Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios.
Por: P. Antonio Rivero, L. C. | Fuente: Jesucristo.
Leyendo los Santos Evangelios nos sorprende la
variedad de nombres que se le dan a Cristo, ya sea por parte de los
evangelistas o porque el mismo Cristo se los aplica a sí mismo: Camino, Verdad,
Vida, Pastor, Rey, Luz, Pan, Maestro, Compañero de camino, Resurrección, Vida,
Salvador, Mesías, Cordero de Dios, etc.. Esto nos demuestra la riqueza inmensa
que encierra el corazón de Cristo. Acerquémonos, pues, al Evangelio para
descubrir la hondura y profundidad de su Amor.
A lo largo de los Evangelios podemos descubrir diversos títulos de Jesús. Todos
nos demuestran que ha sido el hombre más grande de la historia. Muchos hombres
han sido admirados, pero no siempre amados. Jesucristo es el único hombre que
ha sido amado más allá de su tumba.
A los dos mil años de su muerte, legiones de hombres y mujeres, dejando su
familia paterna y su familia futura, sus riquezas y su Patria, despojándose de
todo, han vivido sólo para Él. Jesucristo ha sido amado con heroísmo.
Millares y millares de mártires dieron por Él su sangre. Millares y millares de
santos centraron en Él su vida. Jesús ha sido también el hombre más combatido
de la humanidad. ¿Qué tendrá este hombre que murió
hace dos mil años y hoy molesta a tantos vivos? ¿Qué tendrá este hombre que
sigue enterrando a sus mismos enemigos y Él sigue vivo? ¿Quién es Jesús?
Fray Luis de León ha escrito lo siguiente: "Vienen
a ser casi innumerables los nombres que la Escritura divina da a Cristo, porque
le llama León y Cordero, y Puerta y Camino, y Pastor y Sacerdote, y Sacrificio
y Esposo, y Vid y Pimpollo, y Rey de Dios y Cara suya, y Piedra y Lucero, y
Oriente y Padre, y Príncipe de Paz y Salud, y Vida y Verdad, y así otros
nombres sin cuento".
¿QUIÉN ES, PUES, CRISTO?
Aún resuena en nuestros oídos la pregunta que el mismo Cristo formuló hace dos
mil años: "¿Quién
decís que soy Yo?" (Mateo
16, 16-17).
A esta pregunta respondió su mismo Padre celestial, respondió la gente que le
vio y le escuchó y respondió el mismo Jesús.
Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús,
el Hijo de Dios. Es la riqueza que Dios Padre quiso compartir con la humanidad.
Cada uno de nosotros va haciendo a lo largo de la vida diversas experiencias de
Jesucristo. Lo importante es estar abierto a este Pozo insondable y acercarnos
cada día a sorber aunque sólo sea una gota de su agua saciativa y refrescante.
Ojalá terminemos nuestra vida con el nombre de Jesús en nuestros labios y en
nuestro corazón. Con solo escuchar este nombre el alma se pacifica, el corazón
se enardece y se ensancha. ¿Cómo no predicarlo por
todos los rincones del mundo? En Él está la salvación.
1. Jesús
San Mateo nos dice así, de parte del ángel: Le
pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21). Son palabras del ángel a José. Este
nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la
encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvé salva, Dios salva; quiere decir, pues, Salud-dador.
Este el nombre que resume todos los demás que enunció Fray Luis de León. Es el
nombre más suave. Así lo dirá san Bernardo: Nada
más suave de cantar, nada más grato de oír, nada tan dulce de pensar, como
Jesús, Hijo de Dios.
¡Jesús! No existe bajo el cielo otro nombre,
dado a los hombres, en el cual hayamos de salvarnos (Act 4,12).
Manuel de Iribarne cuenta la muerte trágica de Francisco Pizarro diciendo: Pizarro quedó solo en medio de sus enemigos, que
arremetieron contra él sin compasión. Atacado por todas partes, el viejo
soldado se mantuvo en pie defendiéndose durante algún tiempo, hasta que su
nervudo brazo se rindió a la fatiga, incapaz de sostener la espada.
