El serpentín de Pasamayo, una delgada culebra de asfalto de 22 kms que sinuosa en sus 52 curvas entre Aucallama y Ancón se le estigmatizo como maldita ya que tiene en su haber 104 muertos solo de 1990 al 2017, sin contar la última tragedia.
Maldecimos a un camino natural de los pescadores antes de los españoles, camino de herradura durante la Colonia y desde 1871, un trazo de la vía férrea entre Lima y Ancón, cuyos vagones sacaban lo producido por las haciendas azucareras y los salares de Huacho, hasta que la armada chilena la inutilizo a bombazo limpio en la guerra del Pacífico (1879-1883).
Tras la guerra, el tren Lima-Ancon volvió a pitar, pero por lo que hoy es la Variante de Pasamayo.
Maldecimos a un camino hecho para ser recorrido x hombres, bestias y trenes (éstos en un sólo sentido).
Pero no maldecimos la prisa del mariscal Oscar R Benavides quien, por acabar su dictadura con bombos y platillos, iniciada con el extraño magnicidio del presidente Luis M Sánchez Cerro en 1933, terminó la Carretera Panamericana correspondiente al Perú a pocos meses de irse a fines de 1939.
Benavides hizo de ese serpentín bombardeado por los chilenos y vuelto a usar como camino de herradura, un tramo de la Panamericana.
El mariscal tenía un atenuante como para maldecirlo: el parque automotor en todo el Perú era de 25 mil autos en 1940.
El Serpentín de Pasamayo recién inaugurado como carretera asfaltada habrá tenido un tráfico de 5 carros por día.¿Pero 20 años después, 30 años después? No pudo un gobierno con materia gris ampliar los carriles de la variante, más alejada del abismo de 80 metros al que durante 77 años se juegan la vida cientos de miles de peruanos.
Esa inoperancia, esa omisión, esa indiferencia de los gobiernos y su burocracia son los que se merecen ser malditos... No el Serpentín de Pasamayo.
Un agradecimiento especial a Elio Galessio hijo, pues gracias al valioso trabajo de su padre pude hacer este post.
Créditos: (facebook) Pedro Jose Cama Calderón
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