UNA HISTORIA DE HORROR REAL EN LA FAMOSA CHECA DE SAN ELÍAS EN BARCELONA
LA MADRE APOLONIA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO IMPULSÓ 9 CASAS NUEVAS EN SU CONGREGACIÓN... MURIÓ MÁRTIR EN LA CHECA DE SAN ELÍAS EN 1936 EN BARCELONA
Durante
la Guerra Civil española, la Federación de Anarquistas
Ibéricos (FAI) convirtió los
sótanos del convento de las clarisas de San Jerusalén, en Barcelona, donde hoy
está la parroquia
de Santa Inés, en el barrio de Sarriá, en la terrible Checa de San Elías, el más temido centro
de detención y tortura de la ciudad.
Es difícil seguir la cuenta de los cristianos allí asesinados que hoy la
Iglesia venera en los altares como mártires. Un artículo de 2013 de Jorge López Teulón contaba ya 65
mártires beatificados que allí fueron asesinados; en 2021
probablemente ya son más.
Vale la
pena detenerse en la historia de una mártir concreta, la religiosa Apolonia Lizárraga y Ochoa de Zabalegui (Apolonia del Santísimo Sacramento), torturada y asesinada en la checa de
San Elías con 69 años, natural de Lezáun (Navarra), que era
Superiora General de la Congregación de Carmelitas de la Caridad. Benedicto XVI
la beatificó en Roma en 2007. Durante su mandato, de 1925 a 1936, fundó 4 casas
de la congregación en Francia, otras 4 en España y una en Argentina.
El historiador Javier Barraycoa, autor de Los
(des)controlados de Companys, ha detallado los hechos y
su contexto en un reciente
artículo en el diario La Razón que
replicamos en su mayor parte a continuación.
***
LOS
DÍAS PREVIOS A LA PERSECUCIÓN ABIERTA
Desde la
Proclamación de la II República en muchas cartas, la Madre Apolonia alentaba a
sus hijas espirituales a afrontar persecuciones que ya asomaban en una desolada
España. En la primavera de 1936 escribía: “Todos
dicen que se esperan cosas terribles y hay un pánico general; son
tiempos de verdadera persecución contra Dios, y claro, las primeras que hemos
de sufrir las consecuencias somos sus religiosas, así que bendito
sea Dios que así lo permite. Él nos dará fuerzas”.
En una
visita al Obispo Irurita en el Palacio Episcopal, a la vista de un tapiz que
representaba el martirio de un santo, la Madre le dijo a la hermana que le
acompañaba una especie de profecía: “¡Qué dichosos
son los mártires! Tal vez al Señor Obispo le quepa esta suerte.”
QUEMA
DE IMÁGENES CRISTIANAS EN LA PLAZA DE VIC... CONVENTOS ASALTADOS
La Madre
Apolonia residía en el Convento de las Carmelitas de la Caridad en Vic. El 21
de julio llegaron a la “Ciutat dels sants” milicianos
de Barcelona creando pavor y destrucción. Son famosas las escenas de la
Plaza del Mercado donde se habían reunido miles de objetos religiosos, libros,
estampas e imágenes para ser incendiados.
En
la hermosa Plaza del Mercado de Vic en julio de 1936, milicianos (en su mayoría
de Barcelona) amontonaron objetos religiosos y de piedad popular para hacer una
gran hoguera.
Pronto los conventos serían asaltados e incendiados junto a muchas
iglesias. La Madre
Apolonia fue advertida de madrugada, el mismo día 21, de que el convento iba a
ser quemado. Arriesgando su vida fue buscando refugio a las hermanas de su
comunidad, especialmente a las novicias y enfermas.
CACHEADA
POR MILICIANAS EN LA ESTACIÓN DE TREN
El 2 de
agosto huía a Barcelona en tren. En la estación unas milicianas
obligaban a todas las mujeres a desnudarse para cachearlas buscando dinero, y hubo de pasar por ese mal trago incluso cuando
llegó a la Ciudad Condal. En Barcelona recaló en casa de unas primas.
Desde ahí
contactó con don Antonio Tort que a su vez tenía escondido en su casa al Obispo
Irurita. El 3 de agosto de 1936 se había preparado un encuentro entre ella y el
futuro obispo mártir. Pero registros y detenciones de carmelitas impidieron la
reunión.
