Hace unos días mi hermana Celeste me pidió que la acompañara a ver «Cobra Kai», una serie con los personajes de «Karate Kid». ¡No podía creer lo buena que estaba!
Quizá porque me recordó mis
clases de Karate cuando era niño, quizá porque hay muchas enseñanzas para la
vida o quizá porque me recordó lo especial que es tener un Sensei.
Mientras veía la serie pensé
mucho en Jesús, Él es mi Sensei. Obviamente es mucho más que un sensei de
Karate, pero quiero aprovechar este término para agradecer por cómo Jesús me acompaña en mis luchas de la vida, me anima, me enseña, me
corrige, me entrena, y aunque falle, sigue apostando por mí.
Son muchas las enseñanzas de
mi Sensei, su vida entera es luz para guiar mis pasos. ¡Es
por esto que quiero compartirte tres de sus enseñanzas!
1. CONVIÉRTETE EN HERMANO DE TODOS
No importa que alguien no te
caiga bien, que sea antipático, que tenga una personalidad que te incomode, que
critique a la Iglesia, que sea de otra religión, que se burle de ti, que piense
cosas contrarias a ti, o que incluso, llegue a actuar como tu enemigo.
Pase lo que pase, nuestro
Sensei (Jesús) nos enseña que tenemos que convertirnos en hermanos de todos los
seres humanos que nos rodean. Y a los hermanos no se les discrimina, ataca,
ridiculiza o excluye.
A los hermanos se les integra, se les acoge, se les sana, se les ama, se
les perdona, se les sirve, en conmemoración de nuestro Señor Jesús.
2. ¡SANA HERIDAS!
¿Yo? Sí, ¡tú!
No necesitas poderes mágicos para sanar. Hay personas que tienen dones
especiales y bendito Dios por el bien que hacen. Pero tú y yo quizá tenemos
otras formas de hacerlo.
Escuchando a nuestros amigos
podemos sanar heridas de soledad. Agradeciendo a nuestros padres sanamos
heridas de inseguridad. Jugando con nuestros hermanos sanamos heridas de
rechazo. Mirando a los pobres sanamos heridas de anonimato.
Llamando a los abuelos sanamos
heridas de tristeza. Ayudando a armar el LinkedIn a nuestros amigos que perdieron sus empleos,
sanamos heridas del desánimo.
Somos Iglesia, somos un
hospital de campaña.
No solo nos concentramos en no equivocarnos o mantener una vida de oración
activa. Nada de esto tiene su mejor sentido si no vivimos preguntándonos: ¿Cómo puedo servir a mi hermano que me está necesitando? ¡Ánimo! ¡Estás a tiempo de hacerlo!
3. ¡ALZA TU VOZ POR LAS INJUSTICIAS!
¡Con valentía! Mucha gente católica tiene
miedo a manifestarte frente a una injusticia porque quizá tiene un tóxico
respeto a la autoridad y no se atreve a corregir al líder del grupo, al
sacerdote encargado o hasta al mismo obispo.
Quizá en nuestros trabajos no
denunciamos abusos o corrupción por miedo a perder nuestro puesto o status, o
quizá no protestamos ante algún acto de violencia machista en la familia por
temor a romper algún lazo familiar.
El miedo es natural, pero como
diría el Sensei de Cobra Kai: «Puede que no siempre gane,
pero jamás abandono una pelea». Tenemos
que convertirnos en esperanza para las víctimas, para aquellos vulnerables que
están siendo golpeados por estructuras, malas prácticas, gestos, con los que
convivimos de cerca.
Hay que hacerlo con astucia,
con caridad, con compasión. Pero que el miedo no nos haga cómplices de la
posibilidad de que algunos de nuestros hermanos viva un infierno que le robe la
vida y vida en abundancia que nuestro Señor tiene para darles.
¡VAMOS CON TODO!
Jesús no quiere ser tu Sensei
solo para tu «vida espiritual». Quiere
acompañarte en cada segundo de tu vida, en todas las áreas de tu existencia.
Aquí no se entrena para ganar
batallas de Karate. Aquí se entrena para dar la
vida por el bien de un planeta donde nos miremos más como hermanos, donde los
muros sean remplazados por abrazos de paz.
¡Mucha fuerza y que el
Espíritu de Dios te acompañe en cada una de tus batallas!
Escrito por Fernando Merino
No hay comentarios:
Publicar un comentario