Este pequeño extracto de la charla del Dr. Antonio Rios para «AprendamosJuntos», es una joya para aquellos que tenemos hijos y están a punto de entrar a la adolescencia.
Crecer
no es sencillo, para ninguno de nosotros lo fue. El paso de los años trae sus
complicaciones particulares.
Cuando somos padres, suele
pasar que desde que nacen nuestros hijos vivimos con un miedo latente a que
llegue la adolescencia.
Es como el período del horror.
¡Ojalá pudieran quedarse pequeñitos! Recitaba mi madre con frecuencia.
LA INFANCIA ES HERMOSA PARA LOS PADRES
Los niños nos miran capaces de
todo. Incluso cuando no sepamos muchas veces lo que estamos haciendo. Cosa
distinta es la adolescencia.
No se trata de un simple
cambio físico producto del ajuste hormonal y los magníficos eventos que se
suceden en el cuerpo del ser humano.
La adolescencia, es también
empezar a mirar el mundo con otros ojos y mirar a los padres sin esos lentes de
aumento que los hacía ver grandes y tan capaces.
Nuestros
hijos crecen y ahora nos empiezan a ver los errores, las incongruencias. Y empiezan a completar la
imagen que ya tienen de nosotros.
LA ADOLESCENCIA ES UNA ÉPOCA COMPLEJA
Esto unido a que ellos mismos
están descubriéndose hace de la adolescencia una época compleja, pero que no
necesariamente tiene que significar que sea siempre problemática o de temer.
Si
hay temor, que sea un temor sano. Un temor que nos empuje a conocer más a
nuestros hijos, a amarlos más.
La paradoja del adolescente,
tal y como lo relata Antonio Rios, puede ser desgastante e incluso confusa para
los padres.
Si no tenemos bien claro que
nuestra misión es educar a nuestros hijos y amarlos profundamente, todo lo que
pasa a nuestros alrededor (el trabajo, la propia rutina, los temas personales,
las diversiones, etc.) nos distrae y dejamos de lado a quienes más nos
necesitan.
Y tristemente, no pocas veces,
los padres empezamos a considerar a nuestros hijos adolescentes como un
problema o como un estorbo.
En qué momento pasamos de
llamar a nuestros hijos con tanta ternura, de celebrar cada logro por más
insignificante como si fuera el logro más increíble, a la crítica dura y a la
desatención.
Pareciera que a medida que
nuestros hijos van creciendo, sobre todo en la adolescencia, concentramos nuestros esfuerzos en la
crítica.
LA ADOLESCENCIA ES UNA OPORTUNIDAD PARA AFIANZAR EL
AMOR
La adolescencia de nuestros
hijos es para nosotros los padres una oportunidad de afianzar ese amor y esa
seguridad que les hemos sembrado en el corazón desde niños.
Es también momento de cosechar aquello
que hemos enseñado y es momento para ser más consecuente
que nunca en esas enseñanzas.
Respetar
el espacio de un adolescente no significa desaparecer y dejarlo solo. He ahí la paradoja, ellos
quieren que ya no estemos, pero al mismo tiempo reclaman nuestra presencia.
Es aquí cuando nuestros años y
nuestra experiencia tienen que salir para reinventar formas distintas de
comunicarnos, formas distintas de amar.
No abandonemos, escuchemos los
consejos de este experimentado doctor. Así nuestros hijos nos pidan
que nos hagamos a un lado, permanezcamos, siempre atentos, de una manera más
astuta.
Demos un paso atrás si
quieres, estemos tras bambalinas, que no noten tu presencia «intrusiva» (siéntate en la última fila, etc.)
pero no los dejes solos.
NO DEJEMOS SOLOS A NUESTROS ADOLESCENTES
Hoy más que nunca, no podemos
dejar a nuestros adolescentes solos, sintiendo que son ellos contra el mundo,
mirando a los adultos con desconfianza.
Que
nuestros hijos sepan, en medio de sus contradicciones, que sus padres estarán a
su lado siempre. Que son ellos a la primera
persona a la que pueden recurrir en busca de ayuda y consejo.
Y finalmente, lo más
importante. La oración constante por nuestros hijos. Recemos para que el Espíritu Santo
nos otorgue los dones necesarios para el cuidado y crianza de nuestros
hijos. Aquí les dejamos como ayuda esta oración:
ORACIÓN POR LOS HIJOS
Señor, Padre
todopoderoso, te damos gracias por habernos dado estos hijos.
Es una alegría
para nosotros, y las preocupaciones, temores y fatigas que nos cuestan, las
aceptamos con serenidad.
Ayúdanos a
amarlos sinceramente.
A través nuestro
has hecho surgir vida; desde toda la eternidad tú los conocías y amabas.
Danos sabiduría
para guiarlos paciencia para instruirlos vigilancia para acostumbrarlos al
bien mediante nuestro ejemplo.
Fortalece
nuestro amor para corregirlos y hacerlos más buenos.
Es tan difícil a
veces comprenderlos ser como ellos nos desean, ayudarlos a hacer su camino.
Enséñanos tú
Padre bueno por los méritos de Jesús tu Hijo y Señor nuestro. Amén
Escrito por Silvana Ramos
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