Martín Bilbao le asestó entonces una furiosa cuchillada en el cuello, que dio
con él de bruces sobre las losas. Un surtidor de sangre caliente brotó de su
garganta. Al caer, el conquistador del Perú pidió confesión a voces. Dícese que
antes de lanzar su postres aliento, como español y como cristiano, trazó una
cruz con su propia sangre en el suelo -única firma que usó en vida- y luego la
besó devotamente. Un tenue y suspirado ¡Jesús! Se escapó de sus labios"
Un nombre, pues, que trae consuelo y confianza incluso en el mismo trance de la
muerte trágica.
2. Jesús: Cordero de Dios
Así lo nombró Juan Bautista a orillas del Jordán (cf Jn 1, 29). ¿Qué quiso significar Juan? Tal vez estaba
indicándolo como el verdadero Cordero Pascual (cf Ex 12,6), o tenía en mente el
cordero del sacrificio cotidiano en el templo (cf Ex 29,38); o tal vez al
Siervo de Yahvé, de Isaías, llevado al
matadero como corderito mudo (cf Is 53, 6,7); podía también querer resaltar su
cualidad de inocencia o su disposición al sufrimiento.
Es Cordero que quita el pecado del mundo, no sólo que lo lleva. Y san Juan dice
que quita y no que quitará, para indicar y significar la virtud natural de
Cristo de quitar los pecados.
3. Jesús: Profeta
Este es el profeta Jesús, de Nazaret en Galilea (Mt 21, 9-11). Jesús fue el Profeta esperado. ¿Qué es una profecía? Es un conocimiento impreso
en la mente del profeta mediante una revelación divina; es una señal de la
divina presciencia.
¿Qué clase de profeta: taumaturgo (que obra milagros),
reformador, mesiánico?
Jesús no rechaza el intento popular de colocar su obra y su personalidad dentro
del marco de profetismo, pero la supera porque no sólo anuncia la venida del
Reino, sino que la realiza en Él mismo. Es profeta, también, porque es
rechazado y perseguido; así supera la imagen del profeta mesiánico
nacionalista, apocalíptico y espectacular.
Como Profeta Jesús tuvo conocimiento del corazón del hombre. Conocía lo que
había en el corazón de Natanael (cf Jn 1, 43). Conocía los pecados de la
samaritana (cf Jn 4, 17-18). Conocía las murmuraciones internas de los escribas
cuando sana al paralítico (cf Lc 9, 46). Conocía los juicios del fariseo cuando
la pecadora lava sus pies con lágrimas (cf Lc 7, 36-50). Conocía la traición de
Judas (cf Jn 13, 27). ¡Él conocía lo que hay en el corazón del hombre!
Pero Jesús fue más que un Profeta. Y con sus profecías demostró que era enviado
de Dios y además demostró que era Dios. Todo cuanto Él decía lo sabía como Dios
y también como Hombre.
4. Jesús: Mesías
Elegido y ungido por Dios y enviado con una misión. Jesús no sólo no usa el
término de Mesías, sino que positivamente tiene una actitud de ocultamiento y
reserva en este sentido. Impone silencio a los demonios para que no lo
descubran como Mesías (Cf Mc 1, 33; 3, 12; Lc 4, 41).
Pero ocurre también que a Jesús le preguntan si es Él el Mesías y responde
diciendo: Sí, pero...; sí, pero no del modo como
vosotros pensáis... Su mesianismo va
a escandalizar, va a defraudar a muchos, va a ser signo de contradicción, una
piedra de escándalo para los judíos.
Cristo había sido reacio a confesar públicamente su identidad mesiánica. Tenía
el peligro de que le entendieran en sentido político-nacional, cuando su misión
era otra muy distinta. Y cuando lo confesó públicamente en la Pasión, ante el
sumo sacerdote, fue tratado de blasfemo.
