La persona sorda en la vida de la Iglesia fue el tema central de un congreso organizado por el Pontificio Consejo para la Salud. Entrevista a María Antonia Claveria, especialista en otorrinolaringología.
Por: Carmen Elena Villa | Fuente: zenit.org
La persona sorda en la vida de la Iglesia fue el
tema central de un congreso organizado por el Pontificio Consejo para la Salud
del 19 al 21 de noviembre pasados.
Ponencias, mesas redondas y una audiencia con el Papa Benedicto XVI sirvieron
como semilla para entender mejor a la persona sorda en sus distintos grados y
sus múltiples vertientes y de manera especial en la atención religiosa y
espiritual.
ZENIT entrevistó a doctora española María Antonia Clavería, especialista en
otorrinolaringología quien participó como ponente en este evento. Su trabajo
diario consiste en atender y coordinar los distintos equipos educativo y
sanitario) que atienden a los niños con sordera en sus distintos grados.
“El hecho de participar en la Conferencia me ha
generado muchos interrogantes acerca de la adecuada y necesaria atención de
estos niños con sus familias a nivel religioso y espiritual en las distintas
etapas de la vida, en sus parroquias, cuando se acerquen para recibir los
sacramentos”, dijo Clavería a ZENIT.
-¿CÓMO VE USTED LOS
PREJUICIOS Y DISCRIMINACIONES QUE SUFREN LOS SORDOS EN LA SOCIEDAD ACTUAL?
María Antonia Clavería: Son fruto del desconocimiento social de la persona con
sordera, sus repercusiones y sus necesidades. A simple vista no podemos
identificar a una persona con sordera y, más aún, podemos equivocarnos en
juzgarlas a través de su comunicación. Este hecho puede ser un motivo de
desensibilización por parte de la sociedad. Una persona ciega genera a simple
vista compasión y con ello puede recibir ayuda entre su alrededor. La persona
con sordera no lleva bastón identificador, tampoco va en silla de ruedas, ni
lleva un aparato ortopédico. Pero no oye o no oye bien y esta dificultad no se
palpa, no se valora, no sensibiliza.
-¿CÓMO CREE QUE PUEDEN SER
SUPERADOS?
María Antonia Clavería: “En la actualidad no
obstante vencer la discriminación también radica en hacer esfuerzos para lograr
armonizar la convivencia entre la sociedad denominada oyente, la no oyente con
comunicación en lengua de signos, la no oyente con comunicación oral, la que
tiene dificultades auditivas (y en este grupo se incluye prácticamente a toda
la humanidad al envejecer) y la no oyente con dificultades auditivas asociados
a otros problemas. Todos estos grupos de personas forman parte de la misma
sociedad, sociedad plural, que precisa de una íntima unión para un justa integración
social de la persona humana.
De ahí que el inicio de esta sensibilización resida en la mejoría de la base
pedagógica- educativa social, asesorada por los profesionales sanitarios
expertos y con el respaldo de las instituciones políticas de cualquier
ideología y con el apoyo de entidades, asociaciones y organismos nacionales e
internacionales”.
¿CÓMO HACER PARA QUE LOS
SORDOS TENGAN UNA MAYOR PARTICIPACIÓN EN LA VIDA SOCIAL Y PASTORAL?
María Antonia Clavería “Se trata de normalizar la
integración de la persona con déficit auditivo, desde su vertiente más leve a
la más profunda, en la vida social y en consecuencia también en la pastoral.
Para ello se tiene que trabajar intensamente para que toda la sociedad, civil y
religiosa, esté informada acerca de lo que significa que una persona tenga un
déficit auditivo en sus distintos grados, cuales son las repercusiones
sociales, religiosas y espirituales, en las distintas etapas de la vida, y las
ayudas terapéuticas disponibles. Todo ello va a permitir entender, considerar y
ayudar a la persona con dificultades auditivas en sus distintas vertientes.
Difícil trabajo sino comienza desde una base pedagogo-educativa y sanitaria
asesorada por profesionales expertos de ambos ámbitos, en íntima colaboración y
coordinación. Pero en este propósito es preciso que las personas afectadas
participen, colaboren y luchen para lograr esta normalización de su integración
social”.
¿QUÉ OBSTÁCULOS PUEDE
ENCONTRAR UNA PERSONA SORDA PARA EL CRECIMIENTO DE LA FE?
