¿Cómo actúo cuando me entero de la falta de un hermano?
Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y
homilías del Padre Nicolás Schwizer
La indulgencia es una virtud de mucha
importancia, pero bastante difícil en la vida en comunidad. La indulgencia con
las faltas de los hermanos, se traduce en perdonarlas, expiarlas,
comprenderlas, ignorarlas. El Padre Kentenich,
fundador del Movimiento de Schoenstatt, explica: la comunidad no es sólo gracia
condensada, sino también pecado original condensado. El realismo cristiano nos indica, entonces, que los grupos
humanos no son solamente una "comunidad de santos, sino también" una
comunidad de pecadores.
Y cuando me entero de la falla de un hermano, la tentación es muy grande de
criticarlo enseguida o en forma indebida (a sus espaldas). Es en estos momentos
en que tenemos que cuidar nuestra lengua. Si quieren examinar si han tomado en
serio el amor entre ustedes, en este punto pueden verificarlo. Y tenemos los criterios cuando se trata de criticar a un
hermano ausente:
1. A sus espaldas yo digo sólo aquello que diría
también en su presencia.
2. A sus espaldas yo digo sólo aquello que
quisiera que se diga de mí en un caso semejante.
Ahora, ¿cómo debo actuar, cómo debo comportarme
cuando descubro faltas y deficiencias en los hermanos? El P. Kentenich
propone dos actitudes y un método práctico.
¿CUÁLES SON ESAS DOS
ACTITUDES?
1. Tenemos que considerar las miserias humanas
como algo evidente. Porque todos somos seres cargados con el lastre del pecado
original. Esto no lo debemos ni lo podemos olvidar nunca. Es natural que yo
tenga faltas. Es natural que también mis hermanos tengan fallas. Y así como
tengo que soportar diariamente mis propios defectos y limitaciones, así he de
aguantar también las debilidades ajenas.
2. Siendo así la situación del hombre, debemos,
en segundo lugar, acercarnos al hermano que falla con mucha benevolencia. Nadie
de nosotros es juez, ni de vivos ni de muertos.
Benevolencia es un cierto disimulo que parece no ver ciertas deficiencias
notables. Es todo lo contrario de aquella triste perspicacia que tienen
algunos para ver defectos ocultos. Benevolencia presupone también una cierta
ingeniosidad para descubrir el oro en cada uno. Y, en cada uno de nosotros hay
cantidades de lingotes de oro. Sólo precisamos un sentido para descubrir lo
bueno en el hermano".
Y entonces el Padre Kentenich hace una comparación: no
debemos ser como el escarabajo. El escarabajo puede pasar por los
manjares más ricos y delicados, pero no le interesan. Busca sólo los
desperdicios, lo descompuesto. Nosotros debemos ser como la abeja.
Ella revolotea por todas partes, pero sólo se detiene
en el néctar.
EL MÉTODO PRÁCTICO CUANDO
DESCUBRO EN UN HERMANO UN DEFECTO
1. Debo preguntarme: ¿acaso
no tengo yo el mismo defecto? Y muchas veces tendré que contestar que lo
tengo. Tal vez se manifieste de manera diferente. O tal vez no tenga la misma
falla, pero he de reconocer que tengo otras y aún mayores que mi hermano.
2. En segundo lugar, antes de llamarle la
atención al hermano, debo tratar de vencer en mí mismo ese defecto. Debo
esforzarme en ese campo, al menos durante un cierto tiempo.
Y después de haber cumplido con esas dos condiciones, puedo hablar con mi
hermano y decirle mi crítica. Podré ser más objetivo, y el modo de llamarle la
atención necesariamente será más cuidadoso, moderado y digno.
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