5. Jesús: Hijo de David
Jesús no se lo aplica nunca espontáneamente, aunque tampoco lo niega cuando se
lo atribuyen (Mt 21, 9-15). La muchedumbre lo considera como hijo de David (Mt
12, 23-27; Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39); pero Jesús no reivindica dicho título,
como si tuviese miedo a la exaltación política que ello traería consigo. Era en
tiempos de Jesús uno de los títulos de más acusado trasfondo político.
6. Jesús: el Hijo del hombre
TIENE ESTOS SENTIDOS:
- Primero: Hijo del hombre en clara referencia al texto de Daniel (7,
9-14). Con ellos viene a indicar que su mesianismo es divino. En efecto,
el hijo del hombre es preexistente, proviene del cielo y aparece junto al
anciano sobre la nube, lugar de las manifestaciones de Dios.
- Segundo: Jesús,
al usar el título de hijo del hombre, lo hace en conexión con la función
del siervo de Yahvé, en cuanto que su
mesianismo de origen divino y trascendente se realiza con la misión de
redimir a la humanidad (Mateo 20, 28), perdonar los pecados, juzgar,
consolar a los pecadores. Jesucristo emplea este título ochenta y dos
veces.
- Tercero: Hijo del hombre por ser verdadero hombre. Es el hijo de
hombre más extraordinario de todos. Hijo de hombre porque sufrirá todo
tipo de humillaciones, porque no tendrá donde reclinar la cabeza. Une la
función del Hijo del Hombre con la del siervo de Yahvé humillado, servidor y sufrido.
7. Jesús: Maestro
Es curioso ver que de un total de cincuenta y ocho veces en que aparece la palabra maestro en el Nuevo Testamento, cuarenta y ocho se encuentran en los evangelios, y cuarenta y uno referido a Jesús. En muchas ocasiones se dice en el evangelio que Jesús enseña a los discípulos y a la gente. La actividad pública de Jesús se caracteriza por su enseñanza, por lo que parece justificado hablar respecta a Él designándolo como Maestro.
Jesús enseña en los lugares públicos de carácter religioso, dirigiéndose a la gente que allí se reúne: en la sinagoga los días de sábado y en el área del templo.
Ocasionalmente los evangelios mencionan la actividad de enseñanza al aire libre, o en las plazas de la aldea.
La instrucción de Jesús se dirige a la gente sin distinción alguna o a los discípulos por separado.
La forma de enseñanza de Jesús corresponde a la de la tradición bíblica, sapiencial y de las escuelas judías: sentencias proverbiales, semejanzas, parábolas, etc.
Este título de Jesús Maestro será objeto de todo un capítulo más adelante.
8. Jesús: Señor-
- Superior a todos,
de condición divina. El título Señor se refiere más directamente a
las relaciones de Cristo con nosotros. La función magisterial de Jesús,
según el primer evangelista, tiende a coincidir con la de Señor de los discípulos, hasta el punto de que ninguno de
ellos puede arrogarse el título de maestro.
En concomitancia con esta acentuación del papel autorizado de Jesús en el evangelio de Mateo, los discípulos se dirigen a Jesús dándole el título de Señor, mientras que son los demás, los de fuera, los que llaman a Jesús maestro. También el evangelio de Lucas revela esta tendencia a reservar el uso del título maestro para los que son extraños al grupo de los discípulos, mientras que estos últimos llaman a Jesús Señor
9. Jesús: Hijo de Dios
Jesús al presentar al Padre, indirectamente se está revelando a sí mismo como el Hijo en un sentido único y trascendente. No es que busque su gloria al revelarse como el Hijo; es que al revelar la gloria del Padre, inevitablemente revela la suya propia.
