Esta campaña publicitaria llamada «Dying twice» que les mostraremos en este post realmente me cuestionó. Dura solo 30 segundos e invita a una reflexión profunda sobre los cuidados paliativos.
Es realizada por una fundación
canadiense que promueve esta opción en el hogar, especialmente ayudando a las
personas con enfermedades terminales a aliviar su sufrimiento durante la última
etapa de sus vidas.
El slogan de la campaña es que
«tener que dejar el hogar antes de dejar este mundo es morir dos veces». Es decir morir en una institución
clínica— puede ser una experiencia de mayor sufrimiento que se suma a lo
difícil que es la transición de dejar este mundo, no solo para el enfermo, sino
para su familia.
LA DICHA DE ESTAR RODEADO DE TUS SERES QUERIDOS EN
ESE MOMENTO
Les puedo compartir un poco
desde la experiencia de cuidar a enfermos de estas características, que uno de
los aspectos más valorados por los pacientes para el momento final de sus vidas
es: estar rodeados de sus seres queridos, en un ambiente
amable, confortable, tranquilo.
Es lo que la mayoría de los
seres humanos podemos desear cuando pensamos que deseamos morir en paz y con
dignidad: experimentarnos acompañados, amados y cuidados.
Los lugares donde se ofrece
este servicio son una alternativa muy valiosa. Poder acompañar a los enfermos
en etapas tan difíciles y ayudarlos a sentir alivio a su sufrimiento no solo
físico sino psico espiritual, es un tesoro.
Sin embargo, hay muchos países
que no cuentan con la formación, la consciencia y la educación al respecto. Y
mucho menos con recursos para poder ofrecer este tipo de servicios que puedan
garantizar un buen acompañamiento paliativo en los hogares.
HABLEMOS DE UN LIMITANTE EN ESPECIAL
Hago hincapié en que uno de
los factores que limita este tipo de cuidado a los enfermos, son las
concepciones culturales sobre la enfermedad y la muerte. Que pueden partir de
los mismos pacientes o sus familiares de no aceptar el sufrimiento o
incluso la realidad de morir.
Esta es la razón por la que
buscan de maneras desesperadas posibilidades de curación, llegando a demandar
desproporcionadamente servicios de salud que no pueden modificar la naturaleza
de la vida.
Esto es lo que en ocasiones
tristemente he percibido, que algunas personas mueren en hospitales, rodeados de aparatos en vez de estar rodeados de sus familiares y sus
personas más queridas.
Y con esto no quiero decir que
no siga existiendo la posibilidad de que ocurran muertes en los hospitales, me
refiero a aquellas circunstancias en las que ya se prevé que incluso con toda
la tecnología o la disponibilidad de recursos científicos, no puede cambiarse
el pronóstico de una enfermedad.
Esto sucede especialmente en
las etapas finales y puede ser ocasión para coordinar un plan de cuidados en
casa. Muchas cosas cambiarían si supiéramos en realidad lo que significan los
cuidados paliativos.
¿YA NO HAY NADA POR HACER?
Estos pueden ser los momentos
en los que muchos piensan que «ya no hay nada por
hacer», haciendo referencia a que no hay medicinas que curen o
terapias disponibles para recuperar la salud del cuerpo. Lo que me parece una
media verdad o más bien un concepto errado e incompleto.
Lamentablemente
se nos olvida que siempre habrá mucho por hacer. Quizá no
movidos por un resultado de aparente éxito desde nuestra mirada tan reducida de
lo que significa la salud (que no es solo la física).
Puede ser una ocasión para
hacer cosas muy valiosas por estas personas que sienten el peso de su
fragilidad, no solo en su dimensión biológica. ¡Recordemos
que el cuerpo no es el único que muere, y si esa muerte no se puede resolver hay
dimensiones más profundas que sí pueden aún ser rescatadas!
Son estos momentos los que nos
recuerdan que hay una terapia a veces olvidada que nos puede
venir muy bien en estas etapas de enfermedad, y es el amor. El amor de los más
cercanos, el amor que se recibe muchas veces en el calor de hogar.
Si bien el resultado puede no
ser la curación plena de la salud física, será un bálsamo para las afecciones del corazón y del espíritu,
tan necesarias también de ser aliviadas.
UN ALIVIO PARA SOBRELLEVAR EL SUFRIMIENTO
Aunque las condiciones no
siempre serán las ideales en casa, estar cerca de los que amamos y de los que
nos aman, puede ser un gran alivio para ayudar a sobrellevar muchos de los
sufrimientos y a traer más «vida» incluso a
pesar de estar muriendo.
En este sentido me parecen muy
elocuentes las palabras del papa en días anteriores en su
mensaje para la próxima jornada mundial del enfermo en febrero:
«La cercanía, de
hecho, es un bálsamo muy valioso, que brinda apoyo y consuelo a quien sufre en
la enfermedad. Como cristianos, vivimos la projimidad como expresión del amor
de Jesucristo, el buen Samaritano, que con compasión se ha hecho cercano a todo
ser humano».
Escrito por Alvaro Díaz
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