martes, 19 de enero de 2021

¿QUÉ ES EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR Y POR QUÉ HAGO PARTE DEL 70% DE LA GENTE QUE LO PADECE?

 Uno tiende a asociar el concepto «impostor» con alguien que quiere hacerse pasar por una persona que no es, con el afán de engañarnos. Muy bien esa concepción, pero lo vamos a aplicar a nosotros mismos.

Cuando hablamos de Síndrome del Impostor, no es que patológicamente queramos engañar a los demás intentando fingir que somos algo distinto a lo que realmente somos, sino que, de forma involuntaria, sentimos que lo que los demás piensan de nosotros, no es. Que no estamos a la altura de las circunstancias.

¿CUÁNDO SURGIÓ EL TÉRMINO «SÍNDROME DEL IMPOSTOR»?

En 1978 apareció este término por primera vez, descrito por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. No es un desorden ni un trastorno mental, sino una respuesta al éxito en la vida y a la presión por ser siempre mejores.

En resumen, lo que me pasa a mí y que según las estadísticas un 70% de las personas lo han tenido. Consiste en tener la sensación constante de que no eres lo suficientemente bueno en lo que sea que hagas, aunque los demás te digan que sí lo eres. Una especie de incapacidad de aceptar los logros propios y un miedo terrible de ser «desenmascarado» como un fraude.

Tu tranquilo, que no se diagnostica como un trastorno psiquiátrico, sino que más bien es un conjunto de reacciones y manifestaciones (por eso le llaman síndrome) gatillados por estímulos externos y eventos puntuales. Esos estímulos externos pueden ser laborales, familiares o incluso, espirituales.

TAL VEZ ELLOS SON MEJORES…

¿Te ha pasado que personas en tu comunidad parecen «mejores» que tú en cuanto a virtud, piedad e incluso conocimiento de lo espiritual y eso te hace sentir un poco en falta, como a medio camino?

No quiero dar lástima ni victimizarme, pero constantemente me he sentido así. He sentido que no doy la talla, que estos artículos que escribo para CatholicLink son malos y los va a leer poca gente.

Que no soy tan bueno en mi trabajo y en general, que la mayoría de las cosas que me dicen que hago bien, no las hago tan bien como ellos creen, solo que no se dan cuenta.

INCLUSO A LOS MÁS GRANDES DE LA HISTORIA LES HA PASADO

Una anécdota la relata  Neil Gaiman, reconocido autor británico, un super ventas literario a nivel mundial, que fue invitado a una reunión de personas destacadas en muchas áreas del conocimiento.

Él sentía que no merecía estar en ese lugar, rodeado de gente increíble. Se sentía un impostor. Al segundo o tercer día de la reunión, Gaiman comenzó una conversación con un hombre mayor, muy amable y agradable. Ese hombre era Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna.

Armstrong, apuntando a los demás que estaban en la sala dijo: «Solo miro a estas personas y pienso, ¿Qué estoy haciendo aquí? Esta personas han hecho cosas increíbles. Yo simplemente fui donde me enviaron». A lo que Gaiman respondió: «Sí, pero fuiste el primer hombre en la luna. Creo que eso cuenta para algo».

Gaiman no podía salir de su impresión al darse cuenta de que tanto él como Armstrong estaban sintiendo lo mismo, y eso lo hizo sentir un poco mejor, «porque si Neil Armstrong se sentía como un impostor, tal vez todos lo hicieran».

SI TE PASA ALGO DE ESTO, PUEDE SER QUE LO TENGAS

A mí me ocurren varias de estas cosas, que según la literatura, le pasan también a los que nos sentimos impostores. Es una lista simple, pero te puede servir para chequear si vas por el mismo camino:

— El perfeccionismo
— El miedo al fracaso
— Realizar un exceso de trabajo, quedar horas extra o llevarse trabajo a casa (para compensar el supuesto «fraude»)
— Menospreciar los propios logros, relativizarlos o incluso atribuírselos a otras personas y no a uno y su propio mérito.
— Minimizar las alabanzas, y sobre todo sentirse avergonzado al recibirlas. Restarse mérito y atribuírselo a otras personas, a las circunstancias o incluso a Dios.
— Temor a ser descubierto, a que conozcan que realmente no eres tan bueno, tan hábil, tan virtuoso.

Y los pensamientos más habituales de estas personas suelen ser del tipo:

— «No puedo equivocarme, tengo que hacer las cosas bien»
— «Me siento como un fraude»
— «Lo mío solo es suerte»

NO ES SOLO UNA COSA PSICOLÓGICA, AFECTA TAMBIÉN TODO LO DEMÁS

Es de sentido común hacer la correlación, en que si en el trabajo te sientes «poca cosa» y que eres un fraude, en tus relaciones afectivas, amistad, de pareja, paternidad, vida espiritual o la que sea, te va a ocurrir más o menos lo mismo.

Entonces, la invitación será a mirarnos con objetividad e intentar primero sanar esa forma de relacionarnos con los demás, en donde pudiera ser que consideramos que no estamos a la altura de las circunstancias.

Muchas veces se necesita de ti, de tu confianza en tus propias habilidades y dones, de tu carisma, de tu apoyo, pero mientras nos pasamos sumergidos en un sentimiento de inferioridad, montón de veces preferimos evadir responsabilidades.

No asumir liderazgos o aceptar desafíos, porque creemos que no somos competentes y que todos los demás a nuestro alrededor podrían hacerlo mejor que nosotros.

IDEAS PARA SALIR DE ESE LUGAR MENTAL Y ESPIRITUAL

1. Como primer paso de cualquier camino espiritual, de terapia o proceso de recuperación, lo más importante es: reconocerlo.

Identificar que la sensación de ser un fraude, un charlatán que no quiere ser descubierto, es solo eso, una sensación y no un hecho (porque ojo, el verdadero impostor nunca siente que es un impostor).

2. Reformula tus pensamientos. Una vez que reconozcas esa duda en tus habilidades, reorganiza tus pensamientos y llévalos a valorar esas habilidades.

Por ejemplo, si te pidieron hacer algo a última hora y salió bien, en vez de pensar que fue una cosa poca que acomodaste rápidamente, piensa que eres bueno organizando y trabajando bajo presión, logrando excelentes resultados.

En la vida espiritual, sin querer somos exigentes y nos miramos desde la carencia, desde lo que nos falta, desde el pecado y construimos nuestra imagen espiritual desde todo aquello que nos falta por trabajar.

Pocas veces nos miramos desde lo que sí tenemos, desde lo que sí hacemos bien, desde lo que destaca positivamente en nosotros y muchas menos veces, hacemos un camino espiritual desde nuestras fortalezas. Casi siempre es desde lo que nos falta, no desde lo que tenemos.

3. Ten en cuenta que no estás solo. Para mí esto es lo más importante: saber que un 70% de las personas sufren esto. ¡Somos un montón de supuestos impostores tratando de superarlo!

De seguro si le preguntas a algún amigo si se siente como un fraude que será descubierto en cualquier momento, lo más probable es que te diga que sí, que lo siente gran parte del tiempo.

Espero que estos consejos te sirvan y puedas compartirlos con amigos o familiares. Déjanos saber en los comentarios qué opinas sobre el Síndrome del Impostor y cuéntanos si tal vez te llegaste a sentir identificado.

Escrito por Sebastian Campos

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