Advertimos cada vez más una toma de conciencia general, creciente y progresiva respecto de los daños que ocasiona la pornografía, y estos se dan a muchos niveles. Se puede hablar, por ejemplo, de la explotación sexual que se genera en torno a la industria pornográfica; pero últimamente se viene instalando también —y con mucha fuerza— la consciencia de lo dañina que llega a ser para quien la consume.
Uno de
los grandes daños que produce en nosotros el consumo de pornografía es que anula nuestra capacidad de amar. Esto ha dejado ya de ser una hipótesis, y se
puede verificar en innumerables matrimonios destruidos, en relaciones que
terminan en decepciones, o en la frustración que se experimenta al verse
imposibilitado de amar como uno quisiera.
Cuando la
pornografía dejó de ser algo divertido o algo a lo que uno recurría por
curiosidad, uno se da cuenta de que dejarla resulta en extremo complicado. Es
como si cayéramos por un agujero: la facilidad con
la que descendemos por él contrasta con la dificultad que experimentamos al
tratar de salir. Por eso, dejar la pornografía se vive muchas veces como
una lucha. Y una lucha que no siempre se gana.
Hace unas
semanas me topé con una excelente conferencia de Mons. José Ignacio Munilla
sobre la castidad. En un momento de dicha conferencia, presenta 11 herramientas prácticas para luchar contra la pornografía, que me parecieron muy buenas. Lo que hago a
continuación es presentarlas tratando de hacer algunos aportes en la
explicación.
1. BUSCAR
MEDIOS SOBRENATURALES. Tal vez
para algunos sea posible vencer a la pornografía apelando únicamente a sus
fuerzas. Sin embargo, especialmente en esos momentos en los que se toca fondo,
uno puede llegar a experimentar que sus solas fuerzas no bastan, que “esto es más fuerte que yo”, que “solo no puedo salir”. Para alguien que no sea
creyente, esto puede llevarlo a perder la esperanza. Sin embargo, los creyentes
sabemos que contamos con la ayuda de Dios. Esto no es poca cosa: es la soga que
viene a nuestro rescate cuando estamos luchando en el pantano y nos damos
cuenta de que solos no podemos. Esta ayuda la encontramos en la oración, en la
confesión frecuente, en la Eucaristía, y en el amor a la Virgen expresado en el
rezo del Rosario.
2.
FORMULAR UN COMPROMISO SOLEMNE. Es
importante darle una cierta solemnidad a nuestro propósito de abandonar la
pornografía, y también que esto sea puesto por escrito. Se trata de un
propósito que podremos leer especialmente en aquellos momentos en los que nos
sentimos más débiles, y que podremos renovar con cierta frecuencia. Este
compromiso realmente debe contener nuestras razones. Es decir, no debe
hablar de “por qué la pornografía está mal”, sino
del daño que me viene haciendo, de aquello que me ha robado, de aquello que me
impide alcanzar. Y debe contener también un objetivo, el propósito de lo que
puedo y quiero llegar a ser si dejo la pornografía.
3.
NO DORMIR CERCA DE LOS DISPOSITIVOS CON LOS QUE ACCEDEMOS A LA PORNOGRAFÍA. Seamos astutos: identifiquemos
si hay situaciones que se repiten cada vez que accedemos a la pornografía, para
evitarlas. Una de las más frecuentes es el hecho de tener nuestros
dispositivos electrónicos al alcance de la mano al ir a dormir. Si somos
conscientes de que, llegado el momento, la situación nos superará, no demos
siquiera ocasión para ello.
4.
BUSCAR HOBBIES SANOS. Muchas
veces se suele recurrir a la pornografía frente a situaciones de estrés. Si es
que la pornografía se convierte en nuestro único escape, cada vez que estemos
tensionados, nuestro cuerpo nos va a pedir recurrir a ella. Por este motivo, es
muy importante buscar hobbies sanos: cosas que nos
gusten, que nos apasionen, que nos relajen, que disfrutemos verdaderamente.
Debe tratarse de actividades a las que podamos recurrir no sólo frente a
situaciones de estrés, sino como un disfrute habitual. Eso sí: hay que acceder a ellas de manera medida, de forma tal
que no terminemos reemplazando un vicio con otro.
5.
APRENDER A RENUNCIAR A CIERTOS GUSTOS. Si
estamos acostumbrados a satisfacer todos nuestros deseos apenas surgen, no
encontraremos la fortaleza interior para hacer frente al deseo de ver pornografía
cuando aparezca. Por este motivo, es muy importante que todos los días hagamos
una pequeña mortificación. Podemos optar por levantarnos 15 minutos antes, por
renunciar al postre o al chocolate que teníamos pensado comer, por lavar los
platos o poner la mesa sin quejarnos, etcétera. De esa manera, iremos
entrenando y fortaleciendo nuestra voluntad, para que nuestros deseos no tomen
el control y terminen decidiendo por nosotros.
6.
DISCERNIR NUESTRO USO DE LA TECNOLOGÍA. A veces,
uno entra a Internet con la decisión tomada de ver pornografía. Sin embargo,
muchas veces uno termina llegando a ella sin querer: había
empezado a navegar en Internet sin un rumbo fijo, y terminó yendo donde lo
llevó la corriente. Por esto, es fundamental regular nuestro uso de la
tecnología. Tengamos en cuenta cuánto tiempo le dedicamos, para qué la usamos,
qué cosas vamos a buscar, y procuremos que este no sea nuestro único medio de
distracción. Como dice Mons. Munilla, citando al P. Mendizaval: “Las nuevas tecnologías son un buen siervo, pero un
malísimo amo”.
7.
REALIZAR ACTOS COTIDIANOS DE ENTREGA A LOS DEMÁS. La pornografía constituye un acto de egoísmo. Por
eso, ayuda a luchar contra ella realizar actividades que nos hagan salir de
nosotros mismos, y que nos permitan poner nuestros talentos al servicio de los
demás. Entregarse a otras personas poniendo nuestros dones a su servicio no es
otra cosa que amar, y el amor se opone a la actitud egoísta de uso que genera
en nosotros la pornografía. Instalando en nosotros el amor como un hábito,
iremos haciendo que pierda fuerza el hábito opuesto de ver pornografía.
8.
BUSCAR AYUDA. No
estamos obligados a pelear solos en esta lucha. De hecho, se hace mucho más
sencilla cuando dejamos que otros luchen junto a nosotros. Por eso, es muy importante
buscar un amigo, un confesor, un grupo de ayuda… Debe tratarse de alguien
paciente, que nos escuche, que no nos juzgue por nuestras caídas, y sobretodo,
que nos motive a no perder la esperanza, y a seguir adelante.
9.
ORDENAR NUESTRA VIDA. Una manera
de empezar a ser dueños de nuestra propia vida y no dejar que el deseo de ver
pornografía nos domine es hacernos un horario para cada día. Un horario que
contemple no sólo nuestras responsabilidades, sino también nuestros momentos de
ocio y diversión, de modo tal que sepamos qué hacer también en esos momentos. A
veces se termina recurriendo a la pornografía porque no se sabe qué otra cosa
hacer para distraerse.
10.
SER PERSEVERANTES. Esto
reviste una vital importancia. La lucha contra la pornografía no es una única
batalla, sino una guerra de largo aliento; y en una guerra, hay batallas que se
ganan y batallas que se pierden. Especialmente en esos momentos de dificultad,
tengamos presente que una batalla perdida no nos hace perder la guerra.
Mientras conservemos la voluntad de levantarnos y seguir luchando, mientras no
perdamos la esperanza, la guerra no está decidida. Frente a las caídas,
busquemos el sacramento de la confesión, y sigamos adelante.
11.
VIGILAR NUESTRO CORAZÓN. Puede que
haya ciertas situaciones que nos hagan más propensos a recurrir a la
pornografía: un período en el que nuestros deseos
estén más activos, alguna situación de estrés, alguna situación de tristeza o
de frustración… Seamos conscientes de qué pasa por nuestro corazón, para
poder elevar los niveles de alerta y estar más atentos en esas situaciones que
pueden hacer que la lucha se torne más ardua.
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