María Antonia Clavería: “La fe es un don de Dios
que se transmite en parte importante a través de la familia a través de la
comunicación, del diálogo abierto, y siempre desde el ejemplo.
Si la comunicación espontánea en la familia se interfiere por el hecho de que un miembro tenga este déficit auditivo, se debe comenzar con un conocimiento adecuado del mismo desde su inicio, su aceptación, y la información de su posible ayuda terapéutica precoz, teniendo en cuenta todas las posibilidades disponibles en su entorno. No obstante el “ejemplo mudo” siempre existirá, motivará y fortalecerá, sea cual sea la comunicación que se utilice.
El crecimiento y la madurez de la fe dependen en gran parte de la inquietud
personal, favorecida por la misma familia, pero también por el entorno
educativo, social y religioso-espiritual en el que la persona viva, se
relacione y crezca en todas sus dimensiones.
¿Y DE QUÉ MANERA LA PERSONA
SORDA PUEDE UTILIZAR ESTA LIMITACIÓN PARA ACERCARSE A LA FE?
María Antonia Clavería: “Diría que la sordera en
toda su magnitud no debería ser una limitación, sino una situación de
desigualdad respecto a lo que se considera normal en nuestra sociedad y,
reflexionar que lo normal, muchas veces no es lo mejor. Nunca una
desigualdad debe ser utilizada para un fin. Pero reconozco que las personas con
fe cristiana poseen el “privilegio gratuito de su
fe” para afrontar el camino de la vida. La persona afectada de sordera
puede verse en la necesidad de buscar lo que yo le llamo “privilegio de la fe” para afrontar su desigualdad
y con esta inquietud acercarse a ella. Este hecho no lo considero una utilidad
de la limitación, sino un crecimiento de madurez personal.
¿DE QUÉ MANERA CONCRETA, UNA
PERSONA CON ESTE TIPO DE DESIGUALDAD PUEDE CONVERTIRSE EN DISCÍPULO Y MISIONERO
DE CRISTO EN ESTE TIEMPO?
María Antonia Clavería: “Cualquier persona puede
ser discípulo y misionero de Cristo siempre que reciba de pequeño, busque o
encuentre a lo largo de su vida una adecuada catequesis. Al referirme a
adecuada en este caso contemplo la deficiencia auditiva y para ello la
necesidad de incorporar en la pastoral, que no lo disponga, de un soporte y
asesoramiento pedagogo-catequético especializado para las personas con déficit
auditivo en las distintas etapas de la vida, sobretodo en la infancia, durante
su proceso de desarrollo hasta convertirse en adulto, en la edad media de la
vida y en la vejez hasta la muerte.
Para finalizar este apartado me pregunto ¿Podría
ser más catequético- evangelizador emplear el término de pastoral de personas
con dificultades auditivas en lugar de pastoral del sordo?
¿QUÉ ELEMENTOS CREE NO PUEDEN
FALTAR EN UNA BUENA TERAPIA INTEGRAL PARA LAS PERSONAS CON DÉFICIT AUDITIVO?
María Antonia Clavería: “La aplicación de los
valores de igualdad y respeto, rodeados de una adecuada educación familiar,
socio-pedagógica en todas sus vertientes y sanitaria de la sordera. Todos estos
elementos unidos y extendidos a toda la humanidad son necesarios para alcanzar
una buena terapia integral de las personas con sordera”.
¿CÓMO PUEDE EL HOMBRE DE HOY
COMBATIR LA “SORDERA ESPIRITUAL “DE LA QUE HABLABA EL PAPA EN LA AUDIENCIA QUE
CONCEDIÓ A LOS PARTICIPANTES DE ESTE EVENTO?
María Antonia Clavería: “Con la ayuda del pilar
fundamental cristiano de amor al prójimo, venciendo el egoísmo del bienestar
personal en pro de los que sufren por distintas causas, en nuestro caso de
sordera, cercanos a nosotros. No se trata de lograr cosas imposibles y con ello
desfallecer, sino hacer posible lo poco o mucho que está a nuestro alcance. Tratar
y respetar al prójimo como a uno mismo le gustaría ser tratado y respetado.
Tarea no fácil, desde la fragilidad humana, pero sí grano de arena para
conseguir un mundo mejor”.
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