El acompañamiento espiritual personal es la ciencia y el arte de conducir a los cristianos hacia la santidad. Y se realiza por medio de los consejos que un guía u orientador espiritual ofrece a la persona aconsejada. Esta realidad ha estado constantemente presente en la vida de la Iglesia durante toda su historia.
Tiene como objetivo ayudar a
que cada uno armonice, según su propia personalidad, libremente, los diversos
aspectos de su comportamiento, para alcanzar la unidad de vida en las
circunstancias ordinarias.
San Juan de la Cruz ponía un
ejemplo gráfico para animar a que las personas siempre cuenten con alguien en
su camino espiritual. En sus «Dichos de luz y de amor», remarcaba que:
«El
alma a solas, sin maestro que tiene virtud, será como el carbón encendido que
está solo. Antes se irá enfriando que encendiendo».
Este medio de santidad ha
existido siempre, con diversas modalidades, y ha sido ampliamente aconsejado en
la tradición ascética. Tenemos experiencia abundante de los santos (san
Jerónimo, san Vicente Ferrer, santa Teresa, san Josemaría…).
Por ejemplo, san Pedro de
Alcántara escribió: «Una de las cosas más arduas y
dificultosas que hay en esta vida es saber ir a Dios y tratar familiarmente con
Él. Y por esto no se puede en este camino andar sin alguna buena guía» .
UN EJEMPLO CONTAGIOSO DE ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
Turín en el siglo XIX fue una
ciudad que miraba con ilusión el futuro y con sorpresa lo que pasaba en sus
calles. Es llamativa la concentración de hombres de Dios que, por metro
cuadrado, se dio en aquella ciudad.
Y, casi todos, con un elemento
común que los unía a pesar de sus múltiples diferencias: su orientador
espiritual, un sacerdote ejemplar llamado san José Cafasso.
Por eso a su despacho llegaban
continuamente obispos, comerciantes, sacerdotes, obreros, militares, y toda
clase de personas necesitadas de un buen consejo. Y volvían a su casa con el
alma en paz y llena de buenas ideas para santificarse.
Las
grandes cualidades que hicieron muy popular a Cafasso fueron su calma y su
serenidad.
Algo
encorvado (desde joven) y pequeño de estatura, pero en el rostro siempre una
sonrisa amable.
Su voz sonora y encantadora.
De su conversación irradiaba una alegría contagiosa. Todos elogiaban su
tranquilidad inmutable.
La gente decía: «Es pequeño de cuerpo, pero gigante de espíritu». A sus dirigidos les repetía: «Nuestro Señor quiere que lo imitemos en su mansedumbre».
Este humilde sacerdote fue
quizás el más grande amigo y benefactor de san Juan Bosco, y de muchos
seminaristas pobres más, uno de los mejores formadores del siglo XIX.
¿CÓMO APROVECHAR LA ORIENTACIÓN?
Dios también se vale de la
personalidad del orientador
espiritual para ayudar
al dirigido: talentos, conocimiento, experiencia,
vida de oración. Pero también junto con debilidades, prejuicios, falta
de experiencia… todo, todo entra en juego.
DEJAMOS ALGUNAS IDEAS PARA APROVECHAR MEJOR ESTE
MEDIO:
¿Quién? Lo primero es seleccionar bien
con quién hablar, puede ser un sacerdote o un laico. Vale la pena hacer una cuidadosa búsqueda antes
de elegir un acompañante espiritual.
Después de todo, se está
buscando una persona a la que, en parte, se le confía la salvación y la santificación
de la propia alma.
¿Cuándo? También hay que tratar de
hacerla periódicamente, al principio puede ser mensual. Luego se pasa cada quince días y algunas
personas que tienen una vida interior muy rica llegan a buscarla cada
semana.
¿Cuánto
tiempo?
A pesar de
que las necesidades varían, normalmente una sesión bien preparada no necesita
más de veinte minutos o máximo media hora.
Cuando se hace con mucha
frecuencia baja el tiempo de cada encuentro. Un consejo: trata de no dejar
nunca tu encuentro sin fijar la próxima cita.
¿Disposiciones? darse a conocer con sencillez,
sin reservas. Como un enfermo que acude al médico para curarse. Evitar ser
complicados, retorcidos, enmarañados.
Ser sencillos y objetivos,
contando todo lo que vale la pena contar. Si no quisiéramos que algo se
supiera, habría que decirlo corriendo. La sinceridad es la mejor arma
contra la tibieza.
¿Propósitos? Es bueno concretar las
resoluciones tomadas de las normalmente pocas palabras del consejo dado. Estas
resoluciones deben ser llevadas a la oración y acción y luego hablar sobre
ellas si es posible, en el próximo encuentro. Hacer propios los consejos.
¿Dé
que hablar?
Ciertamente
la calidad y cantidad de la oración, lectura espiritual y vida sacramental
siempre deberían ser tratadas.
La lucha por vivir como
cristiano en el matrimonio y familia, trabajo, amistades y vida social, debe
normalmente ser considerada específicamente. Compensa profundizar en los
defectos o fallas que impiden hacer progresos más rápidos hacia la
santidad.
¿Y
el apostolado? Con el tiempo, los esfuerzos
para compartir la fe de un modo natural con aquellos que nos rodean pueden ser
también un tópico de discusión.
Estos esfuerzos pueden tener
buenos resultados en gracias de Dios, en reconciliaciones, conversiones y
vocaciones.
Como hemos visto, el
acompañamiento espiritual es un importante paso para ayudarnos a identificarnos
con Cristo para que podamos ayudarnos a construir, a través de nuestra oración
y sacrificio, la civilización del amor y la verdad.
En
definitiva, es escoger a alguien que te ayudará a llegar al cielo. Esta meditación puede ayudarte a profundizar si quieres saber más sobre este tema. ¡Y estos dos recursos seguro te van a encantar!
Escrito por Padre Juan Carlos Vásconez
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