima". Luego narró que fue su secretario personal
quien se lo dijo después de la operación en la que le extrajeron un proyectil
del intestino.
Fueron cuatro balas las que alcanzaron a San Juan Pablo II, dos de ellas
se alojaron en su intestino, otra impactó en su brazo derecho y la cuarta bala
en la mano izquierda.
Durante su etapa de convalecencia, San Juan Pablo II estudió al detalle
los informes de las apariciones de Fátima y al año del atentado viajó por
primera vez a su santuario en Portugal para "agradecer
a la Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento
de mi salud".
En diciembre de 1983, el Santo visitó y perdonó en la cárcel a Agca
quien expresó: "¿Por qué no murió? Yo sé que
apunté el arma como debía y sé que la bala era devastadora y mortal. ¿Por qué
entonces no murió? ¿Por qué todos hablan de Fátima?"
El encuentro de diciembre de 1983 se realizó en la cárcel de Rebibbia en
Roma, donde Agca cumplía su condena.
En 1984, el Papa Wojtyla formalizó su devoción y agradecimiento a la
Virgen donando al santuario de Fátima la bala que le extrajeron y que fue
engarzada en la aureola de la corona de la imagen.
La faja blanca que el Pontífice llevaba el día del atentado, fue donada
al Santuario Mariano polaco de Jasna Gora, cuya Virgen es venerada desde hace
siglos por sus compatriotas como símbolo de la unidad nacional.
Redacción ACI Prensa
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