Días más
tarde, la Madre Apolonia pudo entrevistarse con Monseñor
Irurita en casa de la familia Tort. Pudo confesar y recibir la bendición del
Santísimo.
La
también martirial familia Tort intentaba gestionar los papeles para propiciar
la huida del Oispo Irurita y religiosas como la Madre Apolonia. Pero todo fue
inútil. En esos días la FAI controlaba el puerto.
El Siervo de Dios Antonio Tort Rexachs, con su esposa María Gavín, y sus
once hijos: Ana Mª, Francisca, José Mª, Victoria, María, Mercedes, Montserrat,
María Lourdes, Antonio, Jaime, Manuel María y Mª Dolores. Antonio Tort, de 43 años, y su hermano
Francisco Tort, de 41, fueron fusilados el 4 de diciembre de 1936 en el
cementerio de Montcada (Barcelona), con el obispo de Barcelona, Manuel Irurita,
y su ayudante el sacerdote Marcos Goñi, a los que habían escondido más de 4
meses en esa casa abarrotada de niños. Los hermanos Tort, como el obispo y su
ayudante, también pasaron por la checa
de San Elías. (Fuente: Hispaniamartyr.org)
HUYENDO
Y CAMBIANDO DE REFUGIO
La
Superiora de las Carmelitas de la Caridad quedó refugiada en casa de la familia
Darner. Ahí fue arrestada el 7 de septiembre a las 9 de la mañana y arrastrada
al comité sito en la Calle Ancha de la capital catalana. La devolvieron a la
casa pero la misma noche fueron a buscarla. Hubo de esconderse y buscar
nuevamente refugio en casa de sus primas.
Pero las milicias del POUM ya la tenían enfilada y siguieron
su pista hasta localizarla.
La llevaron arrestada a un Comité de control de la calle Provenza, y posteriormente
a otro del Paseo de San Juan donde fue interrogada. Finalmente fue trasladada a la temible checa de San Elías, sabedora de que prácticamente
nadie salía con vida, o si salía
era para ser ejecutado.
A la
Madre Lizárraga, vestida de seglar, le preguntaron los milicianos nada más
llegar: “Tú ¿Quién eres?” y ella contestó: “Yo soy
religiosa”. Esa
contestación fue su sentencia de muerte.
El día 8
de septiembre, a media noche, la sacaron de su celda diciéndole: “Baja, que ahora descansarás”. En ese momento se
perdió su rastro directo.
TROCEADA
Y ECHADA A LOS CERDOS: LOS TESTIMONIOS
Su
hermana Bonifacia Lizárraga declaró tiempo después: “En
dicha checa actuaba como jefe un hombre apodado el ‘jorobado’ que cebaba cerdos con
carne humana. Dicen que la Sierva de Dios fue descuartizada y que la
devoraron esos inmundos animales”.
Un
testimonio más directo es el de Mª Elena del Río Hijas que recogió el relato
que oyó a su padre sobre el martirio de la Madre
Apolonia: “Fue cogida prisionera, llevada por los milicianos a una
checa, la desnudaron y la llevaron a un patio. La ataron muñecas y tobillos y
fue colgada de un gancho a la pared del patio. Con un serrucho la cortaron.
Ella rezaba y rogaba por sus asesinos. Estos luego dieron su cuerpo a comer a unos
cerdos que tenían allí,
que al poco tiempo los mataron y los comían y vendían diciendo que eran
chorizos de monja”.
Otros testimonios refuerzan esta versión, pues era
costumbre que algunos milicianos fueran
por los bares
de la zona ofreciendo “chorizo de monja”. Tal terrible muerte se debió a su negativa de
apostatar de su fe.
Antonio
Montero en su libro “Historia de la persecución
religiosa en España” reafirma: “Actualmente se han encontrado testigos que nos refieren
que estando ellos presos en la cárcel de San Elías en el año 1936, era
de dominio público que el jefe de la checa, un tal ‘Jorobado’, cebaba en total
unos trescientos cerdos con carne humana. Que muchos presos eran
echados a dichas piaras y que la General de las Carmelitas de la Caridad, Madre
Apolonia Lizárraga, fue una de dichas víctimas que aserraron, descuartizaron
(en cuatro partes) y luego en trozos más pequeños fue devorada por dichos
animales que en la citada checa engordaban en número de 42”.
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