viernes, 21 de mayo de 2021

ASÍ FUE COMO LOGRAMOS VIVIR LA CASTIDAD EN NUESTRO NOVIAZGO, ¡AHORA ESTAMOS CASADOS!

 ¿Cómo empezamos a vivir la castidad? Nuestra historia se lleva a cabo a través de nuestro proceso pastoral. Nos conocimos en una comunidad juvenil y por misericordia de Dios empezamos a coordinar el grupo juntos.

Poco a poco fuimos conociéndonos e interesándonos por el otro hasta el punto de formar un noviazgo. Éramos dos personas muy diferentes que queríamos vivir una buena relación con el Señor, sin embargo no conocíamos ni vivíamos la castidad en su totalidad.

En una reunión vicarial conocimos de la Opción V y conocimos al padre Jürgen Daum y a raíz de eso conocimos también que muchos jóvenes luchaban por vivir la castidad en todo el mundo.

Ahí fue cuando comenzamos a interesarnos por vivir de una manera distinta y aprender más y más de un tema tan necesario en la vida de toda persona.

A continuación vamos a mostrarles 10 claves que nos permitieron vivir la esperanza del amor y así, siete años después, llegar al verdadero fin de toda relación: el matrimonio.

1. CULTIVAR UNA VERDADERA AMISTAD

Es necesario conocerse realmente, sin mascaras o aparentando lo que no se es. Cultivar la amistad quiere decir darse el tiempo y el espacio para observar a esa persona especial desde un ángulo que nos permita conocerla en su ámbito natural.

Poder saber la respuesta a interrogantes que son importantes para nosotros, por ejemplo: ¿Cómo es esta persona en su vida «normal»?, ¿cómo trata a las otras personas?, ¿cómo trata a su mamá, a sus hermanas? (Este dato es clave: es probable que más tarde te trate así).

¿Qué le interesa, qué gustos tiene?, ¿qué es lo que ama?, y muchas más. Y es importante también, cultivar otras amistades alrededor, no solo centrarnos en esa persona.

Buscar amistades que compartan la misma importancia de la castidad, hará más fácil la vivencia. No quiere decir que ahora por vivir la castidad rechazamos a las personas que no la viven y nos sentimos superiores, no es para nada eso, debemos extender lazos fraternos y acompañar a esas personas.

2. CULTIVARNOS A NOSOTROS MISMOS

La soltería es un tiempo para vivir esa «soledad» dirigida a Dios y enfocarla en conocernos a nosotros mismos. Muchas veces buscamos la perfección en las otras personas, queremos que sean como nosotros queramos.

Y en muchos casos, si estamos en una relación, luchamos por cambiar a la otra persona para que «sea mejor» cuando en realidad buscamos que sea como nosotros queremos.

Toma este tiempo para cultivar tu relación con Cristo, para conocer tus defectos y tus debilidades. Aquello que te hace caer y te separa de Dios y luego de esto, aprende a dominar esas tentaciones y busca tu propio crecimiento.

Nunca está de más orar por tu futura esposa o esposo. Eso te ayudará a pensar en ser la mejor versión de ti mismo para él o ella.

3. CRECER EN LA PUREZA

No tenemos que tener miedo del deseo sexual, ni considerarlo malo por sí mismo. El impulso sexual es puesto por Dios en nuestros corazones, y es bueno.

Cuando Dios nos creó como hombre y mujer, nos creó con la capacidad de atraernos, crecer y multiplicarnos, y Dios vio que eso era bueno.

Crecer en la pureza es toda una aventura, a veces nos sentimos solos y pensamos que solo nosotros vivimos de esta forma y no es así.

Lo que sucede es que el bien no hace tanto ruido como el mal, pero son muchos los que viven esta virtud.

Para crecer en la pureza nosotros hicimos uso de las redes sociales siguiendo páginas que compartieran esta virtud, compramos libros, vimos muchos videos de YouTube.

Y el Señor es tan generoso y chineador que nos permitió conocer a «Corazón Puro», un apostolado que promueve y forma en la virtud de la castidad y la pureza a través de la Teología del Cuerpo.

4. PARA LOS VARONES

¡Tomen la iniciativa! Dios puso en el corazón del hombre el impulso y deseo de conquista, y eso es muy bueno. Como hombres debemos saber dominarnos y enfocar ese deseo de conquista para bien.

Esto significa que nunca te canses de conquistar a esa persona especial, ella te lo va a agradecer, se caballeroso, respétala, recuerda que es la niña de los ojos del Señor y tiene una dignidad única e irrepetible para Dios.

Este consejo también aplica para los que no tienen pareja. Si estas solo, esa conquista equivale a la conquista de uno mismo, aprender cosas que me permitan mirar a la mujer como lo que es, una bella creación del Padre y no un objeto sexual.

Un complemento que me va a permitir en un futuro vivir una vida plena si mi vocación es el matrimonio.

5. PARA LAS MUJERES

Chicas no se conformen con menos, muchas veces le tememos a la soledad y aceptamos la compañía de cualquier joven, aunque este no viva la castidad, no tenga buenas amistades o comparta vicios o actitudes no positivas.

Otras veces nos vamos a los extremos y tenemos una lista perfecta del hombre ideal que contiene todos los anhelos de nuestro corazón y rechazamos a cualquier joven que tiene quizás buenas intenciones pero no cumple a la perfección esta lista.

Cuando conocí a mi esposo, él no sabía si quiera el significado de la palabra castidad, pero tenía un corazón sediento de conocer al Señor y servirle.

Yo no bajé el estándar, yo no quité de mi lista la virtud de la castidad, al contrario mantener el estándar lo hizo a él crecer para poder llegar a eso que mi corazón anhelaba.