Es en el evangelio de san Juan donde Jesús se presenta como el Hijo en un sentido único y trascendente. La relación única entre ambos la presenta mediante un conocimiento mutuo único (Jn 1, 18: 10, 15; 17, 25), un amor recíproco también exclusivo (Jn 5, 20; 14, 31; 17, 24.26), mediante la unidad de ambos en la acción (Jn 5, 17.19.20.30), que hace que los dos sean una misma cosa (Jn 14, 10; 17, 21-22). De este modo, quien honra al Padre honra al Hijo (Jn 5, 22-27), y quien ve al Hijo ve igualmente al Padre.
Este es el secreto de la vida íntima de Jesús: su filiación divina. Hay en él, junto a su condición divina, una atracción continua del Padre, un deseo de estar a solas con Él; deseo que a veces sólo puede cumplir quedándose toda la noche de oración tras una jornada agotadora de actividad. Parece como si la esencia misma de la personalidad de Jesús fuese su relación con el Padre. Era algo obsesivo en Él. Incluso le llamaba Abbá, papá, expresando así la conciencia de su filiación divina.
Jesús nos ha introducido por adopción en la relación única filial que él mantiene con el Padre. Ser cristiano es ser hijo en el Hijo.
10. Jesús: Mesías, el Hijo de Dios vivo
Jesús no se autodesigna nunca como el mesías. Son los otros, los discípulos o la gente quienes lo llaman mesías, christós, o con fórmulas equivalentes como hijo de David.
No sólo Jesús no se presenta nunca como mesías, sino que se muestra reticente y en algunos casos contrario frente a semejante reconocimiento por parte de los demás. Incluso cuando Pedro le confesó como Mesías, les impuso a todos los apóstoles severamente que no hablasen de él a nadie (cf. Mc 8, 30).
Se trata del famoso secreto mesiánico. ¿Por qué? Porque había tendencia de entender el término mesias desde el punto de vista demasiado político y social. Y Jesús quería evitar a toda costa ese significado. No es un mesías político ni social, sino un mesías espiritual, un ungido de Dios, que nos salvó del pecado a través de su pasión y muerte en la cruz. No vino a instaurar un mesianismo nacionalista judío. Incluso la fuerte acentuación religiosa de su proyecto, que incluye una nueva imagen de Dios-Padre que acoge a los pobres, a los pequeños y desamparados, a los pecadores y a los extranjeros, choca abiertamente con la visión de un mesianismo político.
Además, la propuesta de una síntesis ética que se caracteriza por el amor gratuito y universal que abraza incluso a los enemigos no se presta a la realización de un programa mesiánico de tipo revolucionario y socializante.
De hecho, Jesús con sus opciones y sus tomas de posición defraudó las esperanzas mesiánico-nacionalistas.
11. Jesús: Salvador
Jesucristo vino a salvar al hombre, no tanto a las circunstancias molestas. Por eso, aún con la venida de Cristo Salvador, perdura el mal en el mundo, sobre todo el mal físico (cf. Mt 19, 12-13; Mc 1, 14-15).Vino a salvar a todo el hombre: sea en el alma, sea el cuerpo. Y vino a salvar a todos los hombres (cf. Mt 28, 19-20). Esa salvación supuso un cambio interior del hombre. La salvación de Cristo nos hace hombres nuevos.
¿Cómo nos salvó? Encarnándose, muriendo por nosotros, satisfaciendo y reparando nuestro pecado.
Nosotros recibimos la salvación reconociéndonos pecadores, abriéndonos a esa salvación en los sacramentos. Estamos llamados a ser co-salvadores con Cristo, mediante nuestro sacrificio, nuestro apostolado directo.
12. Jesús: Siervo de Yahvé
Este calificativo hace referencia al hecho de que está íntimamente unido a Dios y que sufrirá por nosotros.
13. Jesús: Sumo sacerdote
Sumo Sacerdote, pues es el puente más directo para unirnos a Dios.
14. Jesús: Mediador-
- Ya que es el
intermediario ante Dios de nuestras necesidades.
15. Jesús: Juez
Porque juzgará en el último día.
16. Jesús: Santo de Dios
Se le denomina Santo de Dios dado que es Hijo de Dios.
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