Si no tenemos relaciones, lo dejamos.
Hay que reconocer que en el noviazgo, aparece, en ocasiones, repentinamente, un
tremendo chantaje, generalmente hacia la mujer, pero no siempre, envuelto en un
suave requerimiento de lo que pretende ser amor:
«Si no lo hacemos, es que no me
quieres. Si me quisieras lo harías conmigo, estarías deseando darme gusto,
agradarme. Eso es lo que hacen los que se quieren. Eres egoísmo puro».
Esto es todo un chantaje, una desconsideración hacia
la otra persona, una falta de justicia.
Acrecentado por la dificultad que conlleva el dar razones negativas ante
un razonamiento, aparentemente, bien construido.
Hay que saber dar un «no» amable,
amoroso, pero firme. Y eso será positivo para la relación.
Algunas veces se da el «sí», no
porque se vea claro, o porque se vea positivo lo que se va a hacer, sino por
debilidad, modernidad, no ser rechazado, o miedo a perder la pareja. Pero
sin verlo claro.
El que ceda a ese chantaje, se está exponiendo a
sufrir más en un futuro.
Además habría que preguntarse si eso es un noviazgo, porque si se
deja si no hay relaciones eso es en lo que se basa las relaciones de amantes.
Cuando el sexo desaparece se rompe la relación. O sea no sois novios sois
amantes. Lo cual es muy distinto.
En un noviazgo todavía no ha habido un compromiso
total con el otro.
Querer todo del otro, sin la donación que lleva
consigo el compromiso, es como un robo, es un apoderarse de lo que todavía no
es de uno.
Es curioso pero la
modernidad, el miedo a «quedar mal»,
está haciendo a muchas mujeres, y menos frecuentemente hombres, apoyar unas
formas de actuar que en el fondo no desean, porque perciben con su intuición
que pueden ir contra ellos.
Quizá no se perciba en el corto plazo, pero sí en el
medio o largo plazo.
Pedir relaciones en circunstancias como las dichas
anteriormente, en resumen, es "probar" a
la otra persona, y buscarse a uno mismo.
«¿Cómo nos vamos a casar sin
“conocernos”, sin saber si somos compatibles?».
En ese terreno, si hay amor y búsqueda del
otro, siempre habrá compatibilidad, eso no son, ni de lejos, los problemas más
importantes que va a encontrar una pareja.
Probar a una persona es reducirla a un objeto de
experimentación en vistas a su rendimiento: ¿Cómo
me va a rendir sexualmente?, ¿Cómo será mi satisfacción personal?
Mal empezamos. Si eso se hace en el noviazgo,
que es
cuando debería haber ilusión, idealismo, ¿Qué
pasará después? Probablemente la rutina se lo comerá todo.
Si en el noviazgo no pienso en el otro, ¿qué razón tengo para pensar después?
Si «cosifico» al
otro y lo trato como objeto, ¿después lo voy
a tratar como persona?
Dejemos a un lado la ingenuidad que se lleva por
delante muchas felicidades personales.
Si realmente una pareja de novios tiene
relaciones porque no sabe las consecuencias reales que eso puede traerle a su
vida, es bueno que se formen, que se instruyan, que pregunten, que abran los
ojos. Esto hará que la verdadera ilusión renazca y de esta manera se
edificará esa pareja sobre algo más sólido. Lo que se llama la segundad
virginidad vigorizará toda la relación.
No olvidemos que la ilusión por tener relaciones es
uno de los atractivos que tiene el matrimonio.
Por tanto, la espera es buena, también para mantener ciertas
expectativas con las que es bueno llegar a la boda.
Todo lo que sea hacer las cosas cuando se debe y no
cuando apetece es una muestra de amor al otro. Y el otro lo valorará.
Y si no se es capaz de esperar ese tiempo, hay que
pensárselo seriamente.
No está dispuesto a ponerte a ti por delante de sus deseos. «Es que me cuesta mucho, soy muy impaciente».
Precisamente por eso, hay que pensárselo.
¿CÓMO VAS A VIVIR TU VIDA CON UNA
PERSONA QUE NO ESTA DISPUESTA A ESPERAR, A APRENDER A ESPERAR?
Difícil ciencia, por otra parte.
¡Si la vida es un continuo esperar!
Se está tratando con mucha banalidad la sexualidad, y eso
lleva consigo problemas, disgustos, situaciones desagradables y sufrimientos
bastante fuertes, que, por otra parte, podrían ser evitados.
No nos olvidemos que si las cosas no se tratan como son, se
vuelven contra nosotros. Eso está ocurriendo en muchas parejas.
¡Rectificar es de sabios! Hay
que sentarse a hablar.
Parece que es el momento, ¿o no?
contreras@jmcontreras.es
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