6. PARA AMBOS, SI LA RELACIÓN YA EMPEZÓ MANTÉNGANLA PURA

Vivir un noviazgo en santidad no es fácil, pero vale la pena. Cuando la pareja se enfoca por vivir en castidad y no incluir el sexo en la relación, esto le permite a ambos fortalecer los vínculos entre ellos.

Conocerse realmente cómo personas y llevar a cabo una verdadera conquista del corazón y del Espíritu y no así del cuerpo.

Cuando una pareja incluye encuentros sexuales dentro de la relación, todo termina por volverse meramente físico, principalmente para los hombres.

Comenzamos a pensar solamente en eso y olvidamos la parte emocional de la mujer y su verdadera riqueza de corazón. Debemos esforzarnos por tener una relación de tres y puede que hasta cuatro, cinco o más, que no se me malinterprete.

Esa tercera persona debe ser Jesús y esa cuarta, quinta y más, pueden ser aquellos santos a los cuales tenemos devoción y que admiramos.

Mamita María y san José siempre serán nuestros más fieles compañeros de batalla. A nosotros la castidad nos ha permitido adentrarnos en el otro, conocer las virtudes, los defectos, conocer nuestro pasado.

Nuestros errores y aun así decidir amarnos y quedarnos siempre juntos. De ahí que el amor es una decisión y no un sentimient.

Cuando yo miro todo lo que el otro es, toda su realidad y deseo a pesar de todo estar con él o ella, eso es amar.

7. PARA AMBOS, SI NO LO HAN HECHO BIEN PUEDEN VOLVER A EMPEZAR

Aprovechen este tiempo para curar el corazón y crecer en la virtud. El amor requiere corazones sanos y enteros, y si por alguna causa lo tuvimos dividido o roto, este tiempo puede ayudarnos a recomponernos.

A buscar la curación que proviene de Dios. «La castidad nos recompone, nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos» (san Agustín, Confesiones , 10, 29; 40).

La castidad es la virtud de la segundas oportunidades, sabemos que no es fácil pero sí es posible.

8. PREPARARSE PARA DARSE

Este es uno de los puntos más importantes de todos, el darse. Darse es donarme a la otra persona, es poner mi vida al servicio de los demás y en nuestro caso, al servicio de mi amada.

Eso es algo que, dentro del matrimonio, será de todos los días, una decisión continua y diaria de un «sí, te amo y me entrego a ti para hacerte feliz hasta que la muerte nos separe».

De eso se trata el matrimonio, no me caso para ser feliz yo, sino para hacer feliz a mi amada. Suena sencillo pero no es tan fácil, principalmente para nosotros los hombres.

Es por eso que se requiere una preparación de corazón, con una buena vida interior y comunión con Dios. Cuando entendemos que Cristo murió por nosotros en la cruz, que Él se donó a sí mismo por nuestra redención y nuestra salvación y que en nosotros está imitarlo, poco a poco podremos aprender que nuestra verdadera felicidad es y será siempre la felicidad del otro.

Se dice que, cuando somos esposos y lleguemos a nuestro encuentro con el Señor, se nos juzgará según cuán feliz hicimos a nuestro cónyuge y cuánto nos esforzamos por alcanzar su santidad.

9. EL MATRIMONIO

Gracias a la misericordia de Dios nos casamos el 19 de marzo del 2021, en el día de san José, en el año de este mismo santo, a él consagramos nuestra vida y matrimonio.

A un mes de estar casados, les ponemos compartir que el Sacramento del matrimonio es una bendición y la mejor decisión de nuestras vidas.

Que el haber vivido la castidad no nos quitó nada, más bien todo lo contrario, nos está dando muchísimos frutos como matrimonio, nos ha entrenado en paciencia y en saber decir «no».

Al vivir la castidad en el noviazgo todo en nuestro matrimonio es nuevo, desde lo más simple hasta lo más novedoso y nos hace vivir una vida ordinaria de manera extraordinaria.

Este es el camino que el Señor nos dio para alcanzar la santidad y luchamos por llevarnos el uno al otro a ello.

Sabemos que no es fácil y que el matrimonio no es color de rosa, pero estamos seguros de que el Señor nos acompaña y que entre más unidos a Él estemos, más fuerza tendremos para darle frente a este caminar.

10. SEAN HOMBRES Y MUJERES DE DIOS

La vida de oración y los sacramentos serán nuestras mejores armas, en la medida que logremos mantenernos en comunión con Dios, así se verá reflejada la comunión entre los cónyuges.

Es por esto que es de suma importancia vivir los sacramentos, frecuentar la confesión y la Eucaristía. Así también el orar juntos, desde que somos novios, es más, desde que estamos solteros.

Oremos por nuestra futura pareja, por su bienestar, por su pureza, por su vida en general. El día de mañana podrás decirle que desde antes de estar con él o ella y hasta antes de conocerla(o) ya orabas por él/ella.

Si algo nos permitió sanar muchas heridas, fortalecer nuestra unión, nuestra comunión y nuestra relación con el otro y con Dios, fue la oración.

Todas las noches empezamos a orar juntos y no nos acostábamos sin hacerlo. Se convirtió en ley para nosotros y doy gracias a Dios por haber puesto esto en nuestro corazón.

Con ello logramos crecer en nuestro camino hacia la santidad y así poco a poco purificar más nuestro corazón. Les invitamos a confiar y a esperar en el Señor, Él es misericordioso y nadie le gana en bondad.

Su obra siempre se cumple en nuestras vidas solo hay que dejarlo terminar. Mientras tanto vive la castidad que es la esperanza del amor.

Artículo elaborado por la familia Fernández Chacón.

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