La alerta saltó ayer, 9 de enero, desde Argentina: Graciela del Campo Vara, una “facilitadora” española de Constelaciones Familiares –una pseudoterapia New Age– había publicado en su cuenta de Instagram (con más de 25.000 seguidores) una imagen con la frase siguiente:
“La
mujer violada no es una víctima, eligió ese destino como parte el [sic] proceso
de sanación del sistema familiar”.
UNA SARTA DE
BARBARIDADES
Una afirmación que, por
cierto, contaba en la noche del 9 de enero con 678 “me gusta”. Y que continuaba así en el texto bajo la imagen:
“Detrás
de una violación hay una dinámica inconsciente familiar oculta que trata de
poner orden y equilibrar el sistema familiar.
Y muy probablemente a esa
violación hayan precedido otras violaciones de mujeres del sistema familiar,
aunque no se sepa o sea [sic] haya mantenido en secreto, ya que muchas veces
son hombres de la propia familia los perpetradores.
La
mujer violada es la que se ‘ofrece’, se ‘sacrifica’ por amor ciego a alguien de
su sistema familiar para devolver el equilibrio.
Te pongo un caso real: una
mujer odiaba a los hombres y no quería saber nada de ellos, aunque estaba
casada con uno. Su marido abusaba sexualmente
de la hija de ambos. La hija se ofrecía al padre para evitar que éste se fuera
y abandonara a su madre. El deseo de la hija de que sus padres
estuviera [sic] juntos y de demostrarle a su madre que se puede amar a los
hombres era permitiendo ser abusada por su propio padre”.
Como hemos señalado, la primera alerta vino desde Argentina, donde Pablo G. Salum, muy conocido en el país por su denuncia pública de las sectas (como fundador de la Red LIbreMentes), publicaba en su cuenta de Twitter: “¿Se comprende porque las constelaciones familiares son una pseudo práctica coercitiva perjudicial para la salud?”.
Y llamaba a denunciar la cuenta de Graciela del Campo Vara en Instagram. Aunque algunos usuarios de
Twitter contestaron que ésta había sido la respuesta de la popular red social a
las denuncias: “es probable que esta cuenta
no incumpla nuestras Normas comunitarias”.
A su llamada acudió, en primer
lugar, el psicólogo Carlos Sanz, que publicó un tuit en el que, entre otras cosas, se
pregunta: “¿Qué
tiene que ocurrir para que el Ministerio de Sanidad intervenga contra esta
gente? […] ¿Para que las radios y televisiones de todo el país dejen de
promocionar a estos individuos? ¿No es obvio?”. Así alude también a la responsabilidad de
algunos medios de comunicación.
Por su parte, Luis Santamaría,
de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), consciente del
potencial dañino de esta pseudoterapia cada vez más extendida, publicaba
un tuit reproduciendo la frase inicial de
la gurú y añadiendo simplemente: “Esto es lo que enseñan en Constelaciones Familiares. Y es legal”.
UN PENSAMIENTO
PERVERSO
Santamaría aprovechaba, en un
tuit posterior, para citar un artículo de hace unos años donde
Angelo Fasce muestra “lo que no se cuenta” de las
Constelaciones Familiares. En él puede leerse el siguiente fragmento de una
obra de Bert Hellinger, el inventor de esta pseudoterapia:
“Si usted se ha
confrontado con una situación de incesto, una muy común dinámica es que
la mujer no ha cumplido con su marido, ella rechaza mantener relaciones
sexuales. Luego, como compensación, la hija toma su lugar… Como
ve, en el incesto, hay dos
perpetradores, uno en la sombra y uno al descubierto. No puede
resolver el problema a menos que salga a relucir el perpetrador
escondido… La hija dice a su madre: ‘Lo hice por ti’. Y ella puede decir
a su padre: ‘Lo hice por mamá’… Si quiere pararlo (el incesto), esta es la
mejor manera, sin acusaciones. Si se lleva el perpetrador a la justicia, la
víctima expiará por lo que se le ha hecho al perpetrador”.
Éste es el
comentario que, por su parte, hace Fasce:
Y así es como las constelaciones familiares exculpan a un
padre que abusa sexualmente de su hija, cargando la culpa en la madre -caracterizada
como una mala esposa frígida. Predicando que para solucionar la situación el
violador no ha ser llevado ante un tribunal, y que la única terapia
que necesita la niña es asumir que “ella lo hizo”, cargándola también de culpa
y, de paso, humillándola.
Es tan extremo todo, que la
terapia para estos casos implica un juego de rol público en el que
alguien personifica al violador. La mujer que ha sido violada ha de
arrodillarse al frente suyo, darle las gracias a su agresor por haber podido
vivir esa experiencia con él, y pedirle perdón por haberlo culpabilizado. La
escritora Elisabeth Reutter, que sufrió abusos en su infancia, cuenta que cuando fue sometida a esta performance sintió que estaba siendo despojada
de los últimos retazos de su dignidad humana -en
palabras de Hellinger: “El perpetrador debe
recibir el ‘debido respeto’ antes que la víctima pueda establecer relación con
otro alguien”.
Secretaría RIES
No hay comentarios:
Publicar un comentario