Os voy a contar una historia que parece un cuento, solo que es completamente real.
A un pintor de graffitis (se llamaba
David Choe), un joven le encarga que pinte un mural en la oficina en la que
trabajaban. Era en una época llamada año 2005.
Aunque el negocio que habían comenzado esos jovenzuelos le parecía ridículo al
pintor de graffitis, lo cierto es que escogió que le pagaran no en efectivo,
sino en acciones.
A los
dueños, les daba lo mismo darle el dinero en billetes o la misma cantidad en
acciones a la cotización de ese momento. Así que aceptaron. La compañía se
llamaba... Facebook.
Por
el precio de pintar una pared, el valor de esas acciones, hoy día, es de 1000
millones de dólares. Fin de la historia.
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Cuando David Choe se despertó, los millones todavía seguían ahí.
P. FORTEA
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