Reproducimos a continuación un artículo de Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES)
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El pasado 4 de mayo, se
celebraron elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid, siendo
seguidas con gran atención por toda España. Entre los partidos que se
presentaron estaba uno que lleva décadas haciéndolo, sin haber logrado nunca
representación tras unos comicios: el Partido Humanista.
En esta ocasión ha sido el último en número de votos:
1.019, un exiguo 0,03 % del total.
De hecho, su labor llega más a
la gente a través de asociaciones de barrio y otras
iniciativas culturales y sociales.
Sin embargo, desde los años 80 se ha señalado su vinculación con una secta
nacida en Argentina. ¿Qué hay de cierto en todo
esto?
EN EL NACIMIENTO DE
IZQUIERDA UNIDA
Mirando hacia atrás en la
historia de la democracia española hay un episodio no muy conocido que
protagonizó el Partido Humanista. Tuvo
lugar en 1986 y
supuso un momento difícil para una coalición política que, después de la
complejidad que entrañó su nacimiento –al tener que poner de acuerdo a diversos
partidos–, estaba dando sus primeros pasos.
Todo había comenzado tras el
referéndum en el que los ciudadanos aprobaron la entrada de España en la OTAN.
Gobernaba el país el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), que había
cambiado su postura contraria inicial por una favorable a la integración, lo
que movió al resto de la izquierda política a buscar una
cierta unidad para hacerle frente, como
alternativa para este espectro ideológico.
Así, en abril de 1986, se reunieron con el PCE (Partido Comunista de
España) los representantes de otros movimientos más minoritarios: el Partido
Socialista Unificado de Cataluña, el Partido de Acción Socialista, Izquierda
Republicana, la Federación Progresista, el Partido Carlista… y el Partido
Humanista. Poco después se sumaron el Partido Comunista de los Pueblos de
España y el Colectivo de Unidad de los Trabajadores-Bloque Andaluz de
Izquierdas. Así se formó IU (Izquierda Unida). Dos meses
más tarde se presentaron a las elecciones generales, obteniendo el 4,6 % de los
votos.
EL DESCUBRIMIENTO DE
UNA SECTA
Pero sólo cuatro días antes de
esos comicios en los que se elegía a los diputados y senadores, el diario El
País –vinculado tradicionalmente al PSOE– soltó una “bomba”
informativa, que ponía en duda la integridad de los principios de la
nueva coalición. Su edición del 18 de junio titulaba así una noticia en las páginas dedicadas a la
campaña electoral: “El
Partido Humanista, una piel para la secta La Comunidad”.
El titular no dejaba lugar a
dudas: uno de los partidos que integraba IU era una secta.
Pensemos que el contexto era de una creciente preocupación social ante un
fenómeno reciente, que en los años 1988 y 1989 se convertiría en uno de los
focos de interés de los españoles: las sectas. Sin
embargo, en 1986 no se hablaba tanto de ello.
El artículo periodístico,
firmado por Juan González Ibáñez, daba nombres, fechas y citas de documentos.
Demostraba que el Partido Humanista, constituido legalmente en
España en 1984, no era otra cosa que una secta llamada “La Comunidad”, presente
en el país desde 1980,
reconvertida en un movimiento político que aseguraba haber conseguido atraer a
45.000 afiliados en su primer medio año de andadura.
Se repetían los casos de “miembros de la secta que se transformaron en militantes
políticos”, según el artículo. Empezando por el líder español de La
Comunidad, que había pasado a ser el secretario general del Partido Humanista. Las prácticas y métodos de la secta habían pasado a ser los del partido. Y, a
pesar de su proclamado pacifismo, los ex adeptos hablaban de un
ambiente de presión psicológica y de creciente dependencia del grupo.
LO QUE SUCEDIÓ DESPUÉS
¿Qué podía hacer
IU, un partido recién nacido que llevaba a 25 miembros del Partido Humanista en
sus listas electorales del domingo siguiente? Los representantes de la
coalición defendieron su presencia por la voluntad expresa de no excluir a
nadie que habían tenido, y porque el Partido Humanista había colaborado en la
campaña de las izquierdas para el referéndum de la OTAN.
Pero IU no pudo mantener mucho
tiempo esta situación. Menos de un mes después, el 14 de julio El País informaba de que la coalición
había invitado al Partido Humanista a abandonarla. Además, sus responsables reconocían que había
sido un factor que habría influido negativamente en sus resultados electorales,
y que existían “prácticas
anómalas” para lo que debería tener lugar en un partido político.
Poco después se hizo efectiva
esta salida, y en las siguientes elecciones que hubo en España, las
municipales de 1987, ya se presentaron los “humanistas” de forma independiente, con el nombre de Plataforma Humanista.
Después han seguido haciéndolo, con su denominación ordinaria de Partido
Humanista, en distintas convocatorias y lugares.
¿QUÉ ES LA
COMUNIDAD?
Lo que hoy conocemos como La Comunidad o Movimiento Humanista fue fundado en 1969 por el argentino
Mario Rodríguez Cobo (1938-2010), más conocido como Silo –de ahí que su movimiento reciba también el
nombre de siloísmo–. El “mesías de los Andes”, como lo
han llegado a llamar, inauguró su grupo con un discurso en Punta de Vacas
(Mendoza Argentina). Y en 1983, como extensión de la misma, creó el Partido Humanista en
aquel país, extendiéndolo después a muchos otros.
Su doctrina gira en torno a lo
que ellos llaman el humanismo, que va más allá de un planteamiento político.
Según leemos en sus documentos oficiales, La Comunidad es “el conjunto de personas orientado al estudio,
perfeccionamiento y enseñanza de un sistema útil al equilibrio y desarrollo del
ser humano. El sistema es una doctrina,
un sentimiento y una forma de vivir”.
Y desde ahí, sus seguidores buscan “un
gran cambio social, que sólo es posible mediante la transformación de las
estructuras de decisión y poder del actual sistema”.
Según explica Manuel Guerra en
su Diccionario enciclopédico de las sectas,
aunque algunos miembros hacen vida común, “La Comunidad no aísla a sus adeptos, como muchas
sectas, sino que los conserva en la trama familiar y social a fin de realizar
un cambio radical de la situación actual, contra la cual Silo ha escrito libros
de crítica furibunda”.
Cuando Silo murió en 2010, la secretaria general del Partido Humanista
argentino afirmó: “Se abre paso hacia la luz el
ser más bondadoso que hemos conocido… Es
un ser inmortal”.
¿Y EN LA ACTUALIDAD?
Como explica el psicólogo José
Miguel Cuevas en su tesis doctoral Evaluación de persuasión coercitiva en contextos grupales,
el caso que hemos recordado es un ejemplo claro de las “muchas ocasiones en las que las acciones de grupos coercitivos tratan de trascender su impacto más
allá de sus miembros”.
Y esta es la realidad del
Movimiento Humanista, que en los últimos años está
desarrollando sus actividades a través de varias entidades pantalla más allá de
su partido político, entre las que destacan La Comunidad para
el Desarrollo Humano, la Convergencia de las Culturas, Mundo sin Guerras y sin
Violencia, y el Centro Mundial de Estudios Humanistas.
En España, además del Partido
Humanista, crearon otro, al que llamaron Los Verdes Ecologistas, aunque después
fueron obligados a cambiar este nombre por Los Ecologistas, debido a la confusión que creaban con otro gran
movimiento ya existente. A día de hoy, el Movimiento Humanista está muy activo
en algunas grandes ciudades a través de movimientos vecinales y de
barrio.
Entre 2008 y 2009, la
asociación española RedUNE (Red de Prevención del Sectarismo y del Abuso de
Debilidad) denunció públicamente que la denominada “Marcha Mundial por la Paz”, organizada por la ONG Mundo
sin Guerras, servía como un “procedimiento de captación de personas y grupos para adoctrinarles
en su actividad sectaria”.
Mari Paz Rodríguez, que fue
miembro de la secta en Madrid entre 1992 y 1999, resumía unos años después su experiencia
así: “el Movimiento Humanista se ha aprovechado
de esos buenos sentimientos y de esas buenas aportaciones y esas buenas gentes,
porque en el fondo y por muchos detalles, según yo lo he vivido, lo único que les importa es crecer, crear
adeptos”.
En España, además de sus
centros, el Movimiento Humanista cuenta con diversas fundaciones y
asociaciones, además de los denominados “Parques de Estudio y Reflexión” en
las provincias de Barcelona, Madrid, Málaga, Sevilla, Tarragona y Toledo, 30 en
América Latina y unos pocos más en África, Asia y Europa. En ellos organizan talleres sobre el fuego, los jabones o el neolítico –e invitan a
participar a adultos con niños–, o actividades en torno a la pérdida de seres
queridos o la atención.
Secretaría